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Estaba esperando a Otto y un lindo chico entró a la habitación.

-Perdón, me he equivocado de cuarto-dijo viéndome.

-No importa, soy Bianca-él sonrió y vio hacía la pila de cajas de pizza.

-Soy Finn-como el de Stranger Things -Al parecer te alimentan bien-dijo señalando las cajas.

-Sí, mi amigo me alimenta bien, puedes pasar-el entró- ¿Hace cuánto estás aquí? -el levantó sus hombros.

-Creo que con tantos medicamentos no recuerdo nada-reí.

-Entonces es un virus-el soltó una carcajada y yo sonreí.

-Te traje un-la voz de Otto me hizo levantar la cabeza- ¿Hola? -dijo confundido por la presencia de Finn.

-Otto el es Finn, el que me alimenta bien-Finn lo saludó con la cabeza.

-Hola Finn-dijo animado.

-Me voy, fue un placer conocer a tan linda joven-me sonrojé y Otto al notar eso frunció su ceño.

-El placer fue mío, Finn-dije con una sonrisa en mi rostro.

Salió y luego miré a Otto.

-Es muy molesto-exclamó el dejando la comida en la cama.

-No lo es-dije tomando la comida.

-No lo defiendas-hizo un puchero.

Sonreí tiernamente y le di un abrazo, el reaccionó segundos después.

Comimos y después hablamos.

Le dije que me tenía que cepillar los dientes y el me cargó hasta el baño, luego se quedó ahí cuidándome.

Le dije que me dejara sola ya que me iba a bañar, él se negó.

Dijo que se quedaría ahí, reí por eso y cuando vi que tenía su semblante serio caí en cuenta de que lo decía de verdad.

Me encontraba desnuda con la espalda de Otto como público, me gusta cantar en la ducha.

-Si llegas a voltear juro que te parto la cara-dije abriendo la llave.

-Si señorita-me metí en el chorro y tomé el jabón.

Empecé a cantar y la risa de Otto no tardó en llegar.

- ¿Podrías dejar de interrumpir mi concierto? – dije bromeando y le tiré un poco de agua.

-Uy pues perdón Adele-reí y me enjaboné.

-Cuando salgas del hospital iremos a la playa-amo la playa.

-Genial-saqué el jabón de mi cuerpo y cerré la llave-Pásame la toalla, por favor-el me la pasó y yo me enrollé en ella.

Iba a dar un paso, pero el me cargó.

-Bájame-ordené con pena.

-No puedes caminar-yo bufé.

-Entonces quita la tu mano de mi trasero-el puso una cara divertida.

- ¿Cuál? -yo hice una mueca de no entender nada.

- ¿Cuál qué? – pregunté mirándolo.

- ¿Cual trasero? – empezó a reír y yo le pegué en el pecho, algo mínimo.

-Por Dios Bianca casi me rompes el pecho-como dije, algo mínimo.

Me dejó delicadamente en la camilla y luego salió para que me cambiara.

Me puse un short negro y una camiseta de él, no encontraba la mía.

𝐸𝑟𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒Where stories live. Discover now