Una semana después.
Me desperté temprano y a la hora. Me di una ducha, me vestí y cogí mi bolsa.
Iba a entrar a mi precioso Mustang cuando escuche la voz de mi papá.
-Así que era cierto, ya tienes trabajo - afirmó.
-Si papá, ya trabajo en la empresa y lo hice sola. Sin la ayuda de nadie - dije orgullosa.
-Me alegra saber que eres independiente y no una mantenida como otras niñas de tu edad - dijo.
Reí por su comentario.
-Gracias, papá.
-Claro. Entonces ya dejaste eso del boxeo ¿no? - me preguntó.
-No vamos a hablar de eso ahora, no tengo tiempo y además acabaremos mal. Te quiero - y me fui.
Sabía que si seguíamos hablando acabaríamos discutiendo.
Antes de dirigirme al trabajo, me detuve a comprar un café y unas riquísimas donas que vendía el señor Luís en su pequeña parada.
* * * *
-Buenos días, Montserrat - saludé cuando llegué.
-Hola, Victoria - saludó
-Hasta luego, no vaya a hacer que mi jefe se moleste - dije riéndome.
Cuando entré el hermoso rubio estaba con sus ojos puestos en las hojas que tenía en las manos. Al verme se levantó.
-Buenos días Victoria, me alegra verte - comentó.
-Buenos días - dije mirando sus profundos ojos azules, los cuales me hacían sentir nerviosa.
Era difícil mantener mis ojos lejos de su cuerpo, hoy iba vestido con unos pantalones de lino, una camisa blanca y una corbata azulada que hacía juego con sus ojos.
Su voz me sacó de mis pensamientos.
-Necesito que hagas una fotocopia de este documento y que luego lo guardes en los archivos, por favor - demandó.
-Claro, ahora vuelvo. ¿Quiere un café?
-Mm... No, gracias solo eso - contestó, me di la vuelta y fui a hacer lo que me pidió.
Hice la fotocopia y volví a su oficina. Le entregué el documento real y volví a mi escritorio.
-¿Te gusta la empresa? - preguntó el ojiazul.
-Pues no he podido verla al completo pero sí, sus instalaciones me encantan.
-Así que el marketing ¿Eh?
-Pues si, me encanta este mundo y bueno empezar a trabajar aquí como tu ayudante es un halago, espero poder llegar pronto a ser una buena directora de marketing.
-Estoy seguro de que lo puedes conseguir - dijo sonriente.
-Pues eso espero - sonreí nerviosa.
Las siguientes horas trabajamos en silencio y en tranquilidad. Por ahora podría decir que era una trabajo bastante ameno, esperaba que eso siguiera así.
Mis ojos traicioneros no pudieron evitar echarle un repaso a mi jefe.
A Montserrat se le había olvidado comentarme lo buenísimo que estaba. Era todo un dios griego, podría decir que lo que más me gustaba de el era ese cabello tan rubio que tenía."Es tú jefe, no lo olvides"
* * * * *
Ya eran las dos, había acabado mi trabajo así que recogí mis cosas y me di la vuelta para despedirme.
-Adiós, nos vemos después.
- ¿A dónde vas? - preguntó el rubio confundido.
-A comer - dije obviamente.
-¿Ya son las dos? Que rápido pasa el tiempo.
-¿Que rápido pasa el tiempo? Para mi se ha echo una eternidad. No pensaba más que en comer desde las doce - dije fastidiada.
-¿Te molesta si te invito a comer? Así te conozco mejor - preguntó.
Este hombre era muy raro. Un día me estaba gritando y al siguiente me invitaba a comer.
Se veía a la legua que era todo un conquistador. Y como no serlo con ese aspecto...
-¿Y entonces? - preguntó.
-Sí, vamos que tengo mucha hambre - abrí la puerta y salimos.
Llegamos a un restaurante al lado del puerto, muy bonito por cierto. Entramos y el hermoso rubio cogió un sitio. Se notaba que ya había venido antes.
-Que lindo, nunca había venido ha este restaurante - comenté sonriendo.
-A mi me encanta, siempre que puedo vengo a comer aquí.
Empezamos a comer en silencio y en si, era algo agradable. Pero quería saber porque estaba comiendo con mi jefe.
-Oye... Perdón...
-Tranquila, me puedes tutear.
-De acuerdo ¿Porque me invitaste a comer? - pregunté.
-Pues esta es mi manera de pedirte perdón por lo del elevador - se disculpó.
-A bueno, entonces esta todo bien - no me gustaba estar disgustada con nadie - ¿Hace mucho que estas aquí, en Acapulco?
-Llegué el mismo día en el que nos conocimos. Nunca he vivido aquí. Antes venía a pasar las vacaciones con mi padre y a divertirme, pero ahora soy yo quien tiene que dirigir la empresa y tengo que estar a la altura - me encantó su actitud madura - ¿Y tú? ¿Eres de aquí?
Reí.
-Sí, se que no lo parezco. Nací en los Angeles, pero mi padre es de aquí y bueno... Mi... Mi madre de Australia. Me he criado aquí, así que me concidero mexicana - informé orgullosa.
Para mi sorpresa, la compañía de mi jefe en la comida no fue tan incómoda. Estuvimos conversando de todo un poco, excepto de lo personal y eso me agradó. Aún así no podía apartar mis ojos de él. ¿Cómo se podía ser tan bello?
Más tarde volvimos a la empresa y seguí haciendo mi trabajo, obligando a mis ojos a no ver más de la cuenta a mi jefe.
Al salir decidí ir a entrenar un rato ya que no quería ir a casa tan pronto. Era algo deprimente el hecho de querer estar más tiempo en la calle que en mi casa, pero mi padre siempre estaba trabajando. Pocas veces me dirigía la palabra o me prestaba atención. Por suerte estaba mi nana y David, y claro que mis amigos también.* * *
Al día siguiente estaba desayunando en la cocina cuando apareció mi nana y claro, ella no pudo evitar preguntarme que tan guapo era mi jefe.
-¡Nana! ... Pues la verdad es que... Es hermoso nana. Es rubio, de ojos azules es... es...jodidamente hermoso - dije derretida - pero él es todo un playboy, seguro se cree que tiene a todas babeando por él - comenté algo molesta.
-Ya veo que te gusta - comentó sonriendo - ¿Le has caído bien?
-No lo sé, creo que si. Hasta ahora ha sido muy amable.
-Bueno, eso me gusta - recogió mi plato vacío.
Iba a darme una ducha cuando oí mi móvil, era un mensaje de un número desconocido.
"Hola soy Christan, necesito que llames a Montserrat y te dirijas al lugar a donde ella te indique. Es importante."
"¿Qué diablos?"
"Es para hoy, muévete y no llegues tarde. "
"Capullo"
"De acuerdo, jefe. "
No negaba que Christian me atraía pero conseguía ser un capullo odioso. Guardé su número, y me dispuse a hacer lo que me había ordenado.
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Lo Que La Vida Me Robó [Borrador]
RomanceHe querido editar la historia porque hay varias cosas que no convencen y pues quiero arreglarlas y mejorar la novela. Cuando piensas que la soledad es la mejor compañía que puedes tener, llega él. Tan rebelde como el solo, llevándote la contraria...