LA LLUVIA DE NOVIEMBRE

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Multimedia: Gun's and roses – November Rain.

5 de Agosto del 2018.

Gael.

Me sirvo un bueno trago de tequila mientras miro en dirección hacia mi habitación, o mejor dicho, a la puta maleta que se encuentra sobre la cama. Lo cierto es que voy a ir a mi pueblo.

En definitiva lo voy a hacer.

Tomo el celular una vez que me tomo el trago de tequila de un sorbo. Hago una mueca al sentir como el líquido comienza a quemar mi garganta. Sé que debo hablar de esto con Denise, decirle que ya tomé una decisión. Solo espero que no le molesté el hecho de que le avisé al final. Es solo que esto surgió de improvisto. Y sé que si lo sigo pensando, jamás me iré de aquí y debo hacerlo. Ya llegó el tiempo de enfrentar mis putos demonios.

Con nostalgia miro la fotografía que tengo de fondo de pantalla. Es de ella, cuando se encontraba por Barcelona.

Sonrío al recordar aquellos días en los que ella se fue de viaje. Sus fotografías, nuestras conversaciones... pero ésta en especial es mi favorita, es de cuando subió a cantar en el karaoke en su última noche por Barcelona.

La amo.

La amo como un idiota.

Cada día que pasa, cada hora, cada minuto la añoro con más fuerza. Si de por mi fuera estaría en Ajijic con ella el tiempo que sea necesario. Pero sé que no es justo. Cuando yo necesitaba tiempo, ella accedió a dármelo. ¿Por qué no habría yo de hacer lo mismo?

Me pongo de pie mientras voy a la cocina para prepararme una buena taza de café. Tengo que manejar y no quiero que el alcohol se me suba a la cabeza.

Maldigo al sentir el gato bajo mis pies, sin duda el sigue buscándola.

Cierro los ojos por unos instantes al sentir esa sensación de miedo dentro del pecho. Miedo por lo que me espera en La Chona. Miedo al recordar los días de depresión que tuvo Denise. Realmente tenía miedo de que ella no saliera de ahí. Pero hay algo que me aterra todavía más.

La distancia que nos separa.

Ella ya abrió nuevamente su restaurante. Y aunque nunca le dije nada o solo la alentaba... lo cierto es que eso me aterró. Sobre todo por la plática que tuvo con Becca. ¿Y si ella decide vivir nuevamente en Ajijic? ¿Me vería yo estando ahí? ¿Y si lo nuestro solo fue algo que tenía que pasar en el calor del momento? ¿Y si solo fuimos un instante en el universo?

Que perra puede llegar a ser la vida en ocasiones.

Derramo un poco de café en mi camiseta al escuchar que llaman a la puerta con fuerza. Maldigo antes de ir a ver de quien se trata. Y por supuesto, afuera se encuentra Adara cruzada de brazos, no deja de mirarme con frialdad. Por lo visto sigue molesta porque dejé ir a Denise.

Y eso que aún no le he comunicado el resto de mis planes.

—Adara... —suspiro con pesadez al decir su nombre. Ahora no me encuentro de humor para estar peleando.

—No te hagas el sorprendido —me replica con dureza —. Si tú me pediste que viniera a verte.

—Pero no te pedí que tumbaras mi puerta a patadas —cuento hasta diez en lo que le pido que pase. Ella lo hace de mala gana —. Necesito pedirte un favor, y espero que lo puedas hacer como amiga mía que eres.

—Depende —se encoge de hombros, no me mira para nada. Esta niña sí que sabe ser una perra cuando se lo propone —. Si es algo relacionado con Denise, puede ser...

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