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Cuando volvimos a Acapulco Christian se disculpó de nuevo por lo que había pasado en su habitación pero le dije que no tenía ningun caso ya que el y yo no eramos nada más que jefe y empleada.

El estar con Jake me había hecho sentir muy bien, estaba contenta y la verdad no había pasado ni tres días y ya lo extrañaba. Él era como un soplo de aire fresco.

* * * *

Volví a mi rutina y todos los fines de semana iba a a la escuela, y a boxeo todas las mañanas antes de ir a trabajar. Los días pasaban rápidos, la relación entre Christian y yo era normal pero siempre había una tensión y bastante incómoda. La víbora de Sarah seguía arrastrándose por Christian. Jake y yo no volvimos a hablar desde que nos despedimos y de eso ya hacía dos meses. El muy ingrato dijo que me llamaría y que no me olvidaría. Pero hizo todo lo contrario.

-¡Maria Victoria Hotton Miller! ¿Se puede saber por qué te pones así, sólo por qué un bombón neoyorquino no te habla? - grité a mi reflejo en el espejo.

Salí de mi habitación para dirigirme a la cocina atraída por el olor de esas deliciosas galletas de avena que hacía mi nana, pero cuando llegué solo quedaban dos galletas que iban directas al estómago de Christian.

-¡Christian deja esas galletas ahí! - grité desde el otro lado de la cocina.

-¿Por qué? Yo las quiero...

-Y yo también, no he comido y sabes que me encantan las galletas de avena - dije suplicando.

Me acerqué a él con cuidado para quitarle las galletas del plato pero se giró rápidamente y me agarró las manos acercándome más a él.

-Te doy las galletas si me das un beso - susurró en mi oído.

-Oh, vamos. Te comportas como un niño. Mejor se un caballero y entregale esas galletas a esta bella dama - pedí con la mejor sonrisa de inocencia que tenía.

-Tal vez las pueda compartir si sales conmigo a dar un paseo por la playa.

No pude negarme a su bella cara de suplica y me encontré caminando a su lado por la orilla de la playa mientras saboreaba la galleta en mi boca.

-¿Vienes muy seguido aquí? - preguntó con la mirada fija en el mar.

-No tanto como me gustaría. Recuerdo que antes de encontrar la cueva, este era mi lugar favorito - hablé sentándome en la arena - venía muy seguido aquí con mi padre cuando era pequeña - el recuerdo me hizo sentir nostálgica.

-¿Puedo hacerte una pregunta personal?  - dijo después de sentarse a mi lado.

Lo miré con algo de miedo. No me gustaban ese tipo de preguntas, me sentía muy expuesta. Pero de nuevo, por alguana extraña razón que no quería descubrir en ese momento, no podía negarme  a nada de lo que él me pidiera.

- Adelante.

-¿Que pasa entre tú padre y tú?

Sabía que lo preguntaba por lo que había escuchado cuando estaba escondido en mi baño.

-Es simple. Le recuerdo demasiado a la mujer de la cual estuvo enamorado y que lo abandonó a él y asus dos hijos - contesté con amargura.

Christian se quedó callado pero no esperaba lo que me confesó al minuto siguiente.

-No tenía una buena relación con mi padre. No era ni por asomo el hijo que siempre deseó que fuera. Por lo mismo me sorprendió cuando me dejó a cargo de la empresa - entendía lo que estaba haciendo.

Yo le había mostrado un trozo vunerable de mi y él había hecho lo mismo.

-Esto es lo que suele pasar la mayoría de las veces. Lo padres sueñan con los hijos ideales, y los hijos sueñan con los padres ideales. Nos equivocamos. Tal vez ahora esté un poca más cerca de lo que mi padre soñó que sería su hijo. Pero nunca hubiera sido suficiente. Tú padre te ama a pesar de lo que piensa y siente. Y lo mismo te pasa a ti con él. Nadie dijo que ser padres e hijos fuera a ser un trabajo fácil, pequeña Victoria. Pero te daré un consejo. Aprovecha a tu padre ahora que lo tienes a tu lado. Yo ya no puedo hacer nada más que soñar con el mio.

Lo Que La Vida Me Robó [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora