Capítulo XVII: "Una apuesta"

197 24 1
                                    

Rami.

Siempre tuve la idea de formar una familia. Desde pequeño supe que eso era inevitable, algún día me convertiría en padre de alguna criatura, pero siempre quise tener presente, que lo haría con una mujer a la que amara con todo mí ser. Imagine que tendríamos un lindo noviazgo, nos casaríamos y luego llegaría esa luz. Aún a mi edad seguía teniendo ese pensamiento. Quería vivir todas aquellas cosas alado de la mujer que yo amaba y que me amaba.

Por un segundo, creí haber encontrado aquello en Layna. Estando con ella imagine nuestras vidas. Quería que todo fuera lento, y de alguna forma ya había planeado todo; ella seguiría con sus clases de teatro hasta conseguir una oportunidad en el mundo real, le diríamos la verdad a nuestras familias, ellos no estarían de acuerdo al inicio pero luego lo aceptarían y dirían que aman vernos juntos, y que hacemos una pareja extraordinaria. Después del año, le pediría matrimonio, y al año siguiente tendríamos nuestro primer bebé. Viviríamos en una casa en Los Ángeles mientras seguíamos trabajando.

Ridículo. Así me sentía justo ahora al pensar aquello. Al plantearme algo que nunca iba a suceder. Pasará lo que pasará y de la forma que pasará, Layna y yo no podíamos estar juntos.

Justo ahora, observo como Lucy, pasea estresada por toda la habitación desde que llegué y volvió a repetirme la noticia. Estaba desesperada porque yo no había dicho ni una sola palabra desde entonces.

—Creo que fue un error llamarte—menciona.

—No... es solo que estoy pensando que podemos hacer.

—Tengo dos meses, ya no puedo abortar.

—Por Dios. Eso nunca ha sido una opción—exclamé.

—Bien, entonces ¿qué?

—No lo sé, ¿tú qué quieres hacer? Lo que decidas lo apoyaré—ella soltó un suspiro de cansancio.

—Estuve pensando—pausó—Tenemos que continuar con nuestra relación por lo menos durante el embarazo y algunos meses después—el tono tan golpeado de su voz, me hizo entender que no estaba nada feliz.

—¿Ya habías decidido terminar lo nuestro?—pregunté de repente con curiosidad. Ella me miró con atención.

—Sí—confesó—Pero no porque no te quisiera, Rami, nuestro trabajo nos obligaba a tomar esa decisión. Por salud mental—asentí comprendiendo—Seguiremos siendo exclusivos, así que no podemos salir con nadie más. Podrían tomarnos fotos.

—Bien.

—¿Tenías a alguien?

—No.

—No te creo, pero está bien. Yo sí.

—Lucy, no tenemos que hacer esto. Apenas es nuestra primera conversación del bebé y te ves desdichada.

—Lo estoy—dio la vuelta con los ojos llorosos y se marchó a su habitación.

Di unos cuantos pasos y salí al pasillo del edificio. Me sentía terrible. No me gustaba ver a Lucy así, tan infeliz con esto. Sé que estar juntos sería bien por el bebé, pero a largo plazo, ambos seremos muy infelices, y solo le daremos eso a nuestro bebé. Todo sería más sencillo si la gente no nos conociera y a Lucy le importara un comino verse en una página de chismes tachándola de todo lo malo que se pueda imaginar.

La quería, quería a mi bebé, y estaba dispuesto a sacrificar mi vida por ellos, a sacrificar mi vida con Layna. En seguida, sentí la necesidad de escuchar su voz, de hablarle, de hacerla reír. Sé que debía decirle la verdad antes de que se enterara por otro lado, y me armé de valor a hacerlo justo ahora. Tomando mi celular, llamé al número de la casa de mi hermana, ya que, debido a que Layna y yo pasábamos mucho tiempo juntos, nunca intercambiamos números. Que estúpido de mi parte.

Esperé impaciente a que fuera su voz la que recibiera este llamado, en cambio, la voz de Seb fue lo que escuche a continuación.

—¿Sí?

—Hola, Sebastián, soy Rami.

—¿Qué quieres?—exclamó molesto.

—¿Puedo hablar con Layna?—hubo un corto silencio.

—¿Para qué?

—Por favor.

—Escucha, ni Layna ni yo queremos que vuelvas a llamar, lo que pasó entre ustedes fue por una apuesta que hizo conmigo, ¿y qué crees? No fuiste el único que pasó por ahí.

—¿De qué hablas? ¿Qué apuesta?—pregunté confundido.

—Ella quería demostrarme que podía acostarse con cualquier chico que yo le dijera, y le dije que lo hiciera contigo y otros cuatro más, incluyéndome.

—Eso no es verdad—dije sacando humo por mis oídos, y apreté con fuerza el celular sobre mi mano.

—Sí creíste que regalándole un teatro, la enamorarías, te equivocaste, ella solo aprovechó la oportunidad. Nunca te quiso, y en realidad, siempre hemos estado juntos. No vuelvas a llamar, y si regresas, le diré a mis padres lo que hiciste con ella—terminó con mucho enojo y cortó la llamada. 

Vestida de azúcar 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora