Blair estaba segura de que Harry no podía haber dicho lo que creía haber oído.
—¿Qué? —balbució atónita.
—He dicho que no vas a casarte con Randall —le dijo él en un tono que no admitía discusión. Bajó la vista a la bandeja que le habían llevado a la joven con el almuerzo —. No estás comiendo nada. ¿Es que quieres que vuelvan a ponerte todos esos tubos para alimentarte por vía intravenosa?
La habían subido a planta, y tenía su propia habitación, llena de flores, de amigos y conocidos.
—No tengo hambre —contestó ella, observándolo aún con los ojos muy abiertos. —Pues tienes que comer —insistió él—, ya has perdido bastante peso.
— Ya soy una mujer, Harry, deja de tratarme como si fuera una niña —le espetó ella irritada.
Harry bajó la vista al pecho de Blair, bajo el camisón del hospital, y le dirigió una pequeña sonrisa.
—Sí, en ciertos sentidos te has convertido en toda una mujer —le dijo en un tono sugerente.
Blair se sonrojó, irguiéndose para apartarse de él, Harry se inclinó hacia ella y rozó sus labios con suyos...
—Harry, por favor, no...
Él observó que parecía nerviosa, e incluso algo asustada.
—Lo que sientes es normal, Blair. El deseo a veces intimida un poco. A mí mismo me aterra el modo en que te deseo.
Blair se estremeció, y cerró los ojos cuando él volvió a besarla con lánguida sensualidad. Sin poder evitarlo las manos de Blair subieron hasta los hombros de Harry, y empezó a masajearlos mientras él devoraba sus labios.
—Oh, Harry, no deberíamos hacer esto...— gimió—estoy comprometida...
Pero él hizo el beso más profundo, haciendo que todo pensamiento sobre Randall y la honorabilidad se desvanecieran de su mente. Emitió un suspiro ahogado de placer, y con manos temblorosas lo tomó por la nuca y lo atrajo más hacia sí mientras él le introducía la lengua ardorosamente una y otra vez.
El modo en que se estremecía entre sus brazos y los dulces sonidos que escapaban de su garganta fueron lo único que lograron devolver a Harry la cordura. Estaba todavía muy débil, aquello podía suponer una tensión emocional demasiado fuerte para ella. Alzó la cabeza lentamente y buscó sus ojos.
—Perdóname, Blair —le susurró—, pero lo necesitaba tanto... Vamos, deja de temblar, pequeña, o pensarán que estoy torturándote.
—¿Y acaso no es eso lo que estás haciendo? —le espetó ella con la voz quebrada. Los ojos de Harry se ensombrecieron y su mandíbula se puso rígida.
—Supongo que es la impresión que te da, ¿no es verdad? —le preguntó con voz ronca—. Quiero mucho más que tus besos, Blair —murmuró. Bajó la vista a sus senos, y la tirantez de los pezones delató hasta qué punto la excitaba.
La joven, azorada, había bajado también la vista y se encontró con la prueba innegable del deseo de él.
— Sí, Blair, te deseo —le dijo Harry, cuyos ojos habían seguido la dirección que habían tomado los de ella—. Y no puedo ocultarlo como ves.
Ella se mordió el labio inferior, demasiado aturdida como para poder hablar.
—Tranquila, se pasará —le dijo él sonriendo con humor, mientras empezaba a cortarle la carne en salsa que le habían llevado.
Blair notó que el tono de su voz era muy calmado, y que no parecía avergonzarle en absoluto que ella lo hubiera visto en ese estado.
—¿No te importa que te vea así?
—No particularmente —fue la respuesta. Se rió al ver la expresión estupefacta en el rostro de la joven—. De hecho, me alegra que haya ocurrido.
—¿Que te alegra? —repitió ella confusa.
—Verás, esto... no me ha pasado con otras mujeres últimamente —respondió Harry mirándola a los ojos—. De hecho, parece que tú eres la única que consigue que suceda.
Blair tenía los ojos abiertos como platos. Harry asintió con la cabeza.
—Sí, lo he intentado, pero no pasó nada. La última vez fue en Denver, después de aquel día que te besé en la galería. Me llevé a una mujer muy atractiva a mi suite del hotel con la intención de apartarte de mi mente, y pesar de su belleza y su indudable experiencia...
—Ni siquiera pude fingir interés.
—¿Quieres decir que...?
—La palabra es «impotente» —dijo él quedamente irónico,
—¿verdad?
—Solo con mirarte me excitas de tal modo que ni siquiera puedo sostener un tenedor.
Blair bajó la vista a su mano, y observó que, en efecto le temblaban ligeramente las manos mientras pinchaba un trozo de carne. La idea de que hubiera estado con otra mujer hizo que los celos la devoraran, por halagada que se sintiera al saber que nadie excepto ella podía despertar su deseo.
— Anda, abre la boca —le dijo Harry, levantando el tenedor.
—No tienes por qué hacer esto —protestó ella, pero aún así obedeció y aceptó la comida en su boca.
—Sí, ya lo creo que tengo que hacerlo —insistió él —. Quiero hacerlo. Te he herido cuando nunca fue esa mi intención. A partir de ahora voy a cuidarte.
De modo que era eso, se dijo Blair apesadumbrada. Sentía lástima por ella. Lástima y deseo no parecían una buena combinación. Quería llorar.
—Pero Randall... — comenzó.
Los ojos de él relampaguearon al mirarla.