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ESTABA LLOVIENDO DE NUEVO, AMELIA ESTABA SENTADA con la cabeza apoyada en las palmas de sus manos, los codos en las rodillas, mirando el hermoso vestido blanco que colgaba de la puerta del armario

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ESTABA LLOVIENDO DE NUEVO, AMELIA ESTABA SENTADA con la cabeza apoyada en las palmas de sus manos, los codos en las rodillas, mirando el hermoso vestido blanco que colgaba de la puerta del armario.

—Esto es patético—se quejó cuando Sarah tiró de su trenza en un bonito estilo.

El día había llegado.

La semana parecía haber pasado volando, Amelia pasó la mayor parte acurrucada en su cama, encerrada en su dormitorio, sollozando en silencio. Dan le pasaba un bocadillos cada vez que podía, como si estuviera prisionera, pero sabía que él tenía sus mejores intereses en el corazón.

Aunque ella no lo aceptaba.

—¿A dónde fueron los últimos días?

Amelia suspiró.

Podía sentir los largos trozos de metal apuñalando su cabeza mientras Sarah clavaba alfileres en su cabello rubio atado.

—Pasaste la mayoría de ellos llorando. Si me preguntas, es una reacción muy exagerada, pero no podemos cambiarlo ahora.

Sarah terminó su obra maestra y le dio a Amelia un espejo.

—Es hermoso. Mamá es la única que quiere esto. Ah y ese jodido hombre Shelby, Tom, ¿verdad?—la rubia se burló.

—Thomas. Tommy Shelby. Por favor, no te equivoques. No confío en ellos.

Sarah se levantó de la cama y le indicó a su amiga que se pusiera de pie. Ella lo hizo con un suspiro reacio.

—Está bien, practica esa sonrisa feliz.

Sarah se palmeó las mejillas.

Amelia hizo una mueca, no es exactamente lo que llamarías una sonrisa feliz.

—Cristo no. Te ves estreñida.

—¡Quizás porque no soy realmente feliz!— se quejó y pisoteó el suelo de mala gana como una niña.

—Piensa positivamente. Te garantizo que tendrás sexo esta noche.

Sarah alcanzó el vestido y lo sostuvo sobre el cuerpo de la otra joven.

—No si es jodidamente feo. De ninguna manera.

Se observó en el alto espejo cercano.

Ella se veía hermosa, muy elegante.

Si tan solo estuviera vestida por las razones correctas.

—No lo es. Lo he visto, lo conozco, no es para nada feo.

Sarah sonrió con picardía cuando John cruzó su mente.

—¿Cómo lo sabes?

—Oh, ayudé a venir al mundo a uno de sus hijos.

𝐌𝐀𝐑𝐑𝐈𝐀𝐆𝐄 ━ JOHN SHELBYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora