3. Lista de invitados

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Ese día en particular la alarma no sonó, lo que significaba que era sábado. Jay suspiro con alivio ante la idea de un día relajado después de su ajetreada semana tratando de proponerle matrimonio a su novio; finalmente podría descansar, tendrían un día de holgazanería, se despertarían tarde, desayunarían, se recostarían en el sillón todo el día, verían películas, ordenarían comida china y quizás tendrían una calurosa sesión de besos después de eso, si, sonaba perfecto. Jay se volteo hacia la derecha, con la intención de abrazar a su pareja pero se encuentra con la sorpresa de que él no se encuentra ahí; solo esta Dude, hecho bolita en el lugar de su amo.

El árabe se levanta de golpe extrañado, pues Carlos jamás se despertaría temprano un Sábado, no lo hacia los demás días, mucho menos el fin de semana. Después de estirarse un poco, sale de la habitación para buscarle; lo primero que escucha es el sonido del televisor encendido y después la cantarina voz de su novio proveniente de la cocina. De inmediato camina hasta donde supone su novio se encuentra, y efectivamente esta ahí, picando fruta para los waffles que se están preparando en la wafflera.

Carlos se encuentra bastante concentrado en su tarea pues no quiere volver a cortarse con el cuchillo como la ultima vez, Jay aprovecha el momento y le abraza por detrás haciéndole saltar sorprendido; el moreno besa el cuello del pecoso quien tras darle los "buenos días" vuelve a su tarea de picar fresas -Te levantaste temprano... Eso es extraño- Murmura Jay en su oído, para después mordisquearle.

Carlos relame sus labios y sonríe -Oh ya sabes, me gusta ser espontaneo- Contesta con simpleza, soltando el cuchillo para poner los waffles que están listos en un plato.

Jay no se ha separado de el chico y no parece tener intenciones de hacerlo, en vez de eso empieza a besar los hombros de este y regresar después al cuello -¿Sabes que seria más espontaneo?- Pregunta cerca de su oído de nuevo, Carlos atina a hacer un ademán con la cabeza para animarle a seguir; Jay muerde uno de su labios y acerca aún mas su cuerpo con el del pecoso para después darle una nalgada y gruñir en su oreja -Que dejaras de hacer eso y me ayudaras con esto- Y tras decir eso, el moreno restriega su erección mañanera contra el firme trasero del chico, quien atina a resollar indignado y darle un manotazo en el brazo para que le suelte.

-Quieto, Jay- Dice con voz firme, se voltea para mirarle y amenazarle con el envase de miel en sus manos, encontrándose con esa mirada intensa que el árabe siempre pone para convencerle de hacer algo -¿Por qué mejor no eres educado y saludas como se debe?- Pregunta con un puchero, tomando su rostro con sus manos para hacerle voltear al comedor, donde se encuentran nada más y nada menos que Mal, Ben y Jane.

De inmediato Jay se despega de Carlos y con pasos torpes intenta simular que él no estaba planeando hacer nada; Mal rueda los ojos desde su lugar y sonríe burlonamente despegando su vista del periódico en sus manos -Buenos días, Jay- Dice con una gigantesca y burlesca sonrisa que hace a Jay fruncir el ceño -¿Dormiste bien?- Apenas si atina a reprimir una risa.

El árabe entonces mira a Jane y Ben, la primera se encuentra bastante concentrada en su teléfono y solo le mira para saludarle mientras que el rey de Auradon esta completamente colorado, aclara su garganta y mira hacia otro lado incomodo, entonces él si le había visto, demonios ahora pensara mal de él.

-Hey...- Atina a decir con claro nerviosismo, intentando recuperar la compostura -¿Qué hacen aquí?- Pregunta con una falsa sonrisa, pues sabe que sea cual sea la respuesta, su sábado para holgazanear se ha terminado.

El joven De Vil pasa a su lado con una sonrisa burlona, para dejar un plato de waffles con fresas, miel y crema batida en frente de Mal, quien gruñe de felicidad al ver lo deliciosos que se ven; Ben aprovecha el momento para levantarse y estrechar su mano con la de Jay ahora que la vergüenza se le ha pasado -Permíteme felicitarte por tu reciente compromiso con Carlos- Pronuncia con una gigantesca sonrisa apretando la mano del moreno.
Así que de eso se trataba, Jay sonríe de medio lado y agradece a Ben con un corto abrazo -Quiero que sepas que les ayudaremos en todo lo que necesiten, chicos- El Rey de inmediato dice, con esa radiante sonrisa que no ha desaparecido desde el primer día que lo conocieron.

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