07: Allí fuera.

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Observaba a través de la ventana, la más alta de todo el edificio y sin embargo no podía ver más allá de los muros que lo rodeaban. Sostenía sus piernas con sus brazos en un intento de mantenerse el mismo completo.

Deseaba ver que había detrás de esas paredes grises, las flores, los árboles, animales. Había leído de ellos en los libros, había de todo tipo de animales. Le gustaban mucho los búhos, sus ojos les parecía interesantes. Los pájaros también, ellos podían volar al igual que él. La diferencia es que lo habían intentado mientras que él nunca pudo hacerlo.

¿Cómo se sentiría hacerlo? El cielo tan cerca y tan lejos de sus dedos. Apoyo una de sus manos en la ventana, la poca luz que entraba de ella era suficiente para iluminar la habitación. Quería llorar, no iba a negarlo por lo menos no con el mismo. Quería saber que había más allá. Toda su vida encerrado entre esas paredes, esos muros, los consultorios, el comedor. Conocía el edificio más que su propio cuerpo, sabía dónde estaba cada cosa y lo único que le faltaba eran sus padres. No conoció a su padre, no conoció a su madre y lamentablemente fue el causante del fallecimiento de ella.

¿Se merecía esto? Era algo que se preguntaba todo el tiempo. No, no había hecho nada malo, lo único fue seguir las reglas del lugar. Con un chip en su brazo, con agujas en su cuerpo, con todos esos estudios que de niño le hicieron y siguen haciendo. Con el dolor de vivir ahí dentro sin conocer nada de lo que hay afuera. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Realmente tenía la edad que decían que tenía? ¿Podría salir alguna vez? Él sabía que si, solo... Solo debía encontrar la manera de hacerlo.

—No deberías estar aquí– la voz no lo sorprendió en lo absoluto.

—Lo sé– respondió.

— ¿Qué haces?

—Mirar, intentar mirar más allá de los muros. Imaginar que hay detrás, tener la esperanza de algún día salir.

—Estás aquí por tu seguridad.

—Sea lo que sea que hay allí fuera, es mucho mejor que pasar toda tu vida encerrado aquí.

—¿Qué es lo que quieres? Puedo traertelo.

—Quiero salir.

—Jimin... Tu madre no habría querido eso.

—Mi madre hubiera querido que fuera feliz y no lo soy aquí dentro– volteo a ver al hombre que estaba parado en la puerta–. Sabes muy bien por todo lo que he pasado y sin embargo...

—¿Qué? ¿Crees que yo también soy feliz aquí? Teniendo que cuidar de niños inútiles como ustedes. No me sirven ninguno de ustedes Jimin, yo no quería esto.

—¿Piensas que yo también lo quiero?– se levanto de su lugar y camino al centro de la habitación–. No, no soy inútil, ustedes me volvieron inútil. Ustedes me arrebataron mi libertad, ustedes que se hacen llamar salvadores, ustedes que lo único que hacen es hacer sufrir a todos aquí dentro. Ustedes qué solo nos quieren para sus estúpidos experimentos. ¿Crees que no lo sé?

El hombre se quedó estupefacto. Sus ojos más abiertos de lo normal, su ceño fruncido, su boca entreabierta. Jimin había logrado lo que quería, dejarlo sin palabras.

—No soy inútil, eso es lo que tú crees. Jamás podrías hacer lo que yo hago.

—Tu...– Jimin lo miro fijamente, enojado, deseando que desapareciera, deseando que lo dejará solo, deseando que...

Un golpe seco se escuchó en la habitación. El hombre cayó inconciente al suelo. Jimin asustado se acercó, estaba vivo, eso era bueno. Lo tomo de las piernas hasta dejarlo en el pequeño sillón blanco a la derecha del cuarto.

Monsters × BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora