Capítulo 25

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Luego de una extensa explicación, quedó claro que Steve eran un Alfa casado y con un cachorro; y que el Omega que tenía su marca, no era nadie más que el hijo de Howard y el irresistible genio.

Peggy sonrió con vergüenza ante lo que le había dicho al Omega.

Sin embargo, Tony le regreso la sonrisa sin ningún resentimiento.

Había sido también culpa de él por esconder todo.

—Pensé que ellos sabían sobre lo suyo. —Bucky jugaba con su saco detrás de la puerta, al momento en que Tony se cambiaba dentro de la habitación.

El festejo por el triunfo del Capitán América no se hizo esperar. Todos esa noche vestían de gala.

—No lo hacían. —Contestó en alto el castaño.

James seguía esperando.

—Bien... ¿Y qué tal?

Barnes sintió que la puerta se abría.

Se quedó con la boca abierta. El Omega se veía elegante y sensual con ese uniforme abrazando su cuerpo.

Los pantalones resaltaban sus buenos atributos.

—Eso pensé. —La sonrisa del genio no hizo otra cosa más que aumentar su atractivo.

Peter aplaudió ante la imagen de su papi.

Él también vestía un pequeño traje que su abuela había confeccionado para él.

—¿Dónde está Steve? —Pregunto él castaño sacando de su letargo al sargento.

—Esta dándole coordenadas a la agente Carter sobre la ubicación de todas las fábricas de Hydra.

Anthony asintió para después sonreír a su hijo.

Estaban orgullosos de su Alfa.

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La celebración comenzó.

Bebidas iban y venían, la música eran los clásicos de ese momento y una que otra melodía movida.

Todos contaban sus anécdotas con pasión y verdadero heroísmo.

Peter tenía un rostro lleno de sorpresa en cuanto los soldado brincaban de sus lugares exagerando la historia.

La risa del pequeño era la más hermosa tonada.

Peggy causó que varios quedarán embobados con el vestido rojo que se había puesto para la ocasión.

Sin embargo, los chiflidos llegaron cuando Tony paso entre toda esa bola de Betas y Alfas.

—¿No se unirá con nosotros? —Un hombre de su edad, lo miro coqueto mientras él tomaba de su bebida.

—No sé que tan bien se vea un Omega casado en medio de varios soldados al acecho. —Respondió retando al Alfa.

—No tiene de que preocuparse, tengo entendido que usted sabe varios movimientos que me dejarían fuera de combate. —El Omega negó ante el guiño de éste.

Pero, al final, aceptó la invitación.

Hace mucho no se divertía.

Steve, por otro lado, se dirigía donde todos los hombres cantaban o hablaban en tonos altos.

Había escuchado el alboroto de todos, y en cuanto detectó el aroma de su pareja, sus instintos se pusieron alerta.

Un gruñido se atascó en su garganta cuando vio como Tony sonreía con petulancia, ganando, posiblemente en las cartas.

Los Alfas de esa mesa parecían lobos hambrientos.

—¡Tony!

El castaño lo miro con sorpresa, mientras los soldado sólo bajaban la cabeza.

Steve estaba cubriendo el lugar con su aroma. Estaba marcando territorio.

—Lo siento caballeros, el deber me llama. —Anthony les guiño el ojo y les hizo un saludo militar.

Eso molesto aún más al rubio.

—Pensé que estabas con Peter.  —El Alfa lo tomó de la cintura con posesividad.

—Está con la banda de locos que trajiste. Parece que Peter sabe cómo sacar el lado tierno de esos orangutanes. —Dijo fingiendo demencia.

Steve mantenía un rostro serio, al mismo tiempo que jalaba a su Omega con él.

Ambos se dirigieron con Howard, sin embargo una Beta rubia los paró en la entrada, sin dejar de ver al Alfa.

—¿Se le perdió algo? —Tony siseo ante la descarada mujer.

Ésta se hizo la desentendida y volvió a su lectura.

Rogers sonrió ante los celos de su castaño.

—No le veo lo gracioso. —El genio se cruzó de brazos.

Steve simplemente amplio más su sonrisa.

—Pensé que estabas disfrutando la noche.

—Lo hago cuando no hay ofrecidas queriendo lanzarse a tus brazos. —Alzó la voz con toda la intención de que la Beta lo escuchará. Está aspiro con indignación fingiendo leer.

El rubio no pudo hacer otra cosa que no fuera besar con hambre al Omega.

Invadió su boca y recorrió con su lengua todos los lugares de la cavidad.

Anthony gimió mientras paseaba sus manos por el pecho cubierto por el uniforme y mordía de vez en cuando los labios de su Alfa.

La Beta parecía incómoda en su lugar... O tal vez era envidia.

—¡Señores!

La voz de Peggy los separó. Tony carraspeo, mientras Steve lamia sus labios sintiendo el ardor de las mordidas.

—Howard los espera.

Los dos soltaron pequeñas carcajadas, recordando pequeños momentos como cuando eran novios.

Sin más, Steve tomó la mano de su esposo y los dos se encaminaron hacia el taller del padre de Tony.

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