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El rítmico tic tac del reloj de pie resonaba burlón entre la tensa escena protagonizada por ambos señores. White hat y Black hat guardaban silencio por alrededor de un cuarto de hora sin dirigirse ni una mirada, ignorándose mutuamente con orgullosa actitud. Parecía ser que, pese a lo opuestos que estos seres pudieran parecer, la soberbia era algo que tenían en común junto al apellido.

Estaban en un salón privado de la mansión del sombrero negro, una sala destinada a las visitas ilustres o los clientes más destacados. El lugar era funcional y elegante, la decoración no distaba del resto de la mansión pero se le notaba una esencia especial. Estar allí era sinónimo de estatus y confianza. Black hat sentía que aquello estaba muy fuera de lugar, frente a él estaba alguien insignificante y del que desconfiaba profundamente, y sin embargo ocupaba el lugar más intimo y privilegiado que disponía. Como darle margaritas a los cerdos.

El demonio de apariencia oscura repasó sus opciones; podía callarse por más tiempo, ganar la guerra de resistencia y ver como su pulcro hermano salía de su oasis con el rabo entre las piernas; podría dar el primer paso. Un movimiento arriesgado podría darle la ventaja para llevar el curso de la conversación a su terreno o hacerlo quedar como un estúpido.

—Black hat, estamos condenados a entendernos. Deja de portarte como un niño y entra en razón. Esto es serio. — con serenidad y marcada condescendencia las palabras de White hat resonaron con aquella voz melodiosa seguida del tintineo de la cuchara en la taza de té que le habían servido hace tanto que ya estaría fría.

Oh, Black hat le odiaba. Quería eliminar esa sonrisa arrogante y victoriosa de su patética cara. Quizás en el pasado se replanteó su opinión sobre White hat pero ahora veía la verdad, solo un momento de debilidad y un largo tiempo sin hablarse. Aquella actitud de creerse superior a todos moralmente, le hacía arder de rabia. Miró a su contraparte, sabía que intentaba hacer con sus palabras. Quería dar el primer paso para hacerle enfadar, atacar a su orgullo, hacer creer que se comportaba como un niño y él como un adulto con demasiada paciencia y mucho que enseñarle.

—Eres un descarado. — replicó Black hat con su ira característica. — Vienes a mis dominios, reclamas asilo y actúas como si fueras más que yo. Escucha bien, porque solo te lo diré una vez. Aquí las normas las dicto yo, si no te gusta, puedes irte con aquel loco que te fue a buscar a casa.

—Black, esto ya no es de un tú y yo, si no de un nosotros amenazado por un otros. — su rostro se ensombreció de golpe dejando a un lado aquella dinámica de pullas mutuas. El tono juguetón de White desapareció para volverse uno de urgencia. El desconcierto llenó el rostro del villano y lo obligó a esperar por más de aquello, todo por una solución.

—Y si tan serio es el asunto, ¿por qué te entretienes con estos juegos? Estás empezando a colmar mi paciencia.

—Porque echaba de menos a mi hermano. — murmuró con una sonrisa temblorosa.

Abrió sus ojos genuinamente sorprendido. Recuperándose de la conmoción se apresuró a buscar el truco de aquel momento de vulnerabilidad. Buscó y buscó pero no encontró más que la mirada gacha y la preocupación en aquel rostro pálido y esos ojos azules.

Suspiró cansado de tantos rodeos. Con la información que tenía era una amenaza a tener en cuenta. Sin embargo no debía dejar que las riendas se le escapasen de las manos. Para manipular y mantener en su sitio a quienes tienes por debajo jamás hay que hacerles creer que les haces un favor, más bien al contrario. Que crean que te deben una. Un gesto de piedad del diablo, era traducido en una deuda difícil de pagar.

—Te puedes quedar. —levantó la mano anticipándose a la sonrisa brillante de su hermano— Tu equipo también siempre y cuando colaboren y no sean una molestia.

—Oh, ese es mi hermanito, por supuesto. Espera, ¿colaborar?

Black hat se levantó del asiento y se acercó al ventanal para observar a los dos osos en el jardín tratando de interactuar. 5.0.5. intentaba comunicarse con el oso tumbado en la tierra con cara de pocos amigos y los ojos cerrados. Aquel ser se parecía más a lo que le pidió a Flug hace un par de años, quizás con suerte podrían intercambiárselo. Aunque si el tal Slug había desarrollado el mismo apego paternal que Flug, podría ser divertido destruir a dos padres al mismo tiempo.

Su atención volvió a la pregunta sin contestar de White que volvía a observarle con la astucia y la dureza que ocultaba en su pecho envuelto en bondad.

—¿Piensas en serio que voy a ser humillado del mismo modo que tú? No. Si ese dictador pretende enfrentarse a mí y quitarme el trono, tendré que enseñarle lo que pasa cuando se desafía a un grande.

—Perderemos todos, Black hat. — contestó con seriedad. ¿Le subestimaba?

—El terror te favorece, White. Pero deja de verte tan débil, me repugna. Habla con tu científico y que esté bajo el mando del mío para buscar opciones viables.

—No. — la respuesta fue más una sentencia en firme. Alzó una ceja ¿negociar? ¿tan pronto? Se centró en su accionar, ¿Qué tanto interés tendría en proteger a un mortal reemplazable?

—¿No? Ya no se te ve tan contento de ver a tu hermano. —rió a carcajadas—Que rápido olvidas tus promesas, héroe. Puedes quedarte mientras colaboréis. —le tendió la mano—Una colaboración entre pares.

—Sea pues. —White la estrechó con fuerza mientras sonreía pensativo—Mi doctorcito no es alguien al que puedas domar fácilmente. 



Lamento la espera ¿Qué tal estuvo? Por fin se van a poner en serio, mientras nuestro dictador favorito se va cargando Hats y conquistando universos alternos. Yisus.

Villainous - ImperatorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora