Jimin le explicó a Yoongi el horario de los guardias. Básicamente, el de mejillas regordetas debía quedarse en la habitación de ambos porque a las cinco los guardias se despertaban. No podía vagar libremente a esa hora.
Pero no debían preocuparse por su regreso ya que ellos se encontraban en la misma categoría y la cafetería donde desayunan era la misma, nadie sospecharia.
Los tres se encontraban sentados en el suelo platicando de diferentes temas, Yoongi tenía tantas preguntas que hacer y era la primera vez en su vida que dudaba de hacerlas.
—¿Por qué tanto interés en ese collar?– pregunto Jimin a Yoongi.
Este lo miro por unos instantes, soltó un suspiro y decidió decirles. Tarde o temprano debería hacerlo.
—Era de mi hermana, ella significa mucho para mí.
—¿Qué le pasó?– esta vez fue Jungkook quien pregunto.
—Falleció y antes de que pregunten como, calcinada. Su cuerpo se incendió. No quedó nada de ella más que un esqueleto chamuscado.
—Eso debió ser duro– Jungkook tocó su hombro.
—Mi madre murió cuando yo nací– dijo Jimin cabizbajo llevándose la atención de ambos.
Jungkook conocía esa historia y lo difícil que era para su mayor contarla. Se culpaba una y otra vez por aquello.
—El día en que nací– prosiguió–. Mis alas estaban plegadas, desgarre a mi madre en el interior sin posibilidad de curarla. Era una bola rosada con alas, sangre y parte de carne de mi madre cuando mi cuerpo fue sacado de su interior.
Yoongi quedó perplejo. En verdad cada una de las personas que estaban en ese lugar tenía una historia diferente. Ser mutante nunca fue fácil, para nadie. Siempre eran rechazados, algunos tenían historias parecidas a las de Jimin. Otros simplemente no soportaban y se suicidaban. Todo era muy confuso en su mundo.
—¿Tienes alas?– pregunto Yoongi intentando cambiar de tema.
—Así es, son hermosas pero hace años que no las veo. Todos creen que soy de rango uno debido a que solo tengo esas alas.
—Yoongi no sabe– hablo Jungkook mirando a Jimin quien lo imitó–. Los mutantes estamos clasificados por rangos, de uno a seis siendo seis el más peligroso. A Jimin lo clasificaron como uno porque creen que sus alas son su única mutación.
—¿Y lo son?
—No lo sé, cuando menos me di cuenta ya tenía el chip en mi brazo.
—¿Y tú Jungkook, que haces?
—Mis poderes son difíciles de entender, telepatía y telekinesis.
—Por eso sabes tanto.
—Cuando me ingresaron pude leer las mentes de muchas personas a lo largo de los pasillos y digamos que sí, todo lo que aprendí lo sé por ellos.
—¿Cuál es tu mutación Yoongi?– le pregunto Jimin con cierto brillo en los ojos.
—Parecemos niñas en una pijamada–rio–. Manipulación del fuego.
—¿Tus ojos cambian de color cuando lo haces verdad?– asintió en respuesta–. Genial.
—¿Puedo verlo?– la voz inocente de Jimin hizo que Yoongi lo mirará.
—No puedo, el chip no me lo permite.
—Hablo de tus ojos.
—Oh, claro.
Yoongi cerro los ojos e intento retener todo su poder en sus manos, sintiendo como se calentaban poco a poco sin que el fuego saliera de ellas. Cuando abrió sus luceros estaban teñidos de un color rojo brillante.
—Son muy bonitos– exclamó el de cabello castaño claro.
—La verdad si lo son– esta vez fue Jungkook quien lo elogió.
—Es mucho más lindo cuando el fuego brota de mis manos, algún día lo verán.
Las horas pasaron y observaron como lentamente los rayos del sol se asomaban por la ventana. Jungkook se quitó su pijama para luego ponerse el uniforme del lugar.
Yoongi se levanto del suelo con pereza y se quitó la parte de arriba bajo la vista de ambos jóvenes. Los miró de soslayo y noto que sus ojos estaban clavados en él. Carraspeo y se volteó.
—¿Qué sucede?– preguntó–. Jungkook se quitó la remera y no lo miramos de esa manera– esta vez se dirigió a Jimin.
El recién nombrado desvió la mirada con cierto color en sus mejillas mientras Jungkook aún lo miraba sin repudió.
—¿Qué te pasó?– señaló el pecho de Yoongi donde había una gran cicatriz.
—No quieres saber.
—Y-yo si– hablo Jimin como pudo.
—Algún día se los diré.
El de piel blanquecina volvió a voltearse para terminar de ponerse el uniforme. Dejo dos botones de la camisa sin abrochar y se colocó la corbata.
Dejando el extraño suceso atrás, se incorporaron cuando oyeron el ruido del timbre para el desayuno.
Antes de ingresar a la cafetería tuvieron que mostrar su pulsera en un escáner para tener su asistencia. El desayuno de hoy consistía en té verde y pan tostado con manteca. Los tres jóvenes se sentaron en la misma mesa de ayer junto a los otros chicos.
Yoongi se sentó a un lado de Hoseok quien lo saludo animadamente contagiandole su buen humor. Inevitablemente sonrió por las boberías que Hoseok hacía.
—Me tenías muy preocupado Jimin– dijo Namjoon–. Como no llegabas, igual supuse que estabas con ellos.
—¿Qué pasó?– Taehyung tenía comida en la boca y aún así hablo.
—Jimin fue a la sala de pertenencias junto a Jungkook y Yoongi ¿No les dijiste?– el castañito negó.
—¡Como se atreven a no decirme!– Seokjin grito.
—¡Baja la voz, maldita sea!
—Lo siento pero tenía que gritarlo.
La voz en los altoparlantes anunciando a un número de interno los interrumpió. Todos hicieron un silencio de muerte mientras veían como aquel chico se levantaba y salía de la cafetería.
—Yugyeom– susurro Jungkook.
—¿Para que es eso?– pregunto Yoongi, aún no sabía todo.
—Es una consulta, como si fueras al médico– le respondió Namjoon–. Pero algunos sufren mucho ahí dentro.
—Paciente 1009 presentarse en el consultorio seis.
Los chicos en la mesa voltearon a ver a Yoongi quien les devolvió la mirada confundido. Hoseok tomo su muñeca derecha y le enseño la pulsera, decía "N° 1009".
Se levanto y camino hasta la puerta con todas las miradas como cuchillos en su nuca. Respiro hondo y vio una vez más a su grupo antes de salir de allí.
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Monsters × BTS
Ciencia FicciónEn los años futuros las personas con capacidades diferentes son nombrados mutantes o, de forma más vulgar, monstruos. Una guerra nuclear se desató en el mundo, muy pocos países sobrevivieron y cuando todo parecía haber terminado, la bomba más grande...