Capítulo 7

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- Vamos papá - dijo Ana cogiendo su maleta. Los dos abandonaron el edificio y se encontraron a Mimi esperándolos junto a un coche oscuro de Universal.

- Buenos días - dijo la andaluza con una sonrisa enorme mientras se acercaba y le daba dos besos a cada uno - yo le ayudo - añadió agarrando la maleta del padre de Ana y llevándola a la parte trasera del coche.

- Mimi, por favor, cuántas veces tengo que decirte que me tutees - dijo mirándola con cariño.

- De acuerdo, Antonio - respondió sonriendo.

El padre de Ana se sentó en el asiento de copiloto junto al hombre que los llevaría mientras que Mimi y Ana se sentaron juntas atrás.

- ¿No piensas decirme nada sobre a dónde vamos o qué vamos a hacer? - preguntó la morena con curiosidad.

- Pueees, te puedo decir que vamos a tardar una hora y media en llegar y que la "cita" será mañana por la noche - dijo bajito para que no se enterara el padre de la canaria - Ana, ¿qué va a pasar con tu padre?

- ¿A qué te refieres?

- Que pronto verá que en todos lados dicen que somos novias, ¿Vas a decirle algo?

- No lo sé, tía- respondió sincera. Llevaba varios días pensando en ello - Supongo que pronto le tendré que decir la verdad. Pero por ahora prefiero que piense que somos dos amigas normales y no dos amigas que fingen ser novias - dijo también en tono bajo y acercándose al oído de Mimi.

Tenía que reconocer que no quería decírselo a su padre, no quería que supiera que estaba haciendo un pr. Él era una persona muy buena y Ana sabía que no se enfadaría con ella, pero seguramente se pondría triste por las cosas que la discográfica le obligaba a hacer a su hija. Al menos la canaria se imaginaba que así sería su reacción, podía visualizar a su padre con la decepción reflejada en su rostro.

Estos pensamientos le sacaron un suspiro que no se le pasó por alto a la rubia que tenía al lado. Mimi puso su mano sobre la de la otra chica y le dio un pequeño apretón que, acompañado de una sonrisa, pretendía ser un "todo va a salir bien" aunque ni siquiera ella estaba segura de eso. El gesto de la rubia no se le escapó a Antonio, que en ese momento las miró de reojo por el espejo retrovisor e intentó reprimir la sonrisa.

Una hora y media después llegaron a su destino.

- ¿Ávila?

- Sí - afirmó sonriendo la rubia.

- Ana ¿te acuerdas cuando vinimos a Ávila con tu tía y tu hermano cuando erais pequeños? - preguntó Antonio entusiasmado.

- ¿Yo he estado aquí? No me acuerdo.

- Pues mejor, así puedes volver a conocer la ciudad - dijo Mimi bajándose del coche. Habían llegado ya al hotel.

El conductor, que era el hombre de Universal encargado de acompañarlos esos días y llevarlos a donde fuera necesario, sacó las maletas del maletero y se las entregó a cada uno. Entraron juntos en el hotel y se acercaron a la recepción, dónde el conductor le enseñó al joven recepcionista la reserva que tenían. Tras comprobar que todo era correcto y estaba pagado, el chico les entregó tres llaves: dos habitaciones individuales y una con cama de matrimonio. El conductor cogió una de las llaves individuales y se fue tras despedirse y decirles que lo avisaran cuando lo necesitaran.

- Bueno, ¿Cómo nos organizamos? - preguntó Antonio.

- Yo cojo la otra individual y vosotros compartís la doble - indicó Mimi.

- ¿No preferís compartir vosotras la habitación?

- No - respondió Mimi de forma más brusca de lo que pretendía, y añadió suavizando el tono - no, es mejor que la compartáis vosotros. Tú has venido desde Canarias solo para estar con tu hija. Yo cogeré esta - dijo agarrando las llaves antes de que el hombre pudiera negarse, pero por suerte Antonio aceptó.

Exigencias de contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora