Sara
Estaba bastante aburrida ya en casa y lo único que hacía era pedir comida a domicilio, sentarme en el sofá y ver un montón de películas que al final del día me hacía llorar a moco tendido. Y justamente hoy era uno de esos días, tenía mi pote aferrado a mi y apoyado en mi abultado vientre mientras lloraba al ver como en la película uno de los protagonistas moría en un trágico accidente dejando a su amada completamente sola y eso simplemente no era justo.
Alguien tocó de improvisto a la puerta en cuanto me estaba preparando mi cena, extrañada fui hacía la puerta y la abrí aun con el cerrojo aun puesto. Uno nunca sabe cuando podía aparecerte un maleante en frente de tu casa.
-Hola- saludó un hombre. Tuve que entrecerrar mis ojos para detectar un rostro conocido, aparte que la oscuridad que abundaba en el pasillo no ayudaba mucho- tal vez si le quitas el cerrojo me podrías reconocer.
Su voz se me hacía bastante conocida por lo que confié en él quitando el cerrojo. Finalmente pude reconocer al hombre. Era Sebastian.
-Lo siento, no suelo abrir la puerta a estas horas- me disculpé y le invite a pasar.
-Discúlpame a mi que te interrumpa en tu hogar pero te envié un correo electrónico para saber como estabas porque desde que la última vez que te vi en la empresa no te he visto más cuando he pasado por allí.
-Ahora estoy en mi casa y ya no reviso nada de mi correo- dije - estoy de baja por maternidad. ¿Podría saber quien te dio mi dirección?
-Tu amiga ¿Maddison? me facilito tu dirección.
Mataría a Maddie, eso de seguro.
-Ah vale. No sigas parado ahí, toma asiento.
Sebastian que hasta hora estaba en la puerta me hizo caso y camino hasta el sofá negro que tanto me había costado, pero me encantó en cuanto lo vi en la vitrina de la tienda.
-¿Y esas cajas?- preguntó.
-Bueno esos son los muebles del bebé. Ya están desde hace mucho en mi sala- me quejé.
-¿Aun no los armas? tiene que ser una broma ¡te falta muy poco!
-Tengo cero habilidad manual no sirvo para eso- dije mientras caminaba hacía las cajas.
-¿Harás que tu bebé duerma en tu tina?- preguntó burlesco, reí -si deseas te puedo ayudar a armarlos.
-¿Es enserio? Te lo agradecería muchísimo.
-Tienes mucha suerte de que este hombre haya llegado justo en este momento para ayudarte.
Él empezó a abrir las cajas y ver el contenido haciéndose la idea de como armarlos. Fui hasta mi cocina y serví galletas y una serie de dulces que mantenía en mi despensa cuando me entraban los antojos. Después de dejar la bandeja la bandeja en la mesa principal comencé a prestar atención a como él iba armando cada mueble, estaba a su lado ayudándolo en cosas mínimas ya que el me decía que tenía que evitar hacer fuerzas, le di la razón.
Finalmente pude conocer al hombre que se ocultaba detrás de esa divertida actitud y extremadamente guapo de físico. Era un hombre serio cuando se tenía que serlo, el cual daba todo en su trabajo que era lo que realmente le apasionaba ya que había luchado tanto contra sus padres porque aceptaran a lo que el quería estudiar. Tenía un hermano menor el cual aun cursaba el colegio y sus padres estaban casados desde antes que Sebastian naciera. Le conté igualmente cosas personales pero obviamente cuando uno esta recientemente conociendo a alguien no suelta totalmente todo, solo se cuenta la punta del iceberg que se tiene por vida.
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El Jefe, mi mayor error.
RomanceMi jefe se intereso en mi, pero vamos, que no de una forma sentimental, más bien sexual. Mi vida por un momento fue emocionante, salía con Kennet, nos divertíamos juntos y probé cosas que jamás se me hubieran pasado por la cabeza hacer. Aún que toda...