Capítulo 22

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- ¿Crees que nos hemos equivocado? ¿Que esto complicará las cosas? - preguntó la morena.

- No lo sé - respondió sincera - no sé si deberíamos haberlo hecho.

- ¿Te arrepientes? - preguntó Ana con un poco de miedo.

- Claro que no, me volvería a saltar cada una de esas 4 reglas.

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Los ojos de Ana se abrieron antes de que sonara el despertador, como si su cuerpo o un sexto sentido supiera que tenía que levantarse. Un par de segundos le bastaron para volver a la realidad, para notar el brazo de Mimi rodeando su cuerpo y sus dedos sobre la piel que la camiseta, un poco levantada, dejaba al descubierto.

Ana se giró lentamente para quedar frente a Mimi, que dormía con un sueño profundo que la canaria llegaba a envidiar. Tenía el pelo un poco revuelto y parecía más rubio de lo normal por la luz que entraba desde el balcón de la habitación, y pensó que estaba guapísima por eso y por la serenidad que se reflejaba en sus facciones y en su respiración calmada. Se quedó mirando sus ojitos cerrados y sus labios entreabiertos que murmuraban algo en sueños, y pensó que si pudiera preguntarle a San Pedro qué es lo que hay en el cielo, le enseñaría la imagen que tenía frente a ella en ese mismo instante.

Parecía tan en paz que a Ana le daba pena despertarla, pero tenía que hacerlo o llegarían tarde. Por primera vez hizo algo que había imaginado cientos de veces, más de las que había querido reconocer un tiempo atrás. Se acercó y posó con suavidad sus labios sobre los de Mimi dejando un beso que pilló por sorpresa a la rubia pero al que se acostumbró rápidamente. Al separarse, se encontró con esos ojos todavía medio cerrados y una sonrisa que no le importaría ver cada amanecer, y se percató de cuánto había deseado hacer algo como aquello, tan alejado de reglas y de un PR, algo tan simple como despertar a Mimi con un beso.

- Buenos días, Banana - murmuró la rubia con voz de dormida y sintiendo todavía cómo le pesaban los párpados - Anoche te quedaste dormida del tirón eh, se nota que estabas cansada - añadió un par de minutos después con un guiño y claramente más despierta.

Algunos flashbacks de la noche anterior recorrieron la mente de Ana provocando que aumenta su ritmo cardíaco en la misma proporción que su temperatura corporal. Las escenas en la cama y en el jacuzzi que ambas habían protagonizado horas antes, consiguieron sacarle los colores a la canaria, que se tapó la cara con las manos mientras murmuraba un "qué tonta eres" entre risas.

- ¿Pero qué te pasa? Te has puesto vergonzosa - dijo Mimi riéndose.

Y era cierto. Ana no pudo evitar sonrojarse al recordar cómo sus cuerpos se perdieron entre caricias, roces y besos. Se quedó pensando en cómo sucedió todo tan rápido y a la vez tan lento, después de tanto tiempo, y también pensó en que era la primera vez que lo hacía con una chica pero aun así todo fluyó como si estuviera acostumbrada. Entre todos esos pensamientos, no pudo retener algún que otro miedo, y se preguntó cómo serían las cosas entre ellas a partir de entonces.

- Lo de anoche pasó de verdad, ¿no? Es que no lo estoy asimilando - dijo la andaluza medio bromeando y mordiendo su labio inferior en un intento fallido de frenar la sonrisa.

Ana solo soltó un suspiro como respuesta para no dejar escapar las dudas que le rondaban por la cabeza.

- Eh - la llamó Mimi apoyándose en su codo para incorporarse un poco en la cama - Ana, ¿en qué piensas?

- No sé Mimi, en todo. En cómo nos afecta esto, en cuántas veces dos amigos o amigas se acuestan y todo se complica...

- Como si tú y yo fuéramos dos amigas normales - respondió irónica - nunca lo hemos sido.

Exigencias de contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora