CAZA

204 40 11
                                    

Pasamos la noche en la cabaña tomando turnos para dormir.

Hay gran diferencia entre dormir entre cuatro paredes que te protegen del frío y de la luz, o dormir en el suelo húmedo e incómodo del bosque. Aún así, el silencio tan espeso era lo peor de estar allí. Seguía sin oírse nada a ninguna hora del día.

Por la mañana, el desayuno fue muy pobre. Apenas un poco de chocolate y pan.

- Ya nos queda poco - Dije colocando las cosas en mi mochila.

Aida se acercó y miró lo que había en ella. Sólo quedaba un paquete de galletas, algunas rebanadas de pan y lonchas de queso.

- Llevamos dos días aquí. Tarde o temprano tendremos que comprar de nuevo - Rikako habló con seriedad.

- ¡Pues me dirás tú cómo! Si vas tú al pueblo, te reconocerán y a mí me han visto contigo.

A Aida se le iluminó la cara.

- Sí... pero no te recordarán.

Se acercó a mí y me llevó hasta la silla.

- Quítate esa sudadera tan gorda y déjate la camiseta que llevas debajo de manga larga.

Comencé a hacer lo que me decía.

- No sé qué planeas pero no va a salir bien.

- Deja que te peine - Dijo tomando un peine portable y su coletero - Te haré una trenza y te pondrás mi chaqueta marrón.

Ella me hizo una hermosa trenza y la sujetó lo más fuerte que pudo con su goma de pelo. Acto seguido, me puso la chaqueta y me dio un consejo.

- El pueblo está al sur de aquí, lo sé por el agua. Si sigues el riachuelo recto y luego viras a la derecha, llegarás a la segunda entrada.

Me quitó la mochila cuando estaba a punto de cogerla.

- No tomes la mochila. Ve tranquila a comprar cosas sencillas, como pan y agua, un par de botellas por si tenemos que irnos poder rellenarlas. Compra bolsas de plástico, que parezca que vives aquí.

Me acompañó hasta la puerta.

- Ve por calles transitadas. Entre la gente se disimula mejor y evita mirar a la policía. Toma esto.

Me dio una navaja pequeña de muelle de unos seis centímetros de hoja.

- No la uses si no es extremadamente necesario.

Me fui alejando de la cabaña y me puse en camino cuando escuché:

- ¡Ten mucho cuidado Aika!

Me limité a alzar mi mano y seguir andando. Estuve caminando durante tanto tiempo en línea recta que me parecía no avanzar. Entonces, oí muy de lejos el ruido de coches pasar. Supe que tenía que atravesar el bosque a mi derecha y eso hice.

Seguí caminando por un buen rato y los pinos comenzaron poco a poco a volverse más verdes. Eso significa que estoy cada vez más cerca del pueblo.

Esquivé algunas ramas que se juntaban a la altura de mi cabeza como pude y, tras apartarlas, me topé con el pueblo.

Salí de la espesura del bosque apresuradamente y me acerqué a la acera para caminar por allí.

Recordaba todo lo que Aida me había dicho. Debía mantenerme tranquila e ir despacio sin fijarme en nadie. Por suerte, no es que hubiese mucha gente tan temprano y pude encontrar con facilidad una pequeña tienda de comida.

Entré en el pequeño comercio y agarré una cesta roja. Paseé por los pequeños pasillos buscando comida y agua y, a medida que los iba encontrando, los añadía.

FUERA DE LA LEY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora