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TOMMY HABÍA DEJADO EL HOSPITAL MUCHO ANTES de lo que debía

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TOMMY HABÍA DEJADO EL HOSPITAL MUCHO ANTES de lo que debía. Había estado en Londres y había tenido una reunión con Alfie Solomons y ahora estaba en el auto esperando afuera de la casa de Amelia y John, listo para llevarla a buscar a Michael.

Amelia estaba ocupada en la cocina preparando comida para los niños en la sala mientras John jugaba con Ciara, sosteniéndola como un perezoso en su brazo mientras ella dormía.

—Si la despiertas, nunca te lo perdonaré.

Ella lo apuntó con un cuchillo de pan.

—Cuanto más la miro, más se parece a ti. Tu nariz, el color de tus ojos, tu boca. ¿Estuve involucrado siquiera?

—Sí, estabas jodidamente bien.

Amelia abandonó la comida por un segundo para colocar un beso en los labios de John, que recibió gustoso.

Ella sintió que apenas lo había visto.

Los dos se habían convertido en extraños y se echaban de menos. Estaban muy enamorados el uno del otro a pesar de no tener el valor para admitirlo.

—Bien. ¿Tienes trabajo hoy?—preguntó y acarició el mechón de cabello negro que era de Ciara.

—No.

Amelia siguió haciendo sándwiches de espaldas a él, ocultando sus nervios.

—Acabo de salir.

Esta misión de Michael era solo entre ella y Tommy y no estaba segura de cómo sentirse acerca de mantener secretos con John.

—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que tengas que irte?

Podía sentir su presencia a su espalda mientras cortaba un poco de pan.

Su cuerpo estaba extremadamente cerca del de ella y Amelia podía sentir su respiración sobre su hombro desnudo.

—No sé. Iré cuando sea.

Amelia se encogió de hombros.

—Bueno, ¿qué tal si dejo que los niños cuiden de Ciara y te den los mejores diez minutos de tu vida?—John susurró cerca de su oído con voz ronca, estremeciéndola levemente.

—¿Diez minutos? Esa es una sobreestimación exagerada, si es que alguna vez escuché una.

—Lo probaré.

El Shelby desapareció de la cocina por un momento mientras le entregaba a Ciara a sus hermanos mayores. Les indicó que se entretuvieran durante quince minutos y cerró la puerta detrás de él. Luego regresó rápidamente a la cocina y envolvió sus brazos firmemente alrededor de la cintura de Amelia, haciéndola chillar de susto.

—¡Dios!

Murmuro, para sonreír cuando John le besó el cuello.

—¿Dónde están los niños?

Bajó el cuchillo y se limpió las migajas de las manos.

—Sala.

Sus labios hicieron contacto con su hombro.

—¿Están ocupados?

—Muy.

John sonrió contra su piel.

—Entonces será mejor que me lleves arriba, porque no sé cuánto tiempo estarán ocupados.

Amelia se dio la vuelta en sus brazos y lo envolvió alrededor de su cuello y lo besó.

John la levantó del suelo, sus piernas se envolvieron automáticamente alrededor de su cuerpo. La sacó de la cocina y casi tropezó con el paso hacia el pasillo, sus labios nunca se separaron. Ella se apartó por un segundo y sostuvo su rostro en sus manos.

—Esto nos convierte en malos padres? ¿Tener sexo en lugar de alimentarlos?—dijo la rubia, respiró hondo—. Si es así, enciérrenme.

Él se rió y la besó de nuevo.

El par finalmente llegó a la escalera antes de ser interrumpidos por un Tommy cojo abriendo la puerta principal. Echó un vistazo a la pareja que ahora estaba acostada en las escaleras con la camisa de John medio abierta y suspiró.

—Por una vez, ¿pueden por favor mantenerse en la tarea?

—Vete a la mierda Tom—su hermano le gritó hastiado.

—No, necesito prepararme.

Amelia besó a su esposo una vez más antes de empujarlo y correr escaleras arriba.

—¿Qué es todo esto?—John enojado le preguntó a su hermano mayor.

—Te lo explicaremos más tarde. Solo necesito que me la prestes un poco.

Tommy explicó cuando fue recibido por los pequeños Shelby que escapaban de los confines de la sala de estar.

—Estarás bien por tu cuenta, ¿no? Solo dales de comer y asegúrate de que no se ahoguen.

—Gracias, Tom—escupió él sarcásticamente—. Vamos muchachos...—el Shelby condujo a sus hijos a la sala de estar y le arrebató el bebé a Katie antes de que la dejara caer.

Amelia emergió de la parte superior de las escaleras y bajó la escalera torpemente mientras arreglaba su ropa.

—Eres un jodido caso, Amelia.

Tommy le comentó con media sonrisa.

—Gracias mi querido cuñado.

Ella llegó al fondo sin tropezar. La pareja llegó al auto y Tommy comenzó a conducir. Amelia examinó en silencio sus cortes y contusiones para ver si se estaban curando.

—Estoy bien.

—Estarás bien. Pero todavía no, Tommy.

Ella le dio unas palmaditas en la pierna y contempló los campos.

—Estamos a kilómetros de distancia, Tommy.

—Es un chico de campo. Criado por padres buenos y trabajadores. También tiene un hermano.

—Tiene solo diecisiete años. ¿Está realmente listo para este estilo de vida?

—No. Y nunca lo estará. Pero lo que tiene que aprender es a adaptarse. Aprendes y te acostumbras a todo. Pronto se convierte en una forma de vida. Es decir, tú, no estabas lista y te adaptaste.

Tommy detuvo el auto.

Los había estacionado al final de un camino.

Había un campo a su izquierda con dos niños adentro, jugando. La chica de la ciudad nunca había visto algo tan bonito en toda su vida.

Había árboles por todas partes con el verde y el azul del cielo fusionándose maravillosamente. Las casas parecían sacadas de un libro ilustrado o una postal. La única vez que había visto algo vagamente familiar fue cuando se casó con John en el campo.

Una sonrisa creció en su rostro cuando el pensamiento cruzó por su mente.

—Vamos, soñadora de día. Necesitamos encontrar a este chico.

𝐌𝐀𝐑𝐑𝐈𝐀𝐆𝐄 ━ JOHN SHELBYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora