1. La llegada.

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Llegando al aeropuerto, vio su nombre en un pedazo de cartulina verde fosforescente que sostenía un tipo vestido de traje y lentes oscuros.

El hombre es alto, piel canela, con atributos anchos.

Se acercó a él.

- ¿Tu eres Elías? - le preguntó el hombre al notar que se acercaba, su tono de voz era firme y respetuosa. Parecía un señor interesante.

El chico asintió y el tipo le pidió que lo siguiera.

Salieron del aeropuerto y se dirigieron a una camioneta negra, muy lujosa, del año.

El hombre de traje sujetó el equipaje de Elías y lo metió en la cajuela, mientras el chico se incorporaba en el asiento de atrás.

-El señor Wilson estará feliz de conocerlo- suelta el tipo del traje echándole una mirada curiosa por el retrovisor.

Las calles son enormes. Montones de edificios se ven pasar al rededor de ellos.

Elías logra ver a gente caminando bien vestida. Algunos paseando a sus mascotas.

Sin duda tomó la decisión correcta.

-Hemos llegado.

Eso no era, por más que Elías tuviera una gran imaginación, lo que esperaba.

Antes de entrar el chófer tuvo que decir algo a un aparato colocado a un lado de una gran reja negra. Entraron y había un hermoso jardín ante ellos, y más allá, estaba una enorme casa blanca, más bien era una mansión. Algo demasiado para Elías.

Cuando Elías escogió el intercambio nunca se imaginó que viviría por unos meses en una casa tan bien cuidada. Era de unas personas muy adineradas, en absoluto.

Sin duda la pasaría bien.

El carro se para ante la enorme casa y el chófer desciende de la camioneta. Le abre la puerta al joven y este sale para contemplar el panorama.

Al juzgar por la expresión del chico diría que quedó asombrado. Tenía la boca abierta y movía la cabeza para verlo todo.

Era un ambiente asombroso.

-Lo guiaré a su habitación, joven Elías.

Tomó el equipaje y Elías fue tras él.

Abrió la puerta.

Al entrar esta la sala de estar, muebles lujosos y bonitos. Hay dos escaleras al costado que se unen en la parte de arriba formando un pasillo, deben de ser las habitaciones debido a que el hombre del traje asciende.

-Bien, pues esta será tu habitación mientras estas alojado aquí.

Es una habitación genial. La cama es enorme. Tiene su propia computadora y escritorio. Parece que el dueño de la casa lo quiere bien recibido.

-Bueno, me retiro para que pueda alojarse lo más cómodamente. En unos minutos será llamado para el desayuno. Espero que disfrute su estancia.

Sale.

Sin duda hay un poco de incredulidad en la mente de Elías sobre que esto sea cierto.

Nunca pensó que, en la escuela en donde estudiaba, dieran intercambios a diferente ciudades o países y aparte te acomodaron con personas muy bien acoplados. Por lo que estuvo varios días desvelándose y poniendo atención en clase para lograr el promedio solicitado.

Siempre quiso estudiar en otro país, sentía que sería una experiencia inolvidable o una buena historia que contar.

O eso creía.

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