Capítulo XII: "Solo para mí"

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Rami.

Aquel beso, despertó algo tan profundo en ambos, lo sabía con solo mirarla a los ojos. Todo era distinto ahora, todo lo que nos habíamos esforzado para ignorar la química entre nosotros había fracasado, y nunca me imaginaría lo apasionada que era Layna. Conocer este lado de ella sabiendo que normalmente no es así, me hacía sentir afortunado de tenerla solo para mí.

Gracias a que no la llamaron de ningún lugar para trabajar, ella decidió volver al teatro, donde comenzamos con las clases de gestos faciales y corporales.

Todo marchaba bien a mi parecer, ella iba a la escuela por la mañana, pasaba la tarde en el teatro y luego dormía en casa, por la noche, nos escabullíamos y mirábamos las estrellas en el jardín, mientras hablábamos de muchas otras cosas.

Una de esas noches, recibí una llamada inesperada de Lucy.

-Creo que es tiempo de vernos, Rami-dijo con seriedad al otro lado de la línea.

-Aún no han pasado los dos meses-expliqué.

-Lo sé. Pero ha ocurrido algo.

-¿No puedes esperar una semana?

-¿Tanto tiempo? No-pausó-¿Estás con alguien?

-¿Qué es lo que ocurrió?

-Tomé mi decisión.

-Yo aún no.

-¿Podemos hablarlo? En persona-solté un suspiro. Por primera vez comenzaba a sentirme agusto en esta casa, y la idea de irme me pareció muy lejana. Yo sé que Lucy estaba dispuesta a dejarme ¿tenía que ir en persona para que me lo dijera?

-Dame un par de días-dije al final, rendido ante la presión.

-Bien. Te veo en el departamento-y cortó.

-¿Todo bien?-preguntó Layna detrás de mí.

-Sí, cariño. Solo tengo que viajar por trabajo en unos días.

-Oh, ¿volverás?

-Por supuesto-la abracé y luego nos besamos.

-Creo que iré a dormir. Te veré por la mañana.

-Hasta mañana, cielo-me despedí y ella entró en la casa. Yo me quedé un momento afuera.

*****

Al día siguiente, pase toda la mañana y parte de la tarde con Ben, planeando las siguientes sesiones de las clases. Luego, salimos a almorzar a un restaurante cerca.

-Te veo preocupado, amigo mío-me dice. Lo veo y sacudo la cabeza, botando mis pensamientos.

-Lucy me llamó.

-Oh, no, ¿llegó la hora?

-Planeo volver e intentar tener una relación normal con Layna.

-¿Qué?

-Ya sabes, decirles a todos en casa. Formalizar lo nuestro.

-¿Lo suyo? ¿Hablas de sus sesiones de besos y sus escapadas? Amigo, no...--pausó y me miró asustado-Por lo que me has dicho de tu sobrino y su padre... van a matarte. Al parecer te metiste con lo más preciado de ambos.

-No es familia de ellos.

-No, pero como si lo fuera. Básicamente vive ahí, pasa todo el tiempo y es menor que tú, mucho menor-suspiré.

-Pero es mayor de edad, y si ella me quiere también, ellos no pueden hacer nada-el rubio se recargó en su asiento y suspiró estresado.

-¿Qué pasa si se entera que evitaste que le dieran trabajo? Va a odiarte.

-No tiene por qué saberlo.

-Tienes que decírselo. No puedes comenzar una relación con mentiras. Y viendo el panorama, eso no es lo peor.

-¿Qué es lo peor?

-Tú hermana. ¿Qué va a decir al respecto? ¿Te apoyaría? ¿Dejaría que su hermano de treinta años anduviera con una chica que prácticamente vio crecer?

-¿Por qué de repente te importa demasiado? Tú fuiste el que dijo que había química.

-Sí, pero no te dije que fueras por ella. Quizá y todavía es virgen, ¿no lo has pensado?

-Por supuesto, ella no ha estado con nadie.

-¿Y qué hay de Sebastián?

-¿Qué con él?

-¿No tuvieron una relación?

-Ella dijo que no.

-Pudo haber mentido. Y si fuera cierto, él está enamorado de ella.

-¿Cómo lo sabes?

-Hemos charlado cuando no estás, ella no lo ha dicho directamente pero es obvio, y ni tú viviendo cerca te has dado cuenta-me quedé pensativo-Y duermen juntos.

-Ya, amigo, cierra la boca.

-Quizá ya lo hicieron-lo miré con recelo y ya no volví a hablar.

****

Por la tarde, casi cayendo la noche, llegué a casa. Mi hermana dejó una nota en la encimera, anunciando que volvía por la mañana.

Tome una cerveza del refrigerador y le di un sorbo. En seguida, unas risas se escucharon desde la habitación de arriba.

Las palabras de mi amigo no han logrado salir de mi mente, ¿y si en realidad había algo entre ellos? Me molestaba tan solo imaginarlo, pensar que luego de vernos cada noche iba y se recostaba alado de él.

Dejé la botella en la cocina y subí las escaleras, al llegar a la habitación de Sebastián, abrí la puerta sin avisar. La chica se hallaba sentada sobre las piernas de él, y al verme, se levantó en seguida. Observe la escena con los ojos algo abiertos y paralizado todo mi cuerpo.

-¿No sabes tocar?-exclama mi sobrino molesto, levantándose de la silla, me mira furioso y por primera vez, lo miré de la misma manera.

Vestida de azúcar 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora