Epílogo

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—¡Dairi-kun! ¡Ven ya!— Sakura llamó a su hijo desde la puerta de la casa.

—¡Ya voy, mami! ¡Papá aún no sale del baño y quiero hacer pis!— el niño de 5 años respondió en un grito.

—¡No es cierto, sí!— Deidara negó, pero por el chillido que la puerta hizo al abrirse la pelirrosa supo que era mentira.

—¡Sí lo es, hn!— Dairi no se rindió.

Con un suspiro divertido, Sakura fue hasta ellos. Esto se había vuelto normal, pero aún le causaba gracia.

Allí, frente al baño estaba un niño de 5 años, con ojos verde esmeralda, uno de estos cubierto por mechones rubios que llegaban hasta su mentón, frunciéndole el ceño a una versión más grande de él pero con el pelo hasta la espalda y ojos azules.

—Dei, ¿quieres explicar el porqué pelean ahora?— la de ojos verdes preguntó.

—Bien, hn. Kutsu, el conejo albino de este mocoso, meó en mis zapatos y los estaba limpiando, sí.— el hombre se defendió.

—¡No soy un mocoso!— su hijo protestó.

—Bien, bien, ya. Dei, cariño, ¿puedes ir a dejar comida y agua a las mascotas?— Sakura pidió, aunque era claro para todos que él no tenía opción. Así que asintió y fue hacia donde estaba su comida, quejándose en voz baja.

—Y, ya sabes, no es necesario que intentes cazar un pájaro para Kufa. Debes dejar comida solo a los que no pueden buscarla solos.— ella agregó riendo, recordando un evento pasado. Su hijo río con ella, Deidara solo se quejó más.

Luego, cuando ya estaban dentro de su camioneta, Dairi habló desde atrás.

—¿A dónde vamos?

—Es el cumpleaños del tío Itachi, ¿recuerdas el regalo que compramos la vez pasada?— Sakura lo vió asentir por el espejo. —Hoy se lo darás.

—¡Shannaro! ¡Ese reloj le encantará, sí!— el niño comentó emocionado. Sus padres rieron.

—Claro, tú lo elegiste. Y también podrás jugar con Boruto y los demás.— la mujer de pelo rosa comentó. —Y el tío Sasori probablemente tenga alguna historia que contarte.— agregó como dato extra, su padrino siempre tenía historias sobre ellos en su juventud.

—Boruto es un mocoso malcriado, sí.— Deidara dijo, y aunque su esposa le haya dado un suave golpe en el brazo, su hijo estaba de acuerdo con él.

—¡Sí! Y, papá, ¿crees que al tío Sasori le guste mi auto que hice de arcilla, hn?

—Le encantará, y podrás mostrarle el verdadero arte, hn.— el rubio mayor dijo con ironía, aunque Dairi no lo entendió así.

De todas formas, esta fue la manera en la que ellos vivieron.

•••

Acá finaliza este libro, espero les haya gustado y gracias a todos los que leyeron y comentaron.<3

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