AZUL

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Multimedia: Zoé - Azul

16 de febrero del 2018.

El gato suelta un maullido al ver como dejo la computadora a un lado para ir por algo de comer a la cocina, sin embargo me sigue para recibir también su dosis diaria de comida. Brinca al ver su bolsa de croquetas, logrando que todas queden desparramadas por el suelo. El muy cabrón ronronea mientras come cada una de ellas.

—Estúpido gato —murmuro mientras tomo un tazón para servirme un poco de cereal —. Un momento... —miro hacia el reloj que se encuentra colgando en la pared. Me llevo una mano a la boca al ver las horas que son. Las tres de la tarde. Guardo el cereal de nuevo en la alacena, al ver que me he pasado la hora del desayuno y almuerzo —. Bueno, eso explica tu hambre tan voraz —le comento al gato quien no deja de comer en ningún momento.

Del refrigerador saco sobras de comida china que había pedido la tarde de ayer. Las caliento en el microondas mientras me cambio de ropa. El motivo por el cual se me fue toda la mañana, es que me quedé viendo desde las nueve de la mañana la primera temporada de Stranger Things. No contaba con que iba a quedar atrapada por completo. Pero bueno, es mejor tener mis pensamientos en Ele, que el anónimo que he recibido.

—Denise, ¿se puede entrar? —escucho que pregunta desde afuera Dominique.

—Está abierto —le digo una vez que tomo asiento en la sala con mi plato de fideos y pollo agridulce.

— ¿Qué fue lo que pasó aquí? —pregunta una vez que entra al lugar. Su mirada se posa en las croquetas que se encuentran esparcidas por doquier —. ¿Pasó un tornado?

—Me quedé viendo una serie en netflix, el gato me hizo compañía en mi regazo. Perdí la noción del tiempo y la hora de desayunar. Por lo que eso explica este caos —le doy una probada a mi pollo agridulce, mi estómago lo agradece —. ¿Gustas tomar asiento?

—No, solo vengo de pasada —evalúa mi aspecto por unos instantes. No estoy en mi mejor versión de mi misma. Llevo el cabello desordenado en una coleta alta, un pijama de leopardo morada, y una blusa de tirantes negra, que tiene una mancha de pasta dental y de comida china —. ¿Vas a salir a algún lado?

— ¿Por qué la pregunta? —pregunto con la boca medio llena.

—Curiosidad solamente —se encoge de hombros —. ¿Vas a salir?

—Hasta en la noche —levanto las cejas —. Ya sabes, el trabajo manda.

—Solo eso quería escuchar —abre la puerta nuevamente —. Te aconsejo que te des un buen baño y arregles la casa. Nunca sabes cuando pueda llegar la visita de improvisto.

— ¿Qué hiciste Dominique? —ella da dos pasos hacia atrás al ver que me pongo de pie de manera violenta —. ¿A quién le diste mi dirección?

— ¿Ya viste la hora? —finge que ve su reloj de pulsera, el cual no existe —. Que tarde se ha hecho, nos vemos al rato.

— ¡Dominique! —le grito a pesar de que no me alcanza a escuchar. Mascullo algunas palabrotas antes de volver a entrar a mi hogar. Como lo que queda de mi comida y recojo un poco la cocina para después darme una buena ducha —no se a quien le haya dado mi dirección, pero no quiero que me vean en fachas —me pongo un vestido gris de tirantes que está por arriba de las rodillas.

Una vez que luzco normal, tomo la guitarra para practicar algunas de las canciones que planeo cantar en la noche por el malecón. Hasta que escucho que alguien llama a la puerta. Dejo la guitarra a un lado para ver de quien se trata.

—Hola Denise —mi quijada cae literalmente hablando —. Me da gusto verla de nuevo —quedo sin palabras al ver a Said afuera de mi vivienda. Lleva puesto un traje negro, una camisa blanca y una corbata gris. Una sonrisa aparece en su rostro al verme.

La única excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora