-...aquella batalla provocó muchos cambios para la sociedad, los que antes eran pobres pasaron a tomar el poder, mientras que los más ricos del reino comenzaron a caer de rodillas al ver que todo lo que les pertenecía había desaparecido. Hace cuarenta eclipses lunares de aquel sol, es decir, hace mucho, mucho tiempo.
Todd trató de concentrase a lo que el Aminae le contaba, pero el dolor de cabeza debido al mal sueño se lo impedía. Había tenido sueños extraños durante aquellos soles. Bajó la vista, haciendo una plegaria mientras rezaba por todos aquellos inocentes que perdieron sus vidas durante la guerra de "El Fin del Mal".
-No hace falta que reacciones así. De no haber sido por esa guerra, nosotros no estaríamos ahora aquí. Da gracias a Ita por habernos hecho cambiar de idea, ahora somos sensatos, hemos construido con nuestras propias manos Aminicis para orar, hemos cambiado, Todd. Ita está de nuestra parte, y para confirmarlo, solo tienes que mirar a tu alrededor.
Edwërd extendió su robusto brazo y fue señalando cada pequeño objeto que se encontraba frente a sus ojos: las flores, la hierba, las rocas, el sol... Ita estaba orgulloso de ellos.
-Hace un par de soles, Thom me habló de los Sectatores. Dijo Todd, cambiando de tema.
Antes de que Edwërd siguiera con la explicación, el comentario del chico hizo que callase repentinamente, mirándolo con ojos curiosos y satisfactorios a la vez.
Edwërd asintió, y no tuvo otra opción que preguntar.
-¿Y a qué viene ese comentario ahora, Todd? ¿Hay alguna otra duda que quieras resolver?
Todd lo miró. Sabía que el padre Edwërd le daría una respuesta más detallada y concreta que las que solía dar Thom, fue por eso por lo que había recurrido a él.
-Los Sectatores Supremos, el padre Thom... me dijo que podían mantener conversaciones fluidas con Ita... ¿cómo es eso posible?
-Mmh ya veo, a tu edad yo también me preguntaba ese tipo de cosas, Todd. ¿Cuántos Sectatores Supremos crees que hay en el castillo de Aeternus? Esta sea posiblemente la respuesta a tu pregunta.
Todd vaciló. En ningún momento se había preguntado cuantos Sectatores habría en total. ¿Cien? ¿Cincuenta? O quizás solo diez. Pronto lo sabría.
-¿Ocho?- Respondió
Edwërd rió con gana, y paso su mano por su espesa barba negra.
-En estos momentos no hay ningún Sectatore Supremo, y que yo sepa, hay tan solo cinco Sectatores Inferos, es decir, los de tercer grado; todos viejos y arrugados a punto de morir. Ha habido Sectatores Supremos a lo largo del tiempo, y el que más huella dejó fue sin duda alguna Lewwian Liss. Él fue el que reconstruyó todos los reinos en los que Ita reina como Dios. Nos guió con su luz y sus vestimentas rojas oscuras, junto a sus otros dos compañeros, dos Sectatores Inferos. De no haber sido por él, nosotros no estaríamos aquí.
Quedaron unos segundos en silencio, el rostro de Edwërd había cambiado sutilmente a lo largo de la conversación, la sonrisa con la que había empezado la mañana, había quedado en una mirada fría y de resentimiento posada sobre las flores rojas del jardín.
Nadie siguió hablando, hasta que un ruido agudo y lejano les sacó de sus pensamientos. Sus respiraciones se transformaron en un débil susurro que se había perdido con el viento.
La campana siguió sonando, hasta llegar a un total de ocho repeticiones.
Alguien había muerto.
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Sectatore
Fantasy"Todd...", aquella palabra no paraba de martillear sobre la cabeza del joven desde que llegó al Aminici, decidiendo tomarla así como su nuevo nombre. De no haber sido por Ita, su futuro no hubiese tenido sentido, y ahora no sería uno de los hombres...