Capítulo 42 +

46.2K 1.9K 80
                                    


Sara



No quería voltearme para darme cuenta que había sido una confusión el haber escuchado su voz.


-Sara –repitió. No, esto no era una ensoñación. La voz de Kennet de verdad me estaba llamando.


Me volteé con lentitud y le sonreí temblorosamente. Por unos instantes me miro con confusión, antes de pasar a la emoción.


-Sí, si soy yo –reí entre lágrimas. Tomé sus manos entre las mías y las besé. –No sabes cuánto te hemos extrañado, Kennet. Oh Dios.


Solté por un momento sus manos y con la manga de mi suéter sequé el rastro de lágrimas de mi rostro. Estoy muy emocionada y no podía parar de llorar. Kennet río con dificultad.


-También te extrañe. Agradezco continuar aquí para seguir admirando tu hermoso rostro –manifestó alzando la mano, tocando mi mejilla. Apoye mi mejilla sobre su mano y disfrute del calor que emitía. –Te escuché cada vez que me hablaste, ¿sabes? escuché cada vez que te sentaste a mi lado y hablabas a lengua suelta como si yo te escuchara. A veces podía hacerlo, y otras podía sentir tu presencia.


Mi rostro se calentó por la vergüenza ante su confesión, porque era cierto. Siempre que venía a visitarlo, solía hablarle, contarle los logros de Danielle y cómo estaba siendo mi día a día sin él.


-Eres mi visita favorita –su voz sonaba bastante rasposa. Ha de ser de todo el tiempo que paso sin decir ni una palabra.

- ¿A sí? –Pregunté.

-Si –susurró. –Después de que me fui de tu casa... de esa manera, pensé que jamás ibas a perdonarme. Estar sin Danielle y sin ti, me sentí vivir en el infierno. Luego ocurrió esto y por un momento pareció que todo se me escurría de las manos, quería devolver el tiempo. Cuando escuche por primera vez tu voz aquí, todo pareció haber cobrado sentido nuevamente y me diste la fuerza suficiente para salir de esta mierda. Me diste esperanzas manteniéndote a mi lado.

-Estas muy hablador –fue lo único que se me ocurrió decir.


Joder, Sara. Se te está declarando y tú solamente sueltas sobre lo hablador que está siendo.


-Siento que callé por una eternidad. Necesitaba decírtelo –explicó.


Peiné su cabello azabache hacía atrás y sonreí cuando soltó un gemido de satisfacción. Quise llorar ante lo tranquilo que lucía.


En muchas ocasiones pensé en que sería de mi si Kennet no despertaba, y como resultado siempre terminaba deprimiéndome o llorando. Y ahora el verlo así, me hacía sentir feliz, demasiado feliz.


Aprovechando el momento, y lo agradable que se sintió el ambiente, le hable de Danielle. Kennet con una gran sonrisa fue escuchando cada situación que tenía para contarle en donde nuestra pequeña era la protagonista.

El Jefe, mi mayor error.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora