Parte Cuarenta (Final)

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Harry y Blair se casaron el viernes por la mañana, con sus familias amigos como invitados a la ceremonia, que fue breve pero muy hermosa. La joven apenas podía creer que aquello estuviera ocurriendo de verdad hasta que él deslizó la alianza en su dedo y la besó tiernamente en los labios.

Sin embargo, a pesar de aquella ternura, Harry estuvo preocupado todo el tiempo durante el banquete de bodas que se celebró en el rancho, y solo Blair sabía por qué: temía como a un miura la noche de bodas, atormentado como estaba por aquel incidente del pasado, y estaba convencido de que ella saldría huyendo.

La joven naturalmente estaba algo nerviosa, pero estaba segura de que todo iría bien. Solo tenía que lograr convencer a Harry de que su fuerza no lo convertiría en un peligro para ella en la cama, y aquello era más sencillo pensarlo que hacerlo.

—Ha sido una boda preciosa, cariño —le dijo su madre, antes de que partieran a su viaje de luna de miel a Nueva Orleáns—. Espero que seáis muy felices.

—Gracias, mamá, lo seremos —le contestó ella, esbozando una sonrisa. La besó en la mejilla, la abrazó, y lanzó una mirada en dirección a su padre, que estaba hablando con Harry y Harden—. ¿Qué me dices de papá y de ti? —le preguntó a su madre.

—Tiene que volver a Atlanta esta noche.

— Oh —murmuró la joven, entristecida por ellos.

—No me has dejado acabar —le dijo su madre de pronto, echándose a reír—. Me marcho con él a pasar unos días —le explicó—. Además, me ha dicho que va a pedir el traslado a Houston, para que pueda venir a casa las noches que no tenga algún vuelo. Vamos a volver a ser una familia otra vez, Blair, y cuando tu padre se jubile, y me ha prometido que va a hacerlo el año próximo, creo que yo también voy a dejar la inmobiliaria, y nos dedicaremos a recorrer juntos el país.

—Oh, mamá, me alegro tanto por vosotros... —suspiró Blair, sonriendo entre lágrimas—. Todo esto parece demasiado bonito para ser cierto. ¡Soy tan feliz!

—Yo también, cariño —respondió su madre, secándole las lágrimas y besándola de nuevo—. Pásalo muy bien en vuestro viaje y cuídate.

—Tú también, mamá.
Minutos después, la joven estaba sentada en el coche con su marido, camino del aeropuerto.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó él suavemente, girando la cabeza para mirarla.

—Extraña, pero muy feliz, ¿y tú?

—Pregúntame mañana por la mañana —le contestó él con una risa seca.

—Oh, Harry... —gimió ella meneando la cabeza—. ¿Acaso voy a tener que emborracharte y seducirte?

Pero él no se rió, y sus facciones se tensaron.

—No tiene gracia.

—Pero si no te tengo ningún miedo —insistió ella una vez más, con una sonrisa.

—Eso espero, porque esta noche tendrás que demostrarlo.

Blair suspiró y renunció a tranquilizarlo, girando el rostro hacia la ventanilla y observando el paisaje. El día por el que tan largamente había esperado había pasado como una exhalación, y su luna de miel estaba a punto de comenzar.

Tras instalarse en el hotel, Blair y Harry aprovecharon la tarde para explorar la colorida ciudad de Nueva Orleáns. Recorrieron el French Quarter y la calle Bourbon, y cuando empezaba a anochecer regresaron al hotel y fueron al restaurante antes de subir a la habitación.

Perfecta para él. | Harry Styles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora