Capítulo 8

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Me desperté por la luz que entraba por la ventana. Era poca ya que estaba nublado, parecía que llovería en cualquier momento. Miro a las camas de mis compañeras y las veo desperezándose.

-Buenos días.- saludó desperezándose Marina.

-Hola.- dijo Estrella.

-Nuevo día chicas.- saludó Fátima.

-Aquí en la Tierra, a las 10:30, hola a todas.- saludé con voz de robot.

-Cómo si estuvieras en la Luna ¿no?- dijo Marina.

-No estoy en la Luna, pero tampoco en la Tierra.- dije señalando al suelo para hacerle entender que cómo estaba en la litera de arriba no tocaba el suelo y, por lo tanto, no estaba en la Tierra.

Todas rieron entendiendo mi broma.

-¿Quién hace el desayuno?- dijo levantándose Fátima.

-¡Yo!- grité bajando de la litera.

-Yo también quiero.- dijo Marina.

-Ok, pues rapidito, que tengo hambre.- dijo Estrella.

Bajamos todas a la planta baja, Estrella y Fátima pusieron la mesa mientras Marina y yo hacíamos el desayuno. Hicimos una tostada de nutella a cada una y una taza con leche y galletas para mojar. Después nos vestimos y ordenamos la habitación.

***

-Tengo hambre.- se quejó Marina, habíamos hecho todos los trabajos para la universidad

-¿Hemos terminado todas?- pregunté, todas asintieron- vamos a comer.

-¿Y si pedimos unas pizzas?- comentó Estrella.

Todas apoyamos la idea de Estrella, pedimos unas pizzas. En seguida sonó el timbre, fui a abrir.

-Hola.- saludé. Era un chico bastante guapo, tenía el pelo rubio oscuro, liso, y unos ojos verdes increíbles, era muy alto y cuando sonreía, se le veía su perfecta hilera de dientes increíblemente blancos brillantes.

-Hola,- sonrió tímido- aquí está tu pedido, emmm... ¿pizza?- dijo revisando el pedido nervioso, MUY nervioso.

-Sí, muchas gracias.- le dije cogiendo la pizza.

-Yo ehhh ... me alegro de ehhh ... conocerte - dijo mientras se rascaba la nuca sonrojado.

-Yo... - iba a responderle pero fui interrumpida, alguien de dentro de la furgoneta en la que había venido le llamaba.

-¡Zack! ¡Deja de entretenerte que sólo has venido a darle su pizza! ¡Sube a la "furgo"!- dijo a gritos un señor de unos 50 años.

-Tengo que irme, adiós ... ¿Cómo te llamas?- me dijo empezando a irse, pero cuando formuló la pregunta se detuvo esperando mi respuesta.

-Me llamo .... -le iba a responder pero me interrumpieron otra vez.

-¡Zack! ¡Qué vengas muchacho!- dijo el señor de la furgoneta.

-Tengo que irme.- me dijo con una sonrisa perfecta.

-Adiós.- me despedí.

Entré en casa, voy al comedor y sin decir nada de Zack, empezamos a comer. Terminamos de comer y fuimos al salón a descansar. Marina puso la tele, Fátima se puso a leer el tercer libro de los Juegos del Hambre, Sinsajo y Estrella se puso con el móvil.

Yo me puse a pensar en Zack, no me puedo volver a enamorar, no quiero volver a ser dañada como con Carlos. Mirarme me daba asco, acabó de terminar con una relación y en menos de 48 horas ya estoy otra vez pensando en chicos. No, no iba a tener novio, y menos tan pronto. De repente, recordé que no se lo había dicho a Emma, mi mejor amiga londinense, le mandé un mensaje que ponía:

Buscando al príncipe azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora