CUALQUIER LUGAR

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Multimedia: Evanescence –Anywhere.

10 de junio del 2018.

Miro la guitarra que se encuentra guardando polvo en el rincón de la habitación. No le he tocado para nada ni he salido a tocar al malecón desde lo sucedido aquella noche. Me da temor salir por las noches, o quedarme a solas por las calles de Vallarta. Supongo que esta sensación se irá con el tiempo. O por lo menos eso espero.

Fueron días intensos, tanto para nuestra relación, como para la hora de enfrentarnos a la justicia.

Si hablamos de nuestra relación, ambos tuvimos que poner las cartas sobre la mesa. Él habló conmigo sobre esa noche, el momento en que Matías llegó al bar —después de hablar conmigo —, las bromas que hicieron sobre mí o sobre cualquier chica se les hubiera cruzado en frente. Como si el abusar de una chica solo fuera motivo de risa para ellos.

Después le hablé de mi encuentro con Matías aquel día en el malecón, que jamás se me hubiera cruzado por la cabeza que él hubiera sido el de los anónimos. Es gracioso pensar que ese día yo le había hecho un comentario sobre no dejarme guiar solo por las apariencias, ya que el diablo antes había sido el ángel más hermoso del paraíso. Nunca pensé que eso hubiera llegado a pasar con él.

Y después se vinieron los trámites legales, las declaraciones. Los enfrentamientos a los que me tuve que enfrentar, pero que gracias al abogado que contrató para mí el patrón de Gael, no les fue tan fácil humillarme ante la corte.

Claro, él se puso a decir que yo me encontraba demasiado provocativa en todas las noches en las que él me mandó los anónimos. Que yo le coqueteé desde el primer momento en que lo vi. Que en la noche de la agresión yo lo provoqué al llevar mi mano hacia su pene —hago una mueca al recordar la mancha de semen que traía en mi short aquella noche, simplemente era asqueroso —. Me quiso degradar de todas las formas en la que le fue posible. Solo que a él se le olvidó que ya había pasado por todo esto antes, y que en esta ocasión ya no me iba a dejar amedrentar.

Me defendí sin bajar el tono de mi voz, sin balbucear siquiera. No me dejé amedrentar por su abogado. Finalmente fue declarado culpable, aunque no por mucho tiempo —como yo hubiera esperado, pero como no hubo violación, no había mucho que hacer —. Aun así pusieron una orden de restricción para que no estuviera cerca de mí.

Pero a pesar de todo esto que he vivido, algo me quedó bastante claro. Llegó el momento de enfrentar a César, de hablar con mis padres frente a frente. De unir mi pasado y mi presente de una vez. Ahora mismo creo que tengo más fuerza que antes.

—Deni —alzo la mirada en dirección a la puerta, que es donde se encuentra Gael. A sus espaldas lleva la guitarra, debe ir a tocar al malecón —. Ya me voy —se acerca hasta donde yo me encuentro para darme un beso rápido en los labios —. ¿Segura de que no quieres venir? —me vuelve a preguntar —. Podrías tocar conmigo. Nunca lo hemos hecho juntos en el malecón.

— ¿Qué no habías dicho que no debería haber dos rockeros a la misma hora? —ríe mientras niega con la cabeza —. Te lo agradezco, pero aún no estoy lista. Solo tenme paciencia.

—Oye, no es por presionarte. Es solo para que salgas de estas cuatro paredes, no quiero que le estés dando vueltas a lo mismo —le sonrío con sinceridad —, pero solo será hasta cuando te sientas lista para hacerlo.

—Yo también espero que eso sea pronto —se inclina para besar mis labios nuevamente —. Y cuando ese día llegue, te tomaré la palabra para cantar los dos juntos —paso una mano por su pecho —, así que pondré mi mejor esfuerzo antes de que se te ocurra cambiar de opinión.

—Mi oferta seguirá siendo la misma, bonita —me besa nuevamente. El calor comienza a subir por mi cuerpo a una velocidad que me sorprende. Anteriormente le había comentado esto a Becca, y ella me dijo que solo había una forma de apagar el calor y era desatándolo. No volví a preguntar nada después de esa respuesta.

La única excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora