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Harlem – Manhattan (New York) – Estado de New York. 02 de noviembre de 2019. 06:00

Pronto sería 15 de noviembre. Entre más se acercaba la fecha, peor eran sus pesadillas prácticamente no había dormido, estaba exhausto.

Alec se sentó cansado en el borde de la cama, el frío también aumentaba con el paso de los días, dándole la bienvenida al gélido invierno que ya tanto amaba de New York.

Estaba agotado, dentro de poco serían diez años de la muerte de sus padres y también diez años desde su tortura,esa que aún continuaba. Vivir como lo hacían era un martirio. Hace 10 años nadie los había rescatado, el bastardo que los había secuestrado se había cansado de abusar de ellos porque ya no era divertido y nunca lo habían cogido, pese a las descripciones, al ADN encontrado en ellos, a la supuesta investigación; nada había servido, hasta que la huella se enfrió y el caso simplemente se archivó.

Era sábado de mañana, nadie tenía clases ese día y seguramente dormirían hasta tarde, habían tenido noche de películas, traduciéndose en irse a la cama de madrugada. —Apenas son las seis... — susurró cansado, leyendo la hora en su celular, pero ya no podría dormir más. Se vistió con ropa deportiva y salió a trotar, rumbo al gimnasio donde entrenaban desde hace años.

Su experiencia los había hecho lo suficientemente paranoicos, tanto a él como a Izzy, como para empezar a entrenar defensa personal y artes marciales desde muy muy jóvenes. Hace no mucho, habían inscrito también a Max, afortunadamente el niño estaba encantado. El solo recuerdo de Max hacia a Alec feliz ya que aunque habían crecido solos, al menos tenían el mejor hermano que cualquier persona podría pedir.

Desde que se habían mudado solos había buscado pistas sobre lo ocurrido esa noche. Había estado buscando a ese tipo que había herido a su hermanita y a él, pero parecía que la tierra se lo había tragado totalmente; se había esfumado como la espuma del mar, sin dejar rastro. Pero él no se rendería, nunca se rendiría tan fácilmente.

Por años se había entrenado para esto, había aprendido de computadores, aunque inicialmente con dificultad y los encendía; había logrado infiltrarse en la red oscura y había aprendido muchísimas cosas con los años.

Izzy estaba al tanto de todo, no es que no se lo hubiera podido ocultar por mucho tiempo, más bien, lo había descubierto.

Cuando se comienza alguien a mezclar en la red oscura, conseguir credibilidad no es sencillo, y la información resultaba muy costosa, por algo quienes operan desde allí son principalmente criminales.

Con mucho esfuerzo y estudio logró mejorar y descubrir cosas. La información era tan o más valiosa que las piedras preciosas cuando se navegaba en esa fina línea entre la moralidad y la justicia. Al principio solo fueron pequeños intercambios, alguna información no tan importante, pero conforme el tiempo pasaba, las cosas se volvían más serias y antes de darse cuenta tenía una reputación y credibilidad mayores de las que quería, porque no quería estar involucrado con lo que sabía que esa "credibilidad" había sido conseguida. Nunca haría algo que pondría en juego la vida de sus hermanos y sus transacciones siempre eran confidenciales y si encontraba algo lo suficientemente peligroso en el lugar, como un buen ciudadano americano pasaba la información a las autoridades, sin que se pusiera en juego su papel en todo eso, claro está.

Así lograba acallar un poco el sentimiento de culpa que crecía cada vez que se metía más en ese mundo. Lastimosamente aún no había logrado encontrar nada.

Por más irónico que fuera, estudiaba derecho en la universidad de Columbia, no muy lejos de donde quedaba su casa. Para todos los efectos normales, era un chico regular que hacía sus búsquedas en Google Chrome y su mayor acto de ilegalidad digital sería descargar algún video de YouTube. Él sabía que Max no era tonto y siempre los veía extraño a él y a Izzy (cuando lo acompañaba) cuando se encerraban en la biblioteca, donde había un computador mucho más potente del necesario para ingresar a Chrome, pero no hacía preguntas. Nunca hacía preguntas y aunque lo agradecía, se preguntaba a veces si era saludable para él.

Transgresión (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora