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HABIAN PASADO VEINTIOCHO HORAS DESDE QUE CIARA y Charlie habían desaparecido

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HABIAN PASADO VEINTIOCHO HORAS DESDE QUE CIARA y Charlie habían desaparecido. Para Tommy, John y Amelia lo sintieron como veintiocho años.

Observó el reloj mientras las manecillas pasaban, convencida de que alguien lo había retrasado como una broma enferma.

Todo lo que les quedaba era la esperanza.

Amelia estaba en la oficina de la sala de apuestas detrás de un escritorio, mirando el espacio vacío. Todo lo que Ada y Polly podían hacer era esperar que Michael hubiera logrado salvar a los niños de alguna manera.

Incluso si tuviera que matar a alguien, no les importaba en absoluto.

—¿Cuánto tiempo ha sido ahora?—Amelia habló, su voz ronca por el llanto.

—Veintiocho horas y treinta y cuatro minutos desde que te diste cuenta de que estaba desaparecida—Ada suspiró mientras miraba a su cuñada, sus ojos llenos de simpatía.

—Seguramente no podemos involucrar a la policía, ¿verdad?—Amelia preguntó.

—No. Demasiado peligroso—Polly despidió la idea.

—Es fácil para ti decirlo cuando no se trata de tu jodido hijo—Amelia sintió que necesitaba llorar, pero no le quedaban lágrimas en el cuerpo.

—Los muchachos están en el proceso de recuperarlos.

Polly la ignoró y siguió hablando.

—¿Recuperarlos? No son un fajo de dinero, Polly, ¡son dos seres humanos inocentes que no merecen involucrarse en esto! No deberían, mis otros hijos tampoco, John tampoco y ¡yo tampoco! Puedes dejar a Dan fuera de eso también.

—¿Y dónde están tu precioso esposo y tú inocente hermano ahora? ¡Volando un tren con hombres inocentes!—Polly gritó de vuelta—. John está conscientemente involucrado en todo esto, eres solo tú quien lo quiere fuera.

Amelia se quedó en silencio aturdida.

Sabía que John estaba activamente involucrado, pero odiaba admitirlo.

También sabía que John amaba profundamente a sus hermanos y no podía soportar dejarlos.

—Cuando todo esto termine, mi esposo, nuestros hijos y yo nos mudaremos. No puedo soportar tenerlos tan cerca de la muerte todo el tiempo. Si mi hija sale con vida, la quiero protegida.

Nadie le respondió como señal de respeto.

Polly se dio cuenta de que era más fácil quedarse callada cuando Amelia estaba en tan mal estado de ánimo.

—¿Pueden oír un auto?

Ada preguntó mientras miraba a través de la ventana de la oficina. Amelia inmediatamente se apresuró y accidentalmente empujó a Ada fuera de su camino. Observó a Michael salir del auto y su corazón saltó a su garganta.

—¡Polly, es Michael!—Ada gritó cuando Polly empujó a Amelia fuera del camino.

—¡Mamá!

El llanto se escuchó antes de que alguien pudiera ver. Michael abrió la puerta con el pie, intentando calmar a los dos niños que tenía en sus brazos. Ciara parecía exhausta y Charlie asustado, pero ambos niños estaban completamente ilesos.

Ada levantó a Charlie en segundos mientras Polly se preocupaba por él.

—¡Bebé!—Amelia exclamó mientras levantaba a Ciara y la sostenía cerca de su pecho, le dolía el corazón al escucharla llorar.

Había algo mal con Michael.

El contorno de su rostro tenía sangre seca y sus ojos estaban tan abiertos como platos y sonrió inquietantemente.

—Michael, ¿qué hiciste?—preguntó mientras le tocaba la mejilla.

No pronunció una palabra, solo sonrió.

Polly lo abrazó cuando llegó a la conclusión de lo que había hecho.

—Bebé, lo siento mucho—susurró mientras enterraba su cabeza en el cuello de Ciara—. Lo siento mucho.

—No es tu culpa, Amelia—Ada sonrió mientras mecía a Charlie.

—La dejé fuera de mi vista, todo es mi culpa.

Amelia comenzó a llorar de nuevo mientras sostenía a su hija ahora silenciosa en sus brazos.

—La única persona culpable fue la persona que los secuestró. No tú, no John ni Thomas ni nadie. Eres una excelente madre para cinco, pronto para siete niños, Amelia. Todos tienen sus momentos...

Polly acarició el brazo de Amelia mientras dejaban de lado sus diferencias.

—¿Cómo está ella? ¿Está bien?

Ada le preguntó. Amelia al instante revisó sus brazos y piernas en busca de contusiones, afortunadamente no encontró nada.

—Ella está bien, ¿cómo está Charlie?—Amelia besó la cabeza de Ciara.

—Bien—Ada asintió con la cabeza.

Se dieron la vuelta para ver a Michael saliendo por la puerta sin decir una palabra.

—Mató a ese sacerdote—admitió Polly—. Puedo sentirlo. Hizo más que dispararle.

—Espera, si los niños están a salvo ya no necesitamos volar el tren, ¿no?

Amelia se dio cuenta.

—Oh joder...—Polly con todo—. Cierto, alguien llamé por teléfono a la fábrica y pónganse en contacto con Finn.

Ada salió corriendo para coger el teléfono mientras sostenía a Charlie cuando Polly se fue a otra habitación dejando solas a Amelia y Ciara.

—Cuando lleguemos a casa, debes darle a tus hermanos y hermanas el mayor abrazo que puedas dar, ¿entiendes?

Ciara asintió profusamente mientras jugaba con el collar de su madre.

—Te juro que nos vamos a mudar y estarás a salvo. No más rusos, italianos o cualquier otra cosa que tenga que ver con este mundo. Solo nosotros, bebé. Si te comportas, también podríamos tener un perro.

Amelia se rió suavemente cuando los ojos de Ciara se iluminaron ante la idea de un perro.

—¡Papi!

—Papá se va a volver loco cuando te vea.

𝐌𝐀𝐑𝐑𝐈𝐀𝐆𝐄 ━ JOHN SHELBYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora