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Era miércoles, pero no se trataba de un miércoles cualquiera y ella lo sabía. Esa misma mañana, Liliana se había despertado bastante ilusionada y confiada. Después de mucho tiempo dándole vueltas, evaluando sus propios miedos e inseguridades y valorando sus capacidades, decidió que era el momento de afrontar su pánico escénico y salir a cantar. Sí, cantar. A Liliana le había gustado cantar desde pequeñita, pero siempre lo había mantenido en secreto. Le daba vergüenza mostrarlo por si hacía el ridículo o no era suficientemente buena, aunque ella misma consideraba que no sonaba mal. Quizás no tenía la voz más potente ni grandiosa y puede que desafinara de más algunas veces; sin embargo, ella no cantaba para gustar a los demás, sino que lo hacía por puro placer, como forma de expresión y, en definitiva, para sentirse viva.

Esa noche estaba dispuesta a derribar un muro que le había impedido avanzar durante años. Había descubierto la existencia de un local con noches de "micro abierto" en el centro de la ciudad y se había dicho a sí misma que iría allí y cantaría una canción.

Eran las 20h de la tarde y estaba a punto de salir de casa. Salía más tarde de lo previsto porque se había probado 6 conjuntos de ropa distintos y no se decidía por ninguno. Dejó la habitación y el armario muy desordenados, aunque eso no era nada nuevo, ya que le pasaba cada vez que tenía que salir a algún sitio. Era una chica muy indecisa y poco organizada, pero se decía a sí misma que era su forma de ser y que nada podía cambiarlo.

Se dejó caer sobre las 21h en el local (llamado "Perseo's Pub") y vio que estaba bastante lleno. Le gustaba el ambiente del sitio: las mesas de madera, la luz suave y cálida, la amabilidad del personal y...el escenario. Era muy pequeño (al igual que el local) pero era suficiente como para dejarla sin respiración durante unos segundos. En su cabeza se repetían en bucle las palabras "puedo hacerlo". Y podía, claro que podía. Había ido sola porque no quería quedar mal en frente de amigas o familiares, y esperaba no encontrar a nadie conocido. Esperó impaciente su turno viendo a otras personas recitar versos de amor, dolor y soledad y otras cantar o tocar el piano. Todos tenían mucho talento, por momentos se dejaba llevar tanto por la emoción que olvidaba que ella también subiría al escenario en pocos minutos.

Y llegó su turno. Liliana subió temblando al escenario y cogió el micrófono sin saber muy bien cómo. Por un momento se le nubló la vista y sus cuerdas vocales se resistían a producir sonido alguno.

—Me llamo Liliana y voy a cantar una canción. Es la primera vez que canto en público, perdonad si desafino —dijo titubeando. Estaba a punto de empezar a cantar la melodía cuando la vio. La vio y se quedó muda. 

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