10. Luna de miel

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Los ojos chocolate de Carlos se abren poco a poco, suelta un gran bostezo y estira sus brazos adormilado. Una vez que despierta por completo mira a su alrededor para ubicarse un poco y es ahí cuando recuerda que esta en un lujoso hotel, en una de las playas más hermosas de Auradon "Celebrando su luna de miel".

Después de su increíble fiesta de bodas que termino hasta el siguiente día, todo volvio a la normalidad, o a lo que sea que se acople a esa palabra. Todos los chicos de la Isla tuvieron que volver a su hogar, con la promesa de los cuatro vk's de que ellos les ayudarían a salir de ahí. Mal y Ben siguieron con sus labores reales, viajando de un lado a otro para resolver conflictos políticos y aprobar nuevas leyes como en el caso de Mal, que junto a sus hermanos estaban planeando como resurgir la proclama de Ben para que todos los villanos redimidos tuvieran una segunda oportunidad.

Evie y Doug decidieron también tomarse unas vacaciones, por que a pesar de que trabajar juntos en lo que amaban era divertido también era un poco estresante, necesitaban un tiempo para ellos, tomarse un break para después volver. Jane gano más popularidad al haber organizado la hermosa fiesta de los chicos por lo que después de esta, estaba repleta de trabajo, por suerte "Charlie" el chico que conoció en la despedida de soltero de Carlos, se había ofrecido a ayudarle; De Vil solía molestarla con una traviesa sonrisa sobre que en realidad se gustaban y se quedarían juntos, Jane bufaba con un gran sonrojo en sus mejillas y le decía que se callara aunque muy en el fondo le gustaría que el chico tuviera razón.

Todo volvio a la normalidad, con pesar tuvieron que despedirse de sus amigos y familia por que ahora que todo volvería a la "normalidad" ya no les verían tan seguido. No obstante se hicieron la promesa de salir juntos más seguido para no extrañarse tanto.

Y ahí estaba la pareja de recién casados, en una enorme habitación de hotel, acostados en la cama después de una muy "divertida" noche. Carlos se pone un suéter de Jay encima y se reincorpora para sentarse en la cama para ver a su pareja mejor, no puede evitar sonreír cuando lo mira.

Piel canela, ojos hermosos aún cuando permanecen cerrados, labios delgados pero que carajo, besaban como nadie más en el mundo, eran tan adictivos que le hacían enloquecer. Ama su cabello azabache, es tan lacio y suave, podría pasar horas y horas peinándolo y trenzándolo y definitivamente no se aburriría. El árabe tenia unos enormes y muy fuertes brazos, le servían mucho en su profesión como jugador de Tourney pero para Carlos tenían un mejor uso, y ese era abrazarlo y sostenerlo con fuerza por las noches; si le preguntaran cual es su sitio favorito en todo el mundo muy probablemente respondería sin titubear que es en los brazos de Jay, por que es ahí donde siempre se ha sentido protegido, a salvo. Cuando eran más jóvenes un abrazo de Jay le protegía de las recurrentes pesadillas, ahora un abrazo de Jay es un insistente recuerdo de que siempre va a estar ahí para él.

Por que más que estar físicamente ahí para el otro, ya están muy dentro de los corazones del contrario; ya no hay vuelta atrás, ya son parte del otro y bueno, ese sentimiento les encanta.

Carlos besa la respingada nariz de su pareja, este la frunce y amenaza con despertar al removerse un poco, pero bastan un par de caricias en su cabello para que vuelva a sumirse en el mundo de los sueños. El pecoso sonríe, como ama a ese chico.

Aunque por ese momento todo es perfecto y muy hermoso, Carlos no puede evitar bufar molesto por que han desperdiciado tres días de su fabulosa luna de miel en el cuarto de hotel. Y es que desde su llegada solo han estado encerrados ahí puesto que Jay decidió dar rienda suelta a sus deseos y en cuanto pusieron un pie dentro de la habitación no dudo en lanzarse al que ya es su esposo para hacerle suyo por completo. No es que De Vil se queje, habían sido noches y días geniales, amaba cuando Jay era rudo y le empotraba con fuerza y necesidad; también cuando le demostraba cuanto lo amaba con suaves caricias y besos esparcidos sobre su piel. Realmente adoraba eso pero la rutina que el árabe había escogido para su luna de miel empezaba a molestarle un poco.

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