6. La llamada.

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Edgar sacaba lo que parecían unas sabrosas galletas de canela del horno.

Las acomodó en un espacio de la cocina integrada y, con demasiado cuidado, partió un pedazo de una galleta.

Sopló suavemente para no quemarse y lo probó.

Estaban listas. Bien cocinadas y excelente sabor.

Estaba espolvoreándoles un poco de azúcar morena cuando unos brazos le rodearon el abdomen.

-Mmmm, huele delicioso.

Erick le susurraba al oído y le moría la oreja.

- ¿Quisieras probar un poco? - sugirió Edgar cortando otro trozo de la galleta y se lo metió en la boca a Erick.

-Mmmmm, exquisita.

Edgar sonrío y le dio un pequeño beso en los labios.

- ¿Sabes que también me gustaría probar? - y le rozó el pene con una de sus grandes manos.

-Erick, aquí no. Nos verían.

-Como si no fuéramos los únicos que se la pasan cogiendo, tú también escuchas los susurros.

Sequía jugueteando con su oreja y Edgar rozaba su trasero con el miembro de Erick mientras gemía.

Pero el sonido de una persona corriendo los sobresaltaron. Era Ernesto, que baja las escaleras y salió de la casa.

- ¿Y ahora éste que tendrá? - pregunto Erick.

-No lo sé, ha de ser algo del chico nuevo.

-Sin duda, todos aquí se vuelven locos con un nuevo inquilino, ayúdame a poner la mesa para que ya comamos, mientras yo le aviso a Ezequiel y a Edward.

Edgar salió de la cocina y Erick acomodaba los platos mientras Esteban bajaba las escaleras con una comodidad, como si estuviera flotando o caminando sobre nubes.

-Buenas tardes, Erick, ¿De casualidad no has visto a Ernesto por aquí?

-De hecho, acaba de salir, parecía un poco alterado ¿Sabes que le ocurre?

-Desde luego, por eso lo busco. Bueno muchas gracias y provecho.

Erick le dio las gracias y Esteban abrió la puerta y salió.

***

-No, tranquilo, todo está bien. Por el momento ya no he tenido problemas con él.

-¿Seguro? Te escuchas un poco misterioso, como si no quisieras que te escuchen hablar o algo por el estilo.

-Pues desde luego que no quiero que me escuchen. Ha llegado un nuevo inquilino a la casa y no quiero que se compliquen las cosas.

- ¿Un nuevo inquilino? ¿Y como esta? ¿Es guapo? ¿Está bueno?

-Yo que sé, apenas he intercambiado palabra con él, cuando lo traía del aeropuerto.

-Quiero verte, todavía no puedo creer que estés en una jornada de trabajo tan larga. Quisiera tenerte a mi lado para abrazarte y apapacharte. ¿Por qué tuviste que escoger ese estúpido empleo?

-Por nosotros, por nosotros, recuerda que pasábamos por una etapa muy difícil y nos urgía el dinero. Recuérdalo.

-Pues olvídalo, yo he conseguido un empleo y, aunque no es mucho, si lo suficiente para sobrevivir. Vamos, renuncia y vuelve conmigo.

Apartó un poco el teléfono para contenerse de no llorar. Una vez calmado prosiguió.

-Claro que sí. Solo déjame arreglar unas cosas y realizar un plan para escaparme. Te prometo que pronto estaremos juntos.

La Casa De Los Susurros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora