16. La cita

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El viernes había llegado al fin. Elías estaba ansioso de ver el chico del club de la otra noche. Eaton. El solo pensar en él lo hacía emocionarse. Era un genial tipo. Recordaba la gran charla que habían tenido ambos ese día, tanto en el Club como en la cafetería. Su caminata por las calles. Sencillamente hermoso.

A pesar de que deseaba ver a Eaton en la noche, sabía perfectamente que tenía que planear el cómo escaparse. Si le decía a Christian que saldría este le comenzaría a hacer un montón de preguntas, o probablemente le dirá que se vaya con alguno de sus supuestos hermanos. Sin mencionar que últimamente el carácter de Christian había cambiado. Ahora parecía estar molesto todo el tiempo. No recordaba cuando había sido la última vez que intercambió palabra con él. Se había alejado.

Durante todo el día del viernes estuvo ansioso. Quería que la noche cayera ya. Contaba los segundos uno a uno, como si esperaba que con esa habilidad el tiempo correría más rápido. Se iría rápidamente acercando a la noche y el podría estar al fin con su joven amado.

Por otro lado, tenía la incertidumbre de si acaso Eaton recordaría lo de su encuentro. La última vez solo habían quedado, pero no estaba seguro si tenía que confirmar la cita o sólo hacer un recordatorio. Estaba muy nervioso que ya no sabía ni en lo que pensaba.

Al llegar la noche, con delicadeza y tratando de no hacer nada de ruido, se vistió. Salió de si cama listo para huir y abrió la puerta con cautela. Milagrosamente, la puerta no rechinó en absoluto, lo que le sentó un alivio a la joven Elías. Era como si todo se estuviera acomodando de tal forma que el pudiera cumplir con su objetivo.

Bajó las escaleras descalzo y al llegar a la puerta se colocó los zapatos. Abrió la puerta sin ninguna dificultad y sin nada de ruido y salió huyendo.

***

Eaton esperaba con nervio enfrente del Café. No sabía si Elías fuera a ir. No habían hablado desde esa noche. ¿Y si se había olvidado de él tan rápidamente y ahora solo era un completo idiota que estaba esperando solo al aire? De hecho, el pensar solo en la idea de que estaba esperando a un chico que conoció en el club y que no habían hablado desde entonces pues ninguno de los se había pasado el número del otro sonaba algo descabellado. Ahora se sentía como un tonto. La esperanza comenzó a desaparecer, estaba decidiendo volver por donde había llegado. Se dio la media vuelta y fue ahí, caminando apresuradamente, donde Elías llegaba al fin.

-Hola- lo saludó un tanto nervioso y asombrado ante la presencia de Eaton

-¡Hola! Creí que no vendrías

-¿Cómo crees? Habíamos quedado y a mí no se me olvidan este tipo de cosas- No mencionó que él pensaba lo mismo.

Eaton sonrió. Después de eso, ambos se quedaron viendo esperando que el otro dijera la primera palabra. Estaban tan nerviosos que ninguno de los dos sabia dar el primer paso. Estaba siendo un desastre.

-Mmm, será mejor que nos vayamos

-¡Sí!- Elías soltó una risa nerviosa- ¿A dónde vamos?

-Pues debido a que ya estuvimos en este lugar, será mejor que visitemos otro. Como ya es tarde, la mayoría de los lugares están cerrados, pero creo que conozco un lugar que abre las 24 horas. Dime por favor que tienes hambre

