NO LLORES

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Multimedia: Guns N' Roses- Don't cry (Violet Orlandi cover)

Mi amigo se encuentra a unos cuantos pasos de donde nos encontramos nosotros. Trae puestos unos pantalones de mezclilla oscuros, con una camiseta gris. En su mano derecha trae unos lentes de sol que se acaba de quitar para vernos mejor. Su mirada se torna picara al ver que Gael está conmigo.

— ¿Entonces qué esperas para saludarme? —con el corazón desbocado, me suelto del agarre de mi acompañante para darle un fuerte abrazo a mi amigo. ¡Demonios! Realmente extraño a mis amistades, a todos ellos. Sin importar que sean rompe ovarios como este tipo.

—Pero mírate nada mas —me toma de la mano y con un silbido me da una vuelta para verme mejor —. Si las fotografías de Instagram no te hacen justicia —frunce el ceño —. Pero no te voy a negar que cuando las vi, no podía creer que fueras tu —me da un leve golpe en el hombro —. Ya era hora de que decidieras vivir la vida —se cruza de brazos fingiendo enojo —. Por cierto, esa vez yo tenía razón. Tú planeabas algo. Planeabas tu huida.

—Parte de ella, podría decirse.

—Y me mandabas a la mierda solo porque decía mis sospechas en voz alta. Sí que eres malvada.

—Ricardo —le pongo ambas manos en los hombros y le doy una sacudida —. Supéralo.

— ¿Y no me vas a presentar a tu novio? —mi rostro se enciende al ver que acaba de preguntar eso en voz alta, con el vil propósito de que Gael lo escuche —. Nada mal. Este hombre hace que César parezca un niño. Un niño con dientes de leche.

—Ricardo, cierra la boca —le ordeno entre dientes — Gael es solo un amigo.

— ¿Un amigo, eh? —me da otro empujón —. Así lo llaman ahora.

—Gael —digo en voz alta, pidiendo al cielo que este hombre no cometa ningún tipo de indiscreción —, te presento a Ricardo, uno de mis mejores y fastidiosos amigos. Ya que sin duda es un dolor en el culo —ambos estrechan sus manos —. Ricardo, él es Gael. Un amigo.

—Un gusto —comenta Gael con seriedad. Esto no es su fuerte —. ¿Si quieres ir a algún sitio para hablar con él? —Pregunta solo mirando en mi dirección —, por mí no hay ningún problema.

— ¿Qué vas a hacer en todo este rato?

—Ir a que me hagan un masaje, ya que el golpe aun duele —los dos sonreímos al recordar lo sucedido anoche —. Descansaré un rato y estaré listo para la hora de comer. ¿Te parece? —asiento con la cabeza —. Y después podríamos ir al castillo. Los tres, ya que no dudo que quieras pasar el tiempo con tu amigo.

—No sabes lo que dices... —murmuro sin mirar algo en particular —. Este hombre hace un escándalo por cada lugar al que va.

—Soy una divaza y lo sabes —comenta Ricardo con ego.

— ¿Hasta la hora de la comida? —asiente —. Te llamaré.

—Disfruta tu desayuno —se inclina para depositar un beso en mi mejilla —. Hasta luego —le dice a mi amigo al separarse de mí, para después regresar rumbo al hotel.

— ¡Chau! —grita Ricardo con emoción —. Y eso que es tu amigo. No dudo que tengas algo de acción antes de que cante el gallo.

— ¡Cállate, quieres!

—Ahora que estamos solos dime, ¿Dónde has estado todo este tiempo?

**

—Ahora que estás decidida a llevar un estilo distinto al que estabas acostumbrado —me dice Ricardo al dejar su taza de café sobre la mesa. Los dos vinimos a un café que se encuentra por la calle Tepeyac, enfrente del Santuario —. ¿Por qué no intentas pintarte el cabello de morado o azul? Luciría genial.

La única excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora