Capítulo 1.

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Al vivir en Marruecos era común ver a mujeres utilizar velos, ya sea por religión o gusto. Yo lo utilizaba las noches al entrar y salir del club en el que trabajaba, pues mantener mi identidad oculta era primordial.

Hoy es una de esas noches, me encontraba caminando apresuradamente por el club, estaba retrasada y en breve sería el momento de mi presentación.  Absolutamente nadie en ese establecimiento me había visto sin algo que me cubriera el rostro.

Tanto el público como el personal del club tenían sus teorías; quizás yo era una mujer reprimida por su marido que salía por las noches a danzarle a hombres para así sentirme deseada, otros decían que tal vez carezco de dinero y cuyo único trabajo que tenía era este, tampoco faltaban los que decían que era huérfana y este club era mi único sustento.

Habían un sinfín de teorías absurdas y poco lógicas, pues ninguna acertaba a mi situación.

Luego de un regaño por Nidal –mi jefe– me encamino a mi camerino, cierro la puerta con llave y empiezo a prepararme para el baile. Al ya estar lista, aseguro que el pañuelo que cubre mi rostro esté sujeto y no haya la posibilidad de que caiga en medio del baile.

Escucho por los altavoces que poseen cada camerino y el club en general al presentador.

—¡Damas y caballeros! Sean bienvenidos a una nueva noche clandestina junto a Alla—exclamó diciendo mi nombre artístico.

Al instante ya estaba lista para salir a escena, el momento en que todas las luces se apagaron supe que era hora de entrar.

Me posicioné en el medio del pequeño escenario, unas luces violetas se encendieron y la melodía empezó a resonar en los parlantes.

Tengo más de cincuenta pares de ojos fijos en mí, una sonrisa escapa de mis labios en el momento en que hago un giro de caderas y muchos siguen el movimiento con su vista.

Me fijo en un grupo de hombres que me observan como si nunca hubiesen visto algo similar, ya casi al terminar la canción Tamer —el presentador— se pasea entre el público con un pequeño barril para que los presentes dejen billetes o monedas. Noto como el grupo de hombres que vi hace un rato dejan bastante dinero.

Al terminar la canción y que las personas aplaudieran eufóricas, me despido de mi público con una caminata lenta y sensual. Abandono el escenario y me topo con un Tamer que me observa con un barril en manos.

—¡Has dejado como siempre anonadado al público, Alla!— exclama sonriente— la propina de hoy ha sido igual de exitosa que tu presentación, un grupo de jóvenes han dejado una buena cantidad de dinero, nena.

—¡Eso es genial, Tamer!—le contesto con una sonrisa amistosa que él no puede ver.

Llegamos a mi camerino y me tiende el dinero para que lo guarde, al ya estar sola hago lo necesario para poder marcharme a casa ya.

Dejo el traje azabache en su perchero y procedo a ponerme la burqa, salgo tanto del establecimiento como del club mientras me fijo en que nadie sospeche de mí.

Camino apresuradamente por las oscuras calles de Marruecos anhelando una ducha de agua fría. Las personas a mi alrededor no se paran a observarme ni mucho menos piensan que salí del club, pues nadie sospecharía de una chica que utiliza burqa.

Al estar cerca de mi hogar, quito aquella prenda que me cubre de pies a cabeza y la guardo en mi bolso.

Entro saludando al portero y esperando que llegue el elevador en mi búsqueda.

* Burqa: Túnica que cubre totalmente a la mujer, de la cabeza a los pies, y que sólo deja ver a través de una rejilla a la altura de los ojos

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* Burqa: Túnica que cubre totalmente a la mujer, de la cabeza a los pies, y que sólo deja ver a través de una rejilla a la altura de los ojos. (imagen en la multimedia)

Espero que el capítulo les haya gustado tanto como a mí, nos vemos en la próxima.













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