Capítulo 0.

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Capítulo 0.

   — ¡¿Qué diablos sucede?!— abrió sus pesados ojos lentamente mientras volteaba a ver hacia su ventana, pero en ese momento una silueta oscura paso opacando a la luz de la luna, sorprendiendo al hombre

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   — ¡¿Qué diablos sucede?!— abrió sus pesados ojos lentamente mientras volteaba a ver hacia su ventana, pero en ese momento una silueta oscura paso opacando a la luz de la luna, sorprendiendo al hombre.

Raros sonidos comenzaron a escucharse desde afuera de la casa, golpes y movimientos que daban a entender que algo quería entrar desde afuera impacientemente.

   — ¡¿Quién carajos está afuera a está hora?!— el hombre se levanto de su cama y empezó a ponerse sus botas mientras gritaba.— ¡Arthur! ¡¿Estás afuera?!— el anciano no recibió contestación alguna. Volvió a gritar.— ¡Martha! ¡¿Martha, estás afuera?!

Una mezcla de confusión y preocupación inundaron al hombre que de inmediato se sentó en la orilla de su cama, encendió la luz de su lámpara, vio que el reloj marcaba las tres treinta y tres de la madrugada y suspiro haciendo un gran esfuerzo para levantarse,  debajo de la almohada sacó un cuchillo largo y afilado, se agacho y debajo de su cama saco una caja larga grande de cartón, dentro tenía una escopeta y balas. Rápidamente cargo el arma y salió de su habitación a la mayor velocidad a la que pudo. 

Muy impaciente fue hacia la habitación de sus dos pequeños de tan sólo doce años de edad, tan solo para encontrarse con una horrible escena sangrienta: las camas de ambos niños estaban llenas de sangre con un charco grande en medio de ellas, la ventana estaba completamente rota como si algo hubiese entrado desde afuera, pues los vidrios estaban dispersados por todo el suelo y estos, estaban cubiertos de sangre, a su lado había huellas de perro en una extraña mezcla de barro con sangre.

Aquel hombre tan solo grito de horror al ver tal cosa, sin perder el tiempo se dispuso a buscar a sus hijos por toda la pieza y por todo la casa, pero no hayo nada, ni un pequeño rastro que le dijera que les había sucedido. De pronto escucho un fuerte golpe en la puerta de su casa, como si quisieran tumbarla. 

Tomando una bocanada de aire el hombre se dirigió hasta donde la puerta y con su escopeta en mano, se acerco lentamente a la perilla, a punto de abrirla, por detrás de él un perro grande lo ataco mordiéndole el hombro derecho con mucha fiereza, tanta que le desprendió un trozo considerable de carne. La sangre inundaba el piso, donde estaba el señor tirado y asustado, tomándose la herida con su mano izquierda mientras que con la derecha se acercaba su arma que había caído al suelo por el ataque del canino. Admirando aquel gran cerberus con sus dientes afilados y garras puntiagudas el hombre se apresuro a tomar su arma. 

Con rapidez el hombre tomo su escopeta y realizo dos disparos limpios que impactaron con fuerza al perro, destruyéndole la cabeza. Con la bestia ya asesinada, el hombre se levantó y empezó a verse su herida del hombro y a hacerse un torniquete con un pedazo de tela que corto de una cortina de la ventana más próxima, sin saber que en ese mismo momento por las ventanas entraron otros dos cerberus y sin piedad lo atacaron destripándolo por completo.

A la lejanía se podía ver como un hombre de gabardina café y un sombrero de copa montado en un auto los veía, junto con una mujer muy hermosa con un vestido rojo muy elegante y bello de copiloto, con una cabellera larga color negro y lentes semioscuros. 

   — ¿Ahora me crees?

   — Odio admitirlo, pero sí... Te creo.

   — Te lo dije, esta maldita corporación nos está cazando.

   — Pero, no podemos hacer nada...— el hombre encendió el auto y se fue lo más rápido que pudo de ahí.

   — Como que no. ¡Claro que podemos! No nos podemos dejar cazar por ellos, después  de todo lo que hicimos. 

   — Aún sigo sin creer que pudieron matar incluso a los hijos de Samuel.— la mujer estaba al borde de las lágrimas.

   — Lo sé, pero no podíamos hacer nada, si tratábamos de ayudarlo, nos descubrirían. Además, ambos tenemos ya familia, hay que ver por nuestros intereses antes de los de alguien más.

   — Dijiste que iban por un orden, ¿no? 

   — Sí, no van a matarnos a nosotros aún, todavía no nos toca, primero irán por los más reemplazables. Luego por nosotros, y después por el imbécil de Birkin y Wesker.

   — Tendremos que prepararnos para lo que va a pasar...

   — Jennifer, tengo una duda... ¿Quién es el padre de Elspeth?

   — ¿Por qué la pregunta?

   — Simple curiosidad...

   — Tú y yo nunca hicimos nada Wilbur... — el hombre sonrió ante la declaración de la mujer.

   — No lo preguntó por eso. Me dijiste que el niño era hijo de un alto mando de Umbrella... Quizá su padre pueda hacer algo para que no lo maten. Ni a ti, por su puesto.

   — Su padre... Lo creí muerto, pero hay alguien que me ha estado ayudando.

   — Pues será mejor que lo vuelvas a contactar. — Wilbur volteó a ver a Jennifer para después acelerar aún más y salir de las afueras de Raccoon City.

 — Wilbur volteó a ver a Jennifer para después acelerar aún más y salir de las afueras de Raccoon City

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Cerberus

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Cerberus.

Resident Evil: El Hijo Bastardo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora