12. El reclamo.

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Ernesto no se apareció en la casa el día anterior. Esteban estaba que se quemaba vivo de lo enojado que estaba. ¿Dónde se había metido ese chico? ¿Y Elías? ¿Por qué parecía estar tan contento? Esteban no sabía que Elías había conocido a alguien. Alguien que le encanto conocer y que gracias a él tuvo una noche asombrosa. Se quedaron de ver el siguiente viernes y Elías no aguantaba las ganas de volverlo a ver. Contaba los días para que su encuentro fuese realidad.

Christian estaba contento. Sonriendo, se pavoneaba por entre los pasillos de la casa, visualizando a cada uno de sus empleados. Los sirvientes, el jardinero, pero amaba ver a el chofer y mayordomo: Ezequiel. Su acontecimiento dado el día anterior hacía que su ego se alzara a por los humos de la montaña.

Ernesto volvió a casa 2 días después de su salida al club. Al llegar nadie hizo caso omiso de esto, más que Esteban.

-¿Dónde habías estado?- bajaba las escaleras con desesperación.

-Fuera- dijo Ernesto sin más, cerrando la puerta y avanzando a las escaleras.

-¿Fuera?- pregunto Esteban con furia, le daban ganas de darle unos puñetazos al rostro de su "hermano"- ¿Y que no se te ocurría volver? ¿Crees que no estábamos preocupados por ti?

Ernesto lo miró con desprecio. Tras recordar como lo había tratado con anterioridad y que nadie de la casa lo haya ido a buscar a la puerta en cuanto llego, nadie había notado su ausencia.

-Déjame tranquilo.

***

Es inevitable saber que cuando no dejas de pensar en una persona y esta se te aparece en todos lados, que haciendo la mínima actividad del día, el recuerdo de esa persona vuela por tu mente y se impregna en la memoria. Elías no dejaba de pensar en Eaton. La había pasado genial aquella noche a su lado, después de ver como Esteban se iba con demás chicos. Recordaba su mirada, su sonrisa, su piel, su cabello, su voz, su aroma, la manera en la que habla, su entusiasmo a la hora de contar historias... Estaba emocionado de volver a verlo. Contaba los días hasta su siguiente encuentro. Pero... había un problema. ¿Cómo le haría para que salirse de la casa? Si volviera a pedir permiso sería algo sospecho que quiera salir en la noche. Además ¿solo? Nadie le creería que quiera salir asolo en la noche. ¿Quién hace eso en esos días?

Tenía un problema, necesitaría de la ayuda de alguien de la casa.

***

A paso decidido, abrió la puerta con fuerza dejando que azotara y haciendo un ruido atroz.

-¿Donde esta Christian?

Edward se sobresaltó tras el estruendo. Estaba leyendo el periódico en su habitación cuando Ezequiel lo interrumpió. Estaba enfurecido por lo la gran "sorpresa" que Christian les había preparado aquel día, en donde la cena se convirtió en un juego sexual engañoso.

El jardinero puso los ojos en blanco y con una mueca contestó que no tenía ni idea de donde podría estar.

Ezequiel lo tomo del cuello de la playera y lo agitó:

-¡¿QUE DONDE ESTA?!- le gritó con desesperación. Tenía los ojos sangrantes y estaba rojo de furia.

-No lo sé, salió por la mañana y no dijo a donde iba.

Ezequiel, al ser él el chofer, sabía que mentía, si Christian hubiera salido le diría a él que lo llevara en el auto, Christian era muy especial para el transporte público. Ezequiel lo soltó y Edward quedó en su sofá a la deriva asombrado por la furia del mayordomo.

-¿Qué te pasa? ¿Estás haciendo todo este alboroto por lo que pasó aquella vez? Si parecía que disfrutabas cada movimiento.

-¡Cállate! ¿Que no te das cuenta de lo que nos hizo? Nos drogó, Edward. Y después hizo lo que quiso con nosotros. ¿Te parece que debería estar tranquilo después de esto? ¿Después de la gran fiesta sorpresa? Además, de todos los que estábamos ahí tú eras el que se veía más molesto por todo eso.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Edward, temiendo la respuesta.

-Vi como lo mirabas. Como observabas cada movimiento que hacía. Cada persona que tocaba. Si no fuera por las reglas diría que tú y el...

-Nosotros ¿qué? - Christian apareció de repente en la habitación del jardinero. Estaba reluciente, como si acabara de salir de la ducha- ¿A qué quieres llegar con esto, Ezequiel?

Ezequiel guardo silencio. Con solo verlo se le inundo el cuerpo de cólera peligrosa. Lo aborrecía. Estaba harto de él. Por un momento se imaginó lanzándose hacia él, derribarlo por medio de una lanza y golpearle en la cabeza. Fuerte. Hasta ver su hermoso rostro sangrando de dolor. Lamentablemente, aquella imaginación que tuvo... se volvió realidad. Ezequiel se abalanzó sobre Christian. Ambos cayeron al suelo y chocaron contra una de las paredes de la habitación. Ezequiel dio el primer golpe, fallando. Su cabeza estaba caliente de enojo, quería hacerle daño. Otro golpe fue lanzado en dirección a la cara de Christian, este dando en el objetivo. Christian sintió su pómulo arder, el jardinero lo estaba sacando de sus casillas.

Ezequiel en su imaginación olvido a un personaje más: Edward. Este defendió a su jefe con velocidad. Le quitó a Ezequiel de encima y le lanzó tres golpes fuertes en el estómago. Ezequiel se irguió y cayó al suelo. Christian aprovechó que el mayordomo se encontraba en el suelo para darle de patadas. Aterrizaban en el estómago, la cara, el pecho y piernas. Edward se le unió a los segundos dando en la espalda, el trasero y la nuca. Al parar, con sudor en la cabeza y la respiración entrecortada, trataron de tranquilizarse.

Ezequiel yacía en el suelo, le sangraba la nariz y la boca, le dolía todo el cuerpo y estaba cansado. No quería moverse. Solo dormir. Era lo único que pedía.

- ¿Y ahora? - Edward miro a Christian, sabía que esta vez se habían pasado un poco con los golpes- ¿Qué hacemos con él? Los demás no lo pueden ver así.

Christian guardo silencio. Necesitaba pensar.

Una vez con la respiración normal, recuperado de sacar toda su furia en contra del cuerpo inmóvil de Ezequiel, se le ocurrió el mejor lugar para ocultarlo.

-Llévalo al sótano.

- ¿Qué? Christian juraste que ya no...

- ¡YA SE LO QUE DIJE! - Los ojos de Christian estaban inyectados en sangre- ¿Se te ocurre una mejor idea? Nada de esto hubiera pasado si hubieras guardado tus malditos sentimientos. Ahora tenemos este problema y no es más que tu maldita culpa. Así que ahora has el maldito trabajo que te estoy pidiendo si es que quieres seguir viviendo aquí.

Edward nunca había visto de esa manera a Christian. Nunca le había gritado o lo había tratado como su inferior. El golpear a Ezequiel no fue algo sin importancia como los demás chicos que Christian había golpeado. Con él, parecía que una parte de Christian estaba lastimada, moribunda, hiriente.

Edward asintió y comenzó a acomodarse a Ezequiel para llevarlo al sótano.

La Casa De Los Susurros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora