𝐌𝐀𝐑𝐑𝐈𝐀𝐆𝐄 ━ JOHN SHELBY

027.

1924. El matrimonio de Grace Burgess y Thomas Shelby.

Arrow House, Warwickshire.

Amelia, de veintiséis años bailaba con su novio en la boda de Tommy.

No su esposo, no.

No, no era John Shelby.

A pesar de que él todavía era su esposo, apenas hablaban y no lo habían hecho, los dos años más largos y dolorosos de la historia.

Estaba parado en la esquina enfurruñado mientras la miraba divertido.

John realmente era un hombre miserable.

Después de su separación, John se centró en los negocios y se sumergió en un abismo todos los días. Su dependencia del alcohol significaba que Tommy decidió que era mejor que solo viera a los niños una vez al mes, rompiendo su alma y su corazón.

Que una vez al mes la visita era lo único que lo mantenía vivo. Cada vez que llegaba el momento, dejaba de beber la noche anterior, se lavaba y afeitaba y se aseguraba de obtener sus bocadillos favoritos.

Luego, pacientemente esperaba en la ventana y veía que el auto de Dan se detuviera.

—Deja de mirar.

Sarah lo apartó de sus pensamientos.

—Ella es maravillosa—John comentó mientras miraba con asombro sus brillantes ojos y su sonrisa a juego—. Pero ella lo ama a él.

—No, está enamorada de ti.

Sarah acarició la cabeza de su amigo en un intento de hacerlo sentir mejor.

John observó al hombre con el que bailaba, juzgando su apariencia.Su peinado era una mierda, tenía una nariz extraña y era arrogante. Pero tenía a Amelia, y eso inmediatamente superó a John.

Mientras observaba, notó que su rostro estaba agrio y su lenguaje corporal cambiaba.

Para su deleite, Amelia y su novio estaban discutiendo.

La gente a su alrededor se alejó cuando la pareja participó en un partido de gritos.

John sintonizó cuidadosamente su oído para escuchar lo que estaba ocurriendo frente a él.

—Siempre me engañas, ¡estoy harta!—gritó, su argumento parecía haber surgido de la nada.

—Oh, ¿una vez es siempre ahora?

Su acento americano de mala calidad hizo que los dedos de los pies de John se curvaran.

—No entiendas que soy una estúpida, Caín. Allí estaban Myrtle, Daisy, Jordan, Pammy...—Amelia enumeró y contó con sus dedos.

La ira explotó dentro de John al presenciar lo que sucedió después.

El puño de 'Caín' chocó con la nariz de Amelia, el ruido de un crujido audible sobre la música de la banda. John no pudo detenerse físicamente, su cuerpo se movía más rápido que su cerebro. En un abrir y cerrar de ojos, John se precipitó hacia ellos y golpeó al hombre. El hombre estaba instantáneamente en el piso con absolutamente cero personas ayudándolo a recuperarse, mientras que Amelia estaba abrumada.

—John, ayúdame—ella rogó mientras la sangre brotaba de su nariz y su cuerpo se estaba inundado por ancianas y pañuelos.

Él se las arregló para apartar a las mujeres con el codo y sacarla suavemente de la habitación hacia el aire fresco y pacífico del camino de entrada.

Esta era la primera vez que habían estado solos juntos desde esa noche en el pub.

El estado de ánimo era tenso.

John quería decirle que todavía estaba tan jodidamente enamorado de ella, pero después de que su esposa no le devolviera el sentimiento aquella noche, estaba asustado de volver a mencionarlo.

Ella no lo amaba realmente.

Era, después de todo... un matrimonio arreglado.

—¿Me vas a ayudar? ¿O te quedarás allí y me mirarás boquiabierto?—le espetó antes de escupir sangre en la teja.

—Tu cabello esta corto.

Todo lo que quería se desbordó en su boca, con la menor de sus preocupaciones deslizándose.

—También tengo un tabique roto.

Se acercó a él y sacó el pañuelo de su bolsillo, limpiándose la nariz.

—¿Cómo estás?

—John, por el amor de Dios, mírame.

Ella suspiró.

Al hacerlo, se enamoró él de nuevo.

Ese cabello rubio tenue era más corto, pero la tenueza todavía estaba allí.

Su vestido negro no le quedaba a nadie más que a ella. El rojo granate que manchaba su rostro la hacía parecer aún más fuerte de lo que era. Amelia había sido golpeada por su novio y apenas se había estremecido.

—Sí, no me estremecí porque estoy acostumbrada. Ha bebido demasiado—respondió, alterando a John al hecho de que había hablado en voz alta.

—¿Lo ha hecho antes?

John preguntó con incredulidad.

—Sí. Me rompió el antebrazo una vez. No pude limpiar durante una semana—se rió amargamente—. Este vestido me está haciendo vomitar.

—Te ves increíble.

Su boca una vez más reveló sus pensamientos internos.

Se sonrojó profusamente cuando recibió el cumplido del hombre del que estaba tan profundamente enamorada.

—Me alegra que alguien piense eso. Caín dijo que me veo cachonda con este vestido, pero que no me queda el cabello corto.

John cortó su divagación al escuchar aquello.

Observo su rostro y unió sus labios con los de ella. La sangre tibia se podía sentir y saborear, se mezclaba extrañamente con el champán que ambos habían estado bebiendo.

Aunque vacilante al principio, Amelia había olvidado lo mucho que adoraba besarlo.

Solo tenerlo cerca era suficiente para hacer que su ritmo cardíaco se disparara y le retumbara el pecho.

—Te extrañé, Amy.

John se apartó y murmuró sobre sus labios.

—Sube las escaleras. Yo también te extrañé.