AMARILLO

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Multimedia: Coldplay – Yellow (Subtitulado español)

—Pero no pongas esa cara, chica —me dice la rubia con sorna antes de dar unos pasos en mi dirección —. Tal parece que estás viendo a un fantasma.

— ¿Cómo es que estás aquí mismo? —mi amiga arquea una ceja. En sus labios se dibuja una media sonrisa —. Quiero decir, ¿Cómo es que no estás en Paraguay con Mateo?

—En primera, creo que tenemos que dejar las preguntas para después —se acerca y me envuelve entre sus brazos —. Tú sí que sabes cómo causar un alboroto en el pueblo, ya que según Ian todos están hablando de ti desde que te fuiste. Incluido el idiota ese con el que andabas.

—Por lo menos puedo decirte que ya comprendo tu manía de viajar —su semblante se torna serio por unos segundos antes de volver a su máscara anterior —. Hay veces en las que no se puede seguir viviendo ahí.

— ¿Llevas viviendo aquí desde que todos nos fuimos de Xochimilco? —asiento con la cabeza —. Eso explica tu exagerado equipaje —mira a su alrededor por unos instantes —. ¿Dónde estás viviendo?

—En una vecindad que se encuentra a unas cuadras de por aquí.

—Pues en marcha —Becca toma mi guitarra para colgársela al hombro mientras que yo la miro con la expresión desencajada —. ¿En serio crees que te voy a dejar ir después de este tiempo que has estado ausente? Pues fíjate que no señorita, tu y yo tenemos mucho de qué hablar.

—Supongo que ya has de haber pagado tu estancia en uno de los hoteles del lugar, no querrás perder tu dinero invertido.

—Por una noche que no duerma en el hotel no me va a pasar nada. Y si estás preocupada por si le vaya a decir algo a los demás, puedes estar tranquila —el alma vuelve a mi cuerpo —. Nadie lo va a saber. Sé lo que es necesitar un tiempo a solas.

Con esa declaración de su parte ya puedo respirar con normalidad de nuevo. Por lo que estando más tranquila la guio hasta mi casa, mientras vamos hablando de cosas triviales —muertes de artistas, nuevas canciones, películas —. En el camino nos detenemos por una pizza y unos refrescos hasta llegar a mi vivienda dentro de la vecindad.

—Y ahora explícame, ¿Cómo es que se te ocurrió venir aquí? —es lo primero que me pregunta Becca antes de beber de su soda. Las dos no encontramos sentadas en la mesa de la cocina —. Bien pudiste haberme hecho una llamada y yo te habría recibido encantada en Asunción.

—Si te digo como fue mi elección te vas a reír —me mira sin comprender una palabra de lo que acabo de decirle —. Días antes del año nuevo que íbamos a pasar con la familia de Evangeline, tuve un suceso en el café. Realmente ya no podía continuar ahí.

—Ian comentó algo de unas palabras hechas con grafiti en el local —asiento al recordar con amargura todo lo que viví en ese día —. Pero algo más pasó ahí, ¿tuvo que ver Cesar en eso?

—Simplemente ya no podía continuar —le doy un mordisco a mi trozo de mi pizza antes de proseguir —. Por lo que planee irme a otro destino una vez que se acabaran las vacaciones con Evangeline. No planee ir a algún lugar en especial, solo tomé el pasaje que estuviera disponible.

—Puerto Vallarta —adivina mientras que yo asiento con la mirada —. Por eso mismo no quisiste que te llevara Ian de regreso al pueblo. No planeabas regresar.

—Exacto —rio al recordar la cara de Ian cuando le dije que necesitaba regresar yo sola a Ajijic —. Aun no puedo creer que Ian se tragara la pobre excusa que le di para no irme con ellos.

—No te voy a negar que a mí también me sacó bastante de onda —bufa —. ¿Tú en un chat de citas a ciegas? Sí que era difícil de creer. Pero todos pensamos que querías arriesgar el pellejo haciendo cosas poco comunes en ti, por lo que lo dejamos pasar.

La única excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora