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Jamás había entrado en mi casa con tanta amargura. Por primera vez desde que me mudé no sentía esa plena comodidad al tumbarme en mi sofá o esa sensación de bienestar. No tenía hambre ni ganas de comer. Ya sabía que algo así podría pasar, sin embargo, me estaba afectando más de lo pensaba. Quería apartar a Jimin, y a Hoseok también, pero menos, de todos los demás para que estuviesen conmigo, a pesar de que sonase tan egoísta. Quería que todo fuese como al principio. O, al menos, quería...
Quería que nada de eso hubiese pasado.
Jimin había salvado mi verano y me había hecho muy feliz en muy poco tiempo, pero era demasiado bueno para ser real. Él tenía pareja, amigos y una bonita vida, en la que yo no pintaba nada en ella.
Me dolía pensar en aquello porque pocas veces en mi vida había sido tan feliz, a mi manera.
Inlcuso en aquel momento llegué a pensar que, como Jimin ya no tendría que trabajar, no estaba obligado a venir a mi casa. Y no era el fin del mundo. Mil veces en la vida había vivido una ruptura de amistad, mil veces me había separado de personas con las que parecía que congeniaba, y no por eso debía de volver a encerrarme en mi casa para siempre. No otra vez.
No quería seguir pensando en aquello porque se me empezaban a aguar los ojos, sin embargo, no era capaz de concentrarme en otra cosa. Mis dedos se trababan en las teclas del piano y ninguna película o libro me evadían de aquellos pensamientos, comenzaba a ser molesto.
No sabía qué hacer y comenzaba a agobiarme de más. Me dirigí al baño con la idea de darme la ducha, pero cambié de idea en el último momento y regresé al sofá. ¿Estaría Jimin enfadado conmigo? ¿Estaría preocupado? ¿Habría vuelto con sus amigos tras no haber obtenido respuesta a sus llamadas?

Siempre supe que aparecía en los mejores momentos. Había aparecido como por arte de magia como mi nuevo repartidor de supermercado y, en aquel momento, aquello volvió a suceder. El sonido del timbre me asustó más de lo normal. A veces olvidaba que la puerta del edificio siempre estaba abierta y directamente sonaba la de mi propia casa.
Fui a paso lento hacia la superficie de madera. Estaba demasiado ido y, como poco propio de mi que era, abrí sin mirar por la mirilla antes. La imagen que se presentó ante mis ojos terminaron de romperme por dentro. Pestañeé varias veces para asegurarme de que estaba viendo lo correcto, y por desgracia sí.

ㅡ¿Por qué te has ido? ㅡLa voz de Jimin salió tan rota y débil que tuve que hacer un esfuerzo muy grande por mantener la compostura. Tenía los ojos vidriosos y respiraba bastante agitado. Me miró de arriba a abajo varias veces, mientras tragaba saliva y se limpiaba con los dedos las lágrimas que caían por sus sonrojadas mejillas. ㅡ¿Por qué me mientes? ¿Por qué dices que todo va bien cuando no es así? Encima pagas y te vas. ¿Por qué, Yoongi?

Jamás le había visto de esa manera. Reflejaba una rabia y tristeza tan impropias de él que que se me encogió el estómago en cuanto terminó de hablar.

ㅡLo siento... ㅡFue lo único que pude murmurar, no salieron más palabras se mis labios. Me sentía avergonzado, mucho. Quería abrazarle pero sentía que no tenía derecho de hacerlo.

Estaba esperando, casi suplicando una reacción por su parte. Y la que llegó me pilló tan por sorpresa que estallé en lágrimas. Le abracé con toda la fuerza que me permitieron mis brazos, mientras dejaba que su aroma me embriagase. Estaba sudando un poco, por la carrera, pero seguía oliendo igual de bien y poco me importaba aquello.

ㅡLo siento... ㅡSusurré aquello de nuevo, mientras me escondía en sus brazos con la idea de no separarme de aquella calidez nunca más. ㅡPor favor, perdóname. ㅡMe daba vergüenza no poder dejar de llorar delante suyo, pero no podía contenerme más. Cuando Jimin me hizo separarme de él me aferré a sus brazos con más fuerza aún.

ㅡYoonie, tranquilo. ㅡMurmuró entre risas, separándose finalmente para cogerme se las manos y mirarme a los ojos. ㅡSólo quería saber por qué te has ido. Me he asustado tanto que he venido lo más rápido que he podido a tu casa y te he llamado más de veinte veces. ¿Acaso eres consciente de lo mucho que me he preocupado? ¿Acaso no estabas cómodo con nosotros? Me lo podías haber dicho.

Su voz reflejaba un ligero enfado y sentía que me estaba regañando. Pero entre todas esas lágrimas su enojo parecía ser más débil, como si estuviese obligado a echarme en cara lo que había hecho mal.

ㅡJimin... ㅡHabía perdido la conciencia de cuando tiempo había pasado hasta que me aventuré a hablar. Seguía mirándome a los ojos, fijamente, y no había soltado en ningún mis manos. ㅡNo sé por qué salgo con vosotros. Sobro en vuestro grupo de amigos, es más que obvio. Y lo último que quiero ser es una molestia o un acoplado...

Se quedó de pie, mirándome, sin decir palabra. Sentía que su mirada leía mis pensamientos y que cada vez estaba más enfadado. Además, al no obtener respuesta, comencé a ponerme más nervioso y a sentirme más avergonzado. No era capaz de decirle nada más y deseaba con lo más profundo de mi corazón que hiciese o dijese algo, pero no lo hizo. En cambio, me volvió a abrazar, con mucha fuerza, mientras sollozaba.

ㅡPero no llores. ㅡMurmuré, de manera torpe, mientras le acariciaba la espalda con la mano. Mi voz salió muy neutra, como si fuese un robot, pero era únicamente porque no sabía qué es lo que le pasaba. ㅡ¿Por qué lloras?

ㅡPorque no quiero que pienses eso... ㅡSollozó, con la nariz tapada, mientras me iba a empujando al interior de mi casa y cerraba la puerta con el pie. ㅡNo eres un estorbo ni sobras para nada. Eres genial y te he intentado introducir en mi grupo de amigos porque quiero que formes parte de él, porque eres mi amigo y quiero salir con todos juntos... Lo siento, por si te he hecho pensar que eras un estorbo o que no debía estar ahí. De verdad que era mi última intención.

Me odiaba y a la vez no por creerle a la primera. A veces no soportaba el efecto que Jimin tenía sobre mí, porque inconscientemente quería que todo fuese bien y que pudiésemos seguir viéndonos para siempre. Y, aunque eso no era malo, no me gustaba en lo absoluto el pasarlo tan mal cuando le veía ser feliz sin mí, como si no fuese necesario en su vida.

ㅡLo siento. ㅡParecía un disco rallado, era incapaz de decir otra cosa que no fuese eso, pero es que era lo único que emanaba de mi interior. Eran las únicas palabras que sentía con tanta fuerza que mi cuerpo escupía constantemente. ㅡNo te enfades conmigo, me lo estaba pasando bien pero me rallé y preferí irme. Lo siento, de verdad. Espero no haber sido una gran molestia ni haber creado un drama. ¿Ellos dónde están? ¿Por qué no has ido con ellos?

ㅡLes he dicho que se quedasen.

ㅡPero.

ㅡPero nada, quería saber si estabas bien.

Era una inyección de felicidad y tranquilidad que me dijese aquello. Me sentía increíblemente feliz por el hecho de ver lo mucho que le importaba, aún sin saber por qué. No veía nada de interesante en mí mismo, sin embargo, Jimin parecía ver algo, quizá algo podrido.

ㅡAún no entiendo qué es lo que ves en mí. Soy un coñazo pero me soportas y encima te preocupas. ¿Te ha pagado mi madre por hacerlo?

En ese momento Jimin se separó de mí, con brusquedad. Aún tenía los ojos aguados pero fruncía en ceño y apretaba los labios con mucha fuerza.

ㅡYoongi. Te voy a decir una cosa a ver si te queda clara de una vez. No estoy aquí por nadie salvo por tí. Ni me interesa tu dinero ni el de tus padres. Estoy aquí porque quiero, porque me gusta estar contigo y porque me ha dado tiempo de conocerte lo suficiente como para saber que merece la pena pasar tiempo contigo. Y quiero que dejes de una puta vez de pensar esas cosas. Porque te conozco y sé lo que te pasa por la cabeza, ¿sabes? Mierda, Yoongi. ¿Han pasado tres meses y aún no me crees cuando te digo que quiero estar contigo? No eres peor que nadie, ni eres aburrido ni un estorbo, ¿te queda claro?

Sobra decir que aquel discurso me dejó sin poder pronunciar palabra. Me asustó la voz que salió de su garganta, no era la misma de siempre. Ya no sonreía ni hablaba con dulzura, parecía otra persona distinta. Era algo contradictorio con el mensaje que me quería transmitir, que era ni más ni menos una de las cosas más bonitas que me habían dicho jamás.

ㅡImbécil.

Me espetó aquello tan de repente que me fue inevitable abrir la boca en señal de sorpresa, aún sin poder hablar siquiera.

ㅡPero.

ㅡPero nada, eres un imbécil. Te vas a venir a mi casa a dormir aunque tenga que llevarte a rastras, caraculo.

ㅡOye, no soy un carac

ㅡCaraculo. ㅡVolvió a pronunciar, está vez suavizando su expresión y esbozando una casi imperceptible sonrisa en los labios. ㅡVenga, coge tus cosas que nos vamos, que mi madre ha hecho de cenar.


Mi melodía favorita - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora