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La noche anterior había sido genial. José se iba de la ciudad por unos días y quisimos darle una despedida a lo grande. A penas podía recordar como llegué a casa esta mañana.

Estaba teniendo un agradable sueño con Rayan Gosling, cuando mi teléfono empezó a sonar.

Contesté sin saber quién era.

-¿Diga?

-Hola, buenos días ¿Victoria Hotton? Soy Montserrat Pardo, de innovaciones Holland - me dijo.

-¡Si, si soy yo! - dije entusiasmada.

-Tú nos distes tu número por correo pare que te diéramos la hora y el día de la entrevista. - contestó.

-¡Si lo estaba esperando! - le dije rápidamente sin esperar que acabara de hablar.

-Bueno entonces nos vemos mañana a las diez y cuarto en la décima planta, hasta luego.- Se despidió simpáticamente.

¡Sí! Mañana tendría la entrevista, estaba esperando esa llamada desde hace tres semanas.

* * * * *

¡No!  Me desperté tarde y faltaban quince para las diez y tenía  que llegar cinco minutos antes.

Corrí a ducharme y a vestirme. Conducía con prisa ya que no quería perder la oportunidad de trabajar en una empresa como esa.
No sabía mucho de la empresa, pero si sabía que sus innovaciones tecnológicas habían ayudado mucho a cuidar el medio ambiente. Habían varias sedes repartidas. La principal estaba en en Europa, Inglaterra. Luego estaban las otras aquí en América. En New York, Seattle, Los Angeles, Mexico DF y por último aquí en Acapulco.
Hacía sólo cuatro años que la empresa estaba instalada en mi ciudad. El presidente James Holland y su hermanastra Míriam Martínez habían hecho un gran trabajo en esta ciudad. Ayudando a que creciera y siempre respetando el medio ambiente. Por eso me decidí a entrar a trabajar ahí. Por desgracia James Holland había muerto hace seis meses por causa de un infarto. Por el momento la que estaba al mando era Míriam y tal vez su hijo, del que pocos sabíamos ya que casi no se dejaba ver y él podría ocupar el puesto de presidente de la empresa.

Yo soñaba con ser una gran directora de Marketing, pero a penas acababa de salir de la universidad y gracias a mi maestra en la facultad pude conseguir una entrevista con Míriam Martínez y tal vez conseguir un puesto en Innovaciones Holland.

Estaba parada en un semáforo esperando a que cambiase, cuando un tipo en una motocicleta paró a mi lado. Subió la visera de su caso y me guiñó el ojo.

No podía negar que eran unos lindos ojos, pero me pareció arrogante.

-Deberías dejar de querer parecerte a Ken, y fijarte más en el semáforo. Estúpido.

Aceleré dejando atrás al muñeco Ken.

Encontrar un lugar donde estacionar fue terrible ya que hizo que perdiera más tiempo. Entré a la gran empresa corriendo en busca de la recepcionista que me indicó amablemente por donde estaban los elevadores.

Finalmente los encontré y cuando corrí hacia el único que estaba en esa planta, un hombre alto de cabellera rubia, con un cuerpo de infarto entró en él y ya había marcado una nueva planta y empezaban a cerrarse las puertas.

-¡Espera! - exclamé.

Él se giró y al parecer me reconoció.

-Deberías dejar de gritar tanto, y fijarte más en tu reloj, la impuntualidad puede ser un defecto, muñeca - me guiñó el ojo y desapareció detrás de las puertas del elevador.

-Maldita sea - dije entre dientes.

*  *  *  *  *


-Montserrat siento mucho el retraso - dije angustiada.

-¡Ay! Victoria te dije que estuvieras aquí cinco minutos antes, no cinco minutos tarde. - contestó decepcionada.

-Ya sé, de verdad lo siento vine lo más rápido que pude - le contesté.

-Por suerte el joven Christian llegó hace unos minutos y la señora Miriam todavía no ha preguntado por ti - dijo.

-Que suerte, ¿Pero quién es el joven Cristian? - le pregunté.

-Es el hijo del difunto James Holland, el dueño de la empresa, además el joven Christian va ser tu jefe y tu su ayudante - dijo riéndose.

¿Ayudante? ¿Christian?

-Pero yo tenía la entrevista con la señora Míriam Martínez.

-Si, pero han habido algunos cambios. Esta misma tarde habrá una rueda de prensa anunciando que Christian Holland sustituirá a su padre. Por ello serás su ayudante.

De pronto escuché mi nombre, era ella, la señora Miriam y me llevó a un despacho.

-Siéntate por favor, así que tu eres ¿Victoria Hotton? - preguntó retóricamente - tú apellido me suena... Pero bueno eso ahora no es importante. Margot —mi profesora de la facultad — me ha hablado muy bien de ti. Tienes muy buenas calificaciones y veo que puedes llegar a ser de gran ayuda. Primeramente ibas a ser mi ayudante pero ahora necesito que trabajes para mi sobrino. Mira, serás su becaria, de esta manera aprenderás más sobre este ámbito y te ayudará a que puedas llegar a tu meta.

Pues de esa forma no sonaba tan mal.

De repente empezó a sonar el teléfono.

-Espérate, ahora viene mi sobrino Christian. Él te va a explicar todo.  Adiós, y suerte - se despidió.

A fuera se escuchaba a la señora Miriam hablando acaloradamente con su sobrino.

Abren la puerta y una voz conocida me dice:

-Buenos días - ¿esa voz no es la de...?

Me giro y ¡Es el hermoso rubio, el va ser mi jefe!

-¿Qué haces tú aquí? - pregunta.

-Yo... Em... soy... - me quedé muda.

Ken, el del semáforo y el cabrón que no me dejó subir al elevador.

¡SANTA MIERDA!

-¿Tú qué? - siguió preguntando.

-Yo soy tu ayudante, bu-bueno más bien tú nueva becaria - le dije con una sonrisa nerviosa.

-¿Tú crees que voy a dejar que seas mi ayudante/becaria? - preguntó con ironía.

-No encuentro el problema. En todo caso fue usted, el mal educado que hizo que subiera hasta el décimo piso por las escaleras. Y para su información soy muy profesional - me defendí.

No me lo podía creer el hermoso rubio iba a hacer mi jefe...

- Me insultas y luego pretendes que te de trabajo - comentó con molestia.

- Primero: tú empezaste y segundo yo, tuve que subir hasta aquí en estos tacones - apunté mis pies - corriendo por que no quería perder este trabajo. Y estoy aquí parada porque necesito el trabajo - ni loca iría a trabajar con mi papá.

Él se quedó cayado unos minutos y yo recé para que cambiar de opinión.

- Sabes... Te voy a dar una oportunidad - hizo una pausa -  con una condición. Que me pidas perdón por lo de esta mañana - dijo mirándome fijamente.

¿Es en serio?

- Perdona por haberte insultado esta mañana - me disculpé aunque en realidad no me sentía mal por haberlo hecho -  por favor dame una oportunidad, te prometo que no te vas arrepentir.

-Ok. Te daré una oportunidad. Ahora ves y tráeme un café - ordenó.

"¡Será imbécil!"

Lo Que La Vida Me Robó [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora