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—Disculpa mi atrevimiento pero...¿podrías comentarme qué ocurre?

Las palabras de Decencia fueron un apagado tartamudeo que no hizo cambiar lo más mínimo su incómoda situación. Aquello era inadecuado, era inaceptable pero no tenía fuerzas para salir de ahí. Ella era débil y vulnerable mientras que Demencia era...especial.

La mujer de cabello verde estaba pegada a ella, frente a frente, examinándola con excesivo detenimiento. Su rostro era serio con los labios y los ojos fruncidos. Decencia terminó por tratar de hacerse un ovillo contra la pared a la que era empujada y acorralado por los fuertes y marcados brazos de la demente de mente. Decencia sintió su cara arder cuando la contraria se acercó un poco más a ella.

—Tú...—musitó Demencia— eres rara, hueles a melocotón. Te caíste de niña en un caldero de melocotones ¿verdad? —usó un tono demasiado rudo y serio para una pregunta tan tonta, sin embargo Decencia se lo tomó como un interrogatorio.

—Es-es el acondicionador, tiene ese olor. Lo- lo siento mucho.

—¿Acoqué?

—La crema para el pelo, esa que se pone para que quede más...suave.

Demencia se apartó bruscamente de ella, la liberó para alejarse de aquella habitación de invitados becariamente decorada y con dos camas individuales. Parecía molesta.

—Lo que me faltaba ¡HIGIENE! Me imaginaba que usarías la ducha y el jabón pero hasta te cuidas con esmero para mantener esa apariencia cándida y perfecta.

—Una buena higiene previene el riesgo de enfermedades. — repitió Decencia las palabras que White le decía los primeros meses que convivieron. — Además ayuda a tener un buen aspecto y a sentirnos bien con nosotros mismos.

—¿Insinúas que yo no tengo buen aspecto? Mira, azucarillo, este—se señaló de arriba a abajo— este cuerpo a seducido al mismísimo Black hat, y sin tocar el dichoso jabón en tres meses.

—Yo...no pretendía ofenderte. Te presento mis más sinceras disculpas.

Decencia se colocó de pie y cuadró de forma casi marcial, no, casi como lo haría un robot, recta, correcta, con un tono neutro poco humano. Demencia dio un par de brincos mientras juntaba las manos.

—¿Ves? El champú te hace decir cosas raras ¡como al nerd de Flug! Palabras largas y difíciles, como si le hubiesen metido un telescopio por el recto. — Demencia volvió su atención a su contraria, seguía estática como una muñeca de porcelana y comenzaba a darle el mismo mal rollo. — Mira...es un poco rara toda esta situación es decir...venís de otro universo y sois como un grupo opuesto a nosotros, un jaleo vamos. Espero que no quieras seducir a Black hat.

—No, santa bondad. — contestó escandalizada perdiendo su actitud estoica por una nerviosa. — Jamás trataría de cometer ningún acto indecente con un hombre, soy una jovencita respetable.

—Se ha escapado del siglo XIX, no de otro universo. —pensó Demencia. Se sentó en el suelo abrazando una almohada, se sentía por primera vez como una jodida adolescente de serie americana— Pero oye, si eres mi opuesta, ¿amas u odias a tu hat?

—El odio es una emoción de villanos, señorita Demencia. — contestó mecánicamente sin relajarse.

—Entonces ¿A ti te gusta el de blanco verdad? Oye te puedes sentar en el suelo, está súper limpio gracias al oso.

—Por supuesto. —acató lo que creyó era una orden y se sentó de rodillas en el suelo—El señor White es mi ídolo.

—No...me refiero a que si crees que está bueno.

—Él es muy bueno, le admiro muchísimo. Slug en cambio pese a que parezca siempre enfadado, tiene muy buen corazón.

—A ver. —se agitó en su asiento tomando una posición más tensa.—¿Quién está más caliente? ¿Tu jefe o el mío?

—¿Acaso están enfermos? —preguntó la heroína con preocupación

Demencia tenía ganas de darse de cabezazos contra la pared. Y así lo hizo.

—Por favor, para. Te harás daño. 



Demencia es alocada, improvisa, y habla un poco a su aire. Decencia es calmada, serena y piensa muchas veces las cosas antes de hacerlas. Es un capítulo corto, sí, lo reconozco, pero tomadlo como gesto de buena voluntad para con la historia y vosotros <3

Villainous - ImperatorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora