"Describiendo el fenómeno del entrelazamiento cuántico, dos partículas que, en algún momento estuvieron unidas, siguen estando
de algún modo u otro relacionadas, sin importar la distancia entre ambas, aunque se hubieran hallado en extremos opuestos del
universo, la conexión entre ella es instantánea. Es lo mismo que ocurre entre dos personas cuando las une un vínculo que solo los
seres vivos pueden experimentar: el amor".
Y al redondel de todo esto, me hallo en un momento único donde quedará un recuerdo regido en sentimientos particulares, donde veo las constelaciones más cercanas a mis ojos de su espalda, y al juntarlas con la mía formábamos una nueva galaxia, sólo
coexistiendo ella y yo, nosotras.
Me gustaría saber qué piensa cuando me ve y que ve cuando me piensa.
Nos concentrábamos inefablemente en la ataraxia descontrolada de la habitación mientras posaba mis manos sobre cada una de sus
estrellas y me iba adentrando de a poco a tal enigmático universo, donde escribí más versos inesperados en el momento sin ella
saberlo.
Luego de tantos pensamientos divagando por mi cabeza me cuestiono el cómo una chica como ella puede sobre pasar en belleza, en cómo un universo como ella está en un planeta como éste.
Me iba yendo incontablemente del mundo exterior y me concentraba más en el nuestro «Kakamatau», olvidándome vorazmente de
las personas y sólo creyendo habitar ella y yo.
Queriendo ser turistas viajando y conociendo cada uno de nuestros planetas, penetrando más que placer, penetrando al empirismo
que tenemos y que nos falta por tener.
Rogando cuanto me encanto pasar esa noche entre sus brazos y silencios placenteros, donde nuestras miradas y roces eran los que
hablaban por las dos, para ser solo una causa me producía demasiados efectos.
Y si cualquiera la podía poseer antes con unas cuantas palabras vacías...
¿Qué demonios hago yo dedicándole versos y poesía?¿Y qué te parece si permites que mis palabras aborden esa nave de ensueño?
Esa que esta noche es tu lecho, y al momento de su arribo, la dejas en completa libertad para que ellas puedan cumplir su único objetivo: cubrirte por completo con su frenesí y sutileza; y así, llegar a cada rincón de tu piel,
besando cada lunar, espacio en blanco y cicatriz.
Mientras tú suspiras mi nombre y respiras un nosotras para volver a la pequeña muerte.
Heme aquí, en medio de esta relatividad constante, donde mi espacio-tiempo se define en ti y por ti.
Donde la gravedad entre nuestros cuerpos, solo es esa fuerza inevitable que ejerce
nuestro tacto y nuestra piel.
Donde cada sentimiento que emerge desde nuestros corazones,
se vuelva una completa paradoja entre realidad y poesía.
Donde nuestro electromagnetismo es ese caos de besos que terminan en la majestuosidad de un amanecer juntas.
Donde mis dedos penetraban tus miedos y mis ojos desnudaban tu alma.
Eres mi ventura más preciada.
Heme aquí, siendo una dependiente de esa fuerza cósmica que lleva tu nombre, de tu fuerza vital, mi universo, mi astronómico y sublime amor.
Fue entonces donde las letras tomaron propiedad viviente,
y cada una de esas instancias lejanas se acercaron a la realidad latente.
Donde lo irreal tomo la estructura de un ser iridiscente y la luna se volvió en mi amante fiel oyente.
Fue en esos labios sabor a café donde todo aquello que soñé, lo obtuve y lo encontré por primera vez.
Es ahí donde cada fantasía de un sutil romance, donde cada verso excelso lleno de resplandor, donde cada ocaso y despertar tuvo razón, una visión, un aroma y un sabor.
La besé, me beso, nos besamos.
La besé, en el crepúsculo frio, acabando con mis demonios y llamando a otros tantos.
La besé, dejando atrás mis desastres, posponiendo las culpas, los miedos.
Nos besamos, como si no hubiera nadie más en la habitación, como si pudiéramos apagar incendios y encender corazones enteros.
Me besaste, como nadie me había besado antes, reconstruyendo mis ruinas y destrozando barreras.
Te besé, como poeta hambriento con sed de poesía, poesía que eran tus labios, en un lento choque de olas contra los míos.
Te besé, con mi voz interna expresando telepáticamente que te subieras a mis pesadillas y que no te apearas nunca, que te subieras a mis nalgas y las lamieras, que ascendieras a mis pechos y los masajearas, que los mordieras, los apretaras. Que los llenaras de saliva, de sudor, de olores y colores, de cometas, de gritos y de miedos, pero que no te fueras.
Te besé, dejando plasmado en tus labios que no quiero que olvides mi olor, que quiero que lo recuerdes cuando pases por los bulevares y avenidas, por los bares, los parques, las mangas. Que recuerdes ese momento de gloria, inolvidable para mi e inigualable como tu espalda, la constelación más divina.
La besé, me besó, nos besamos.
Qué momento más literario, creando letras con tu ósculo, tan húmedos y tan hambrientos como con sed de venganza, por mirarme con ese brillo en sus cristales y tentarme en la más mínima oportunidad.
La besé, me besó, nos besamos.
Comprendí que las cosas que se expresan con la boca, no siempre necesitan las palabras, a veces solo falta el roce entre tu hocico con el mío.
De esa manera con la que sabes volverme loca.
Quería hacerte sentir tanto, que incluso el solo hecho de que mis dedos rozaran suavemente tu piel, ya sintieses un incendio quemando tu artístico cuerpo.
Estudiando la geografía de tu contexto, la astronomía de tus sueños, la arqueología de tus cicatrices, la arquitectura de tu intelecto, la música en tu corazón y la lógica en tu razón.
Era un buen insomnio desvelándome sobre tu cuerpo, conociendo más de tu incontable misterio, en el cual querré adentrarme más y más.
Descubriendo que eres un mundo. Un mundo con paisajes y curvas de guitarra, un mundo primoroso cargado de pensamientos estrellados.
Eres increíble aun cuando la vida te llega a decir lo contrario.
Eres constelaciones de lunares preciosos repartidos por tu cuerpo, pidiendo a gritos besos sinceros plagados de ternura.
Eres y llevas mar, con ubicación en tus nalgas y piernas que lo forman tan majestuosas estrías.
Eres tormenta, causas caos en mi mente.
Eres secreto y plenitud.
Eres locura, locura espacial con reflejos de inteligencia.
Eres un océano de sentimientos.
Eres el sueño de alguien por las noches y uno de esos soy yo.
Eres este, oeste, norte y sur.
Eres más que un conjunto de direcciones.
Eres un pincel con infinitos colores en días grises.
Eres lo que sabes, lo que no sabes y no lo puedes imaginar.
Y no desesperes, que los viejos amores no han sabido apreciar la obra de arte que tenían delante, mas yo, inefable mujer, te he convertido en mi galería personal.
Estoy aquí para decirte que, cada centímetro de tu cuerpo es perfecto de la cabeza a los pies.
Y si el amor, como todo, es cuestión de palabras, el vaivén de tu cuerpo y el mío fue crear un idioma.
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Llevo tu nombre
PoetrySeré breve: me fragmentaron el alma e hicieron desvanecer mis sentimientos.