5. La perdida.

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Virgen.
¿Como es que un chico de mente tan perversa como la de Elías sea virgen?

La mayoría del tiempo tenia sus manos debajo de sus calzoncillos.

Imaginándose a las personas desnudas y participando en el acto sexual con él. Sobre todo a chicos populares de su anterior instituto.
Soñaba con que algún día él tendría a uno en su cama. Mínimo uno. Y él sabría lo que sé siente. Terminaría con aquella curiosidad. Satisfacería su sueño húmedo, su fantasía.

Ahora estaba rodeado de gente que lo hace a cada rato. Hombres guapos que estarían dispuestos a ayudarle y hacerlo sentir, pero ¿A quién escogería? ¿Quién sería el adecuado?

Elías sabia con quien. Aquella mirada todavía no sé le quitaba de la cabeza. La forma en que lo miró le comunicó que el también estaría dispuesto a hacerlo.

Ezequiel.

Elías bajó las escaleras en busca del mayordomo.

Lo buscó en la cocina donde les preguntó a Erick y a Edgar si lo habían visto. Ambos negaron y siguió buscando. Lo buscó en su alcoba y en los diversos pasillos de la casa, pero Ezequiel no aparecía, era como si se lo hubiera tragado la tierra. Hasta que se le ocurrió el único lugar donde podría estar un mayordomo y chófer a la vez.

Salió a toda prisa de la casa y fue corriendo tras la reja negra que dividía la vivienda del mundo exterior. Corrió lo mas rápido y lo logró ver.
Ezequiel lavaba la camioneta negra del año que días antes lo había transportado a su actual vivienda.

Elías se le alborotó el corazón y comenzaba a ponerse nervioso. No sabia como insinuarle a un hombre. Nunca lo había hecho. Ni con una mujer en sus tiempos de actuar como heterosexual.
¿Ahora que haría? No pensó en que hacer cuando tuviera enfrente a Ezequiel.

Al final, no se le ocurrió nada y decidió hacerlo al azar.
Hizo un ligero sonido con su boca como si se estuviera atragantando y tártara de liberar del objeto de su garganta.

Ezequiel, perplejo, busco el origen del sonido y vio a Elías cerca de la camioneta.

-Ah, joven Elías, ¿que lo trae hasta acá? ¿Acaso Christian me busca?

Elías negó con la cabeza.

-No, solo quería saber como estaba.

Ezequiel lo miro extraño.

-¿Que? ¿A qué se refiere? - preguntó con él ceño fruncido.

-Pues con eso de que desde que llegué no hemos hablado, pues supuse que sería bueno que nos conozcamos un poco mas, ya sabe, desde ahora viviré aquí.

-Cierto, Edward me lo contó. Que bueno que tomó la decisión.

Elías sonrío y no sabia qué mas preguntarle ¿Como le haces para llevar a alguien a la cama? Pero, sin aun saber que decir, prosiguió.

-¿Y desde hace cuanto que trabaja aquí?- preguntó con la voz un poco quebrada y tartamuda. Se estaba poniendo demasiado nervioso.

- Bueno pues la verdad ya varios años. 5 en realidad

«No pues cuánto» fue lo primero que pensó Elías. Ezequiel era muy guapo pero un poco raro. De pocas palabras.

-Ah- fue lo que dijo Elías después de pensar en que mas preguntarle- ¿Y alguna cosa rara le pasó por aquí?

-¿Cosa rara?-pregunto el chófer con él ceño fruncido.

-Si, ya sabe, algún acto paranormal.

-Ah, no, en realidad no.

Muy bien, este tipo no quiere hablar.
Ezequiel seguía tallando la camioneta con una esponja llena de jabón que producía espuma.
Elías seguía pensando en que mas preguntarle y como enrrollarlo, hasta que Ezequiel se movió.
Con sus dos manos sosteniendo la parte inferior a camiseta blanca que traía puesta y un fuerte tirón hacia él cielo, se la quitó. Haciendo mover sus músculos en los brazos, estomago y pecho.
Tenia los pezones parados por tener el cuerpo mojado por el aseo.

La Casa De Los Susurros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora