Tras su gran estatura y sus anchos hombros, Harry Styles escondía un corazón vulnerable. Por eso siempre había evitado a las mujeres, aunque no podía dejar de pensar en su vecina. Pero se decía que ella era demasiado joven para él.
Blair también se había enamorado de Harry la primera vez que lo vio, y a pesar de las reticencias del vaquero, iba a perseguirlo hasta que lo convenciera de que ella era la mujer perfecta para él...A Harry Styles no le molestaba especialmente tener que haber ido a cenar aquella noche a casa de la señora Waldorf, ni la conversación de negocios que tuvo lugar a continuación. Lo que le molestaba, era tener a la hija Blair, sentada frente a él observándolo con adoración-
Blair Waldorf a sus diecinueve años, era una joven verdaderamente escultural: rubia, ojos azules, marcadas curvas y piernas larguísimas y bronceadas. Sin embargo, Harry era incapaz de obviar el hecho de que apenas había dejado atrás la adolescencia, y se empeñaba en ignorarla, consiguiendo solo que Blair se volviera aún más tenaz en sus intentos de lograr que se fijara en ella.Harry era muy consciente de la considerable diferencia de edad entre los dos, ya que él contaba treinta y cuatro años, y tenía demasiadas preocupaciones como para prestar atención a lo que para él eran sólo flirteos descarados de una chiquilla. Era el mayor de cuatro hermanos, y el único que permanecía aún soltero, con lo cual, la mayor parte de la responsabilidad del rancho familiar y el cuidado de su madre recaían sobre él. Su vida era un cúmulo de problemas con el ganado, los peones, y las finanzas del rancho, y Blair era la gota que colmaba el vaso.
Sobre todo, se dijo, ataviada con aquel vestido azul, sin manga, y con un escote, que mostraba demasiado de su dorada piel y sus generosos seños.
¿Acaso a su madre no le importaba que fuera de esa guisa? Harry se preguntó si Eleonor Waldorf se habría dado cuenta de lo rápido que estaba creciendo su hija.
Lo cierto era que nadie parecía tener tiempo para Blair. Podría decirse incluso que había sido Lori, el ama de llaves de los Waldorf, quien había criado a Blair. Sus padres se habían separado hacía años, y él, que era piloto comercial, se había trasladado a Atlanta, Georgia, mientras que Eleonor siempre estaba ocupada con su negocio de venta inmobiliaria.
En ese momento sonó el teléfono, y Eleonor se excusó para ir a contestarlo, dejando a un incómodo Harry a solas con Blair.
—¿Puedo saber por qué llevas tanto rato mirándome con esa cara de furia? — inquirió Blair frunciendo el entrecejo. Se había hecho un recogido, y le daba un aire muy maduro y sofisticado a pesar de su edad.
—Porque ese vestido es demasiado atrevido, por eso— le contestó Harry con aspereza. No solía ser así con los demás, pero la atracción de Blair hacia él lo irritaba, y sin percatarse la trataba con cierta brusquedad—. Tu madre no debería comprarte cosas así.
—No me lo ha comprado—respondió Blair con una sonrisa traviesa—, es suyo. Se lo he tomado prestado, pero estoy segura de que ni siquiera se ha dado cuenta de que lo llevo puesto. Ya sabes lo poco que se fija en nada. Solo piensa en los negocios.
—En cualquier caso, ese vestido es demasiado adulto para ti— insistió Harry en un tono condescendiente—. Deberías llevar cosas más....apropiadas para tu edad.