SaraUn año y medio después...
-Si no te sientes preparada, te puedo cubrir mientras escapas –propuso Enrique encogiéndose de hombros. Me giré hacía él, sorprendida.
Mi hermano vestía un traje gris a medida, luciendo perfecto para la ocasión. Mi padre se había ofrecido a entregarme en este día tan importante, pero, aunque ya estábamos trabajando en mejorar nuestra relación y en conocernos para mí era mucho más significativo que Enrique lo hiciera.
Y si, este día tan importante era mi boda.
- ¿Harías eso?
-Lo haría- aseguro.
Me miré en el espejo, sin creer que la mujer que reflejaba era yo. El vestido ideal había sido complicado de conseguir.
Al principio quería un vestido fuera de lo común, uno color rosa o rojo. La idea duro poco, porque apenas entré a la tienda de vestidos y vi esos hermosos vestidos blancos inmediatamente quise que de igual manera el mío lo fuera. La primera visita fue un fracaso, y las otras fueron más de lo mismo. A medida que visitaba tiendas, me desanimaba el no encontrar un vestido que me encantará, y no quería conformarme con que algo me gustará, quería que me hechizará, que fuera despampanante y fascinante.
En conclusión, no quería ser opacada el día de mi boda.
Kennet varías veces me había ofrecido la ayuda de una diseñadora para hacer mis sueños realidad, pero estaba convencida de que no sería necesario. Luego de recorrer literal mente todas las tiendas de New York y no encontrar nada, finalmente me rendí y acepté la oferta. Y fue la mejor elección.
La reconocida diseñadora, Molle Graham, había sido recomendaba por Ninoska, quien ya había logrado obtener un lugar distinguido entre los diseñadores del país, siendo la preferida para celebridades. Como mí, ahora, cuñada entendía el tema y confiaba a ojos cerrados en ella, junto a Molle habían logrado plasmar todo lo que buscaba en un solo vestido. Sabía que el velo ya no era muy usado, pero de igual manera era algo que me gustaba y quería usarlo meramente como accesorio, quitándole cualquier significado que este tuviera.
Tan singular había resultado todo sobre el vestido, que junto a Kennet, Ninoska y Danielle habíamos viajado a Egipto para buscar la tela más preciosa. No era muy exquisita, ni exigente, pero, vamos ¿Quién se negaría a un viaje a Egipto?
Fue en esa travesía que caí en cuenta que me iba a casar con un millonario. No es que antes no lo supiera, vamos, que no era tonta, pero muchas veces lo pasaba por alto. En este viaje no había pasado desapercibida la presencia de Kennet Rhys. Viajamos en un jet privado y todos se acercaban a nosotros con suma delicadeza, y dispuestos a cumplir cualquiera de nuestros caprichos. Desgracia o no, el dinero te daba esa ventaja.
- ¿Vamos? –preguntó Enrique llamando mi atención. Tendió su mano, y con nerviosismo la tomé.
-Promete que si me desmayo me recogerás y no te reirás –mi hermano se carcajeo antes de responder.
-Está bien. No me reiré, pero si te tomaré una fotografía para luego vendérsela a la prensa ¡Me haré jodidamente millonario!
Golpee levemente su hombro y enrosque mi brazo sobre el de mi hermano dejándome guiar por las escaleras. Daba pasos indecisos, como si días antes no hubiera recorrido una y otra vez este camino en los ensayos.
- ¿Qué te pone tan nerviosa? ¿Son simplemente nervios de novia o estas insegura de hacer esto? –preguntó mientras avanzamos por el pasillo que daría entrada a la iglesia.
ESTÁS LEYENDO
El Jefe, mi mayor error.
RomanceMi jefe se intereso en mi, pero vamos, que no de una forma sentimental, más bien sexual. Mi vida por un momento fue emocionante, salía con Kennet, nos divertíamos juntos y probé cosas que jamás se me hubieran pasado por la cabeza hacer. Aún que toda...