-Desde luego- mintió

-Bueno, entonces sígueme

Eaton lo llevó a un restaurante no muy lejos del Café. Elías sentía un vuelco en el corazón. Era la primera cita que tenía con alguien en la vida. Eaton realmente le gustaba y no quería que nada saliera mal. Tal vez, o no lo sabía realmente, pero existía la posibilidad de que sucediera algo entre ellos. ¿Se imaginaba alguna vez tener novio? Cuando vivía con su madre eso parecía ser un sueño muy lejano. Tal vez cuando llegara el día en donde su madre pereciera él podría ser por fin feliz. Pero eso no lo era todo. También tenía que pensar acerca de Christian y los demás. Elías no le había contado nada acerca de él. ¿Cómo lo tomaría? ¿Sonaría muy loco si le dice que está en una casa en donde todos los habitantes son homosexuales que tuvieron un mal pasado y fueron rescatados por un hombre cara de ángel, musculoso, lleno de belleza? ¿O tal vez le podría contar que en el primer día se masturbó en su cuarto y fue descubierto por Ezequiel? Sería una buena historia ¿No? Estaba en blanco. Pero todavía no sucedía. Tal vez en esa noche no le preguntara nada sobre su pasado y el solamente se estaba preocupando por cosas sin sentido.

Pidieron su respectivo platillo y Eaton pidió una botella para acompañar. Lo observaba con detenimiento. Realmente le gustaba ese chico. Quería que sucediera algo, pero antes necesitaba respuestas. Al llegar los platillos a la mesa, no se pudo aguantar.

-La última vez que nos vimos –comenzó -yo te conté demasiadas cosas sobre mí y tú apenas me contaste acerca de tus grandes sueños o lo que quieres hacer, pero no me contaste de tu familia, si estudios o no, de tus temores. Quiero conocerte, Elías. Así que empieza, cuéntame todo de ti.

Y fue ahí donde Elías sabía que era el momento de preocuparse por cosas sin sentido.

-¿Qué te conté la última vez?- necesitaba de saber perfectamente lo que había dicho para no cambiar nada de la historia.

-No muchas cosas, solo lo de publicar e ir a acampar. Nada más.

Estaba frio. No tenía nada. No sabía qué hacer. ¿Será prudente decir la verdad? ¿O es mejor decirle ciertas historias imaginarias viviendo con el miedo de que algún día conozca la verdad? La respuesta apareció por si sola.

-Bueno, está bien. Te contaré todo- respiro hondo y lo observó. Iba a hacer lo correcto- Yo vivía con mi madre hace unos días. Ahorita mismo estoy viviendo con mi padre y mis hermanos cerca de aquí.

-¿Por qué te mudaste?

"Vengo de intercambio"

-Mi relación con mi madre no es la mejor. Ella no sabía de mí. Así que decidí venirme para acá para poder tener una vida mejor- No era todo cierto, pero no era tampoco todo mentira.

-¿Y porque tus hermanos también están con tu padre?

-Mi madre es muy problemática. Nadie quisiera vivir con ella.

Eaton estaba confundido. La manera en la que Elías explicaba todo era a secas y sin mucho afán. Como si le incomodara hablar de ello. Eaton no era para nada tonto.

Decidió cambiar de tema.

-¿Cuántos hermanos tienes?

-Dos

-¿Cómo se llaman?

-Ernesto y Esteban

-¡Vaya! Parece que a tus padres les gusta mucho la letra E

Elías soltó una carcajada. Aunque pareciera obvio ya que era de esperarse, pero Elías, ante el comentario de Eaton, se había percatado que efectivamente los tres tenían nombres con E. No solo ellos, si no todos los inquilinos de la casa, excepto Christian. Algo sumamente extraño. No lo había notado hasta ese momento. Se sentía un estúpido.

La situación se había vuelto incomoda, por lo que decidieron guardar un poco de silencio y continuar consumiendo sus platillos.

La velada había pasado sin más. Casi no hablaban de algo en particular. Elías estaba incomodo, no por las preguntas de Eaton, si no que debido a ello se dio cuenta del ritmo de vida que llevaba. ¿Sería siempre así? ¿Siempre que quisiera salir con un chico temería a las preguntas personales que todo mundo hace para conocer a la persona que te gusta? Se había alejado de su madre para poder hacer lo que le prohibía y ahora esas mismas cosas seguirían prohibidas. Menuda decisión que tomaste.

Al terminar se despidieron y quedaron de verse en próximo viernes en la noche. Eaton no preguntó más. Un simple abrazo y ya.

Elías se sentía terrible.


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