Capítulo 16

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Habían pasado dos semanas desde que Ana se despidió de Mimi tras la noche que salieron con las lolas, y desde entonces había estado encerrada en el estudio la mayoría del tiempo. No sabía cuándo podría sacar un segundo álbum, pero ya había empezado a componer alguna que otra canción que estaba deseando enseñarle a sus fans.

Volvía a casa después de pasar todo el día trabajando con varios productores cuando, nada más entrar, Ana escuchó su móvil sonando. Se trataba de una videollamada de Miguel Ángel.

- Hola, Miguel - dijo contenta cuando la imagen de su novio apareció en la pantalla.

- Hola, cariño. Siento no haber podido llamarte estos días.

- No pasa nada. ¿Cómo estás? - preguntó mientras soltaba el bolso y las llaves sobre la mesa del salón.

- Muy bien, trabajando mucho. El rodaje está siendo genial y el equipo de la película es... increíble.

- Cuando vuelvas tienes que contarme todo - dijo, pero no escuchó lo que Miguel Ángel le respondió porque algo le llamó la atención, algo que ella misma había dejado sobre la mesa por la mañana pero que con las prisas no había visto bien.

- ¿Ana?

- Un momento ¿Esto qué es? - dijo dejando el móvil en la mesa y pasando sus dedos por el correo acumulado de un par de días. Entre un pequeño montón de cartas encontró un sobre cuadrado de papel marrón con unos adornos en blanco y con letras grabadas en una caligrafía muy bonita. En él se podía leer "Ana Alicia Guerra y Miriam Doblas".

- ¿Qué coño...? - murmuró asombrada al ver los nombres que aparecían en el sobre.

- ¿Qué pasa, Ana? ¿Qué es eso?

- No tengo ni idea.

Abrió el sobre y dentro encontró una bonita tarjeta que leyó en pocos minutos mientras Miguel Ángel la miraba expectante desde la pantalla del móvil.

- Es una invitación - dijo finalmente.

- ¿Una invitación para qué? - preguntó serio.

- Para una boda. De un primo mío, que por lo visto se casa el mes que viene.

- Vamos, no me jodas. ¿Ya no basta con los eventos públicos? ¿Ahora también tienes que ir con ella a cosas familiares? - soltó cabreado.

- A ver, es normal que la invite como mi acompañante si cree que estamos juntas.

Le entraron ganas de decirle que no, que su acompañante debería ser él, que estaba harto de aquella situación, pero sabía que no podía hacerlo. Quejándose solo conseguiría que Ana se alejara, y no lo iba a permitir.

- Lo sé Ana, es solo que... me encantaría ir contigo y conocer a tu gente. Además, no hay nada que me guste más que una boda - dijo sonriendo.

Ana hizo todo lo posible por no entrar en pánico con esa última frase.

- Ya, ojalá pudieras venir - dijo consciente de que todas las situaciones que vivía serían diferentes si no fuera por el PR, no necesariamente mejores o peores, sino diferentes - Bueno Miguel, te llamo mañana, ¿Vale?

- Genial - dijo él feliz.

- Adiós, amor.

- Te quiero, Ana.

- Y yo a ti - respondió la canaria notando un pellizco de culpa y pensó que tal vez lo mejor sería no decirle a Mimi nada de la boda e ir sin acompañante.

Y es que uno de los muchos motivos por los que se sentía culpable era que no solo llevaba dos semanas sin ver a la rubia, sino que también llevaba ese tiempo sin poder sacarla de su cabeza. Mimi tenía ese efecto en ella cada vez que se despedían, no se iba realmente. Pero cómo iba a dejar de pensar en ella si cada día la veía anclada en su piel con ese tatuaje que se hizo, si desde entonces se había puesto la camiseta que le prestó de Witch Power más de lo que debería. Era imposible, y mucho menos cuando se enteró un par de días después de ver la invitación, que iba a volver a verla. Fue por una conversación de WhatsApp con Miriam.

Exigencias de contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora