Capítulo 20

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- No es ninguna tontería, voy a acabar lo que empezamos aquí, en este mismo ascensor.

Ana la miró durante unos segundos mientras notaba cómo subían hacia la planta de las oficinas y salas de reuniones. Había salido corriendo hacia allí en cuanto supo lo que Mimi quería hacer, pero realmente no sabía qué decirle ahora que la tenía enfrente.

- Mimi, espera, vamos a hablarlo - dijo acercándose al panel del ascensor y pulsando repetidamente el botón que las conduciría de nuevo hacia abajo. Fue entonces cuando la luz parpadeó y una parada brusca las sorprendió. Por un segundo se quedaron totalmente a oscuras pero pronto la luz cálida de emergencia las alumbró.

- Lo que puto faltaba - dijo Mimi mirando a su alrededor.

- Mimi, sé que lo de París fue una cagada... - empezó sin que le importara lo más mínimo que acabaran de quedarse encerradas allí.

- Una gran cagada - corrigió.

- Lo sé - dijo sincera - pero no va a volver a pasar, de verdad.

- Ana, es que ya me da igual. Me da igual lo que hagáis. Pero no quiero seguir con el PR.

- ¿Por qué? Si no es por lo de París ¿por qué es? ¿Por la chica que vi antes en tu casa? - soltó sin pensar.

Mimi la miró sorprendida, no sabía que Ana había estado en su piso aquella mañana y que había visto a la chica con la que pasó la noche. La sorpresa poco a poco se convirtió en una mirada curiosa que trataba de leer los ojos oscuros que tenía enfrente. ¿Estaba un poco...celosa?

Mimi dio un par de pasos hacia ella y, muy lentamente, se fue acercando provocando que Ana se tensara un poco. Con una pequeña sonrisa por ver que la había puesto nerviosa, Mimi estiró el brazo y pulsó el botón del ascensor que tenía dibujado una campana, ese botón que se utilizaba en caso de avería.

- ¿Y si es por eso, qué? - soltó Mimi a poca distancia de la canaria. Durante unos segundos se miraron fijamente en silencio, y Ana no supo si era por la luz tenue y anaranjada de emergencia, por el calor que estaba empezando a surgir en aquel lugar cerrado o por lo cerca que estaban, pero en ese momento lo que deseó no era hablar precisamente. Tras una mirada fugaz a los labios de Mimi, Ana volvió a la realidad y decidió callar lo que su imaginación pedía a gritos.

- Mimi...- soltó casi en un suspiro.

La rubia se separó un poco y volvió a centrarse en la conversación, a ponerse seria.

- Estoy cansada de esto Ana, de ser el complemento de los "enamorados es poco" - dijo gesticulando con sus manos como si fueran comillas - que yo también tengo derecho a querer conocer a alguien y tener algo real, ¿sabes? - añadió sintiéndose un poco patética.

Ana la miró un poco sorprendida pero entendió perfectamente a lo que se refería Mimi. Tenía todo el derecho del mundo a querer encontrar a alguien que la hiciera feliz, alguien con quien no había PR ni novios de por medio. Claro que lo entendía, pero aun así no pudo evitar tener la sensación de que algo se le encogía por dentro.

- No quiero seguir fingiendo, Ana - soltó en voz baja, sintiéndose un poco aliviada por sacarlo.

La canaria supo que no podía culparla por querer seguir con su vida sin tener que estar envuelta en aquella farsa, y comprendió que aquella situación solo seguiría empeorando las cosas. Puede que ella deseara que no acabara todavía, o simplemente tenía miedo de que al terminar el pr Mimi se alejara de ella, pero no tenía otra opción.

- Pusimos las reglas para que esto funcionara, para que estuviéramos cómodas - empezó Ana y esta vez fue ella quién se acercó a la rubia. La cogió de las manos y siguió hablando - si una de las dos ya no lo está, no tiene sentido que sigamos.

Exigencias de contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora