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24 de diciembre de 1925

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24 de diciembre de 1925.

—¿Quién es la niña más bonita nacida el doce de agosto?—John usó su voz de bebé antes de sonreír hacia Delilah.

—Haces esto todos los días. Tienen cuatro meses de edad, John, intentan comerse sus propios pies. Dudo que sepan sus cumpleaños—Amelia sonrió mientras observaba a su esposo y sus nuevos bebés.

—Hace cuatro meses. Joder. Mis chicas están creciendo rápido.

—Treinta y cinco horas de trabajo de parto. Mi vagina nunca se verá igual.

Amelia reflexionó y sorbió su té.

—¿Y quién es la chica más bonita nacida el trece de agosto?

Cuidó a su otra hija, Juliette, antes de darle un suave beso en su cabeza.

—¡Papi!

Los otros cinco niños se amontonan caña abajo en la sala de estar con cuidado de no pisar a los niños en el piso.

—Buenos días mi pequeño equipo de fútbol.

Él sonrió y dejó que todos formaran una pila encima de él.

—¡Tu tía Ada apareció esta mañana para dejar sus regalos y estaban dormidos!

—No lo estaban. Tus disparos hacia las aves nos mantuvo despiertos.

Amelia puso los ojos en blanco.

Oyó que el buzón de la puerta sonaba ruidosamente y algunas cartas cayeron al suelo, haciendo una nota mental para ir a buscarlo.

—Lo siento amor, no fue mi intención.

Luchó por respirar debajo de los niños.

—¿Beso?

—No.

Ella sonrió antes de ponerse de pie.

—Puedes silbar por ello. Hazme una excelente cena de Navidad y ya lo veremos.

—¡Solo espera hasta mañana!—gritó, mientras su esposa caminaba por el pasillo para recoger el correo.

En el montón había uno que había venido de América. Normalmente lo habría atribuido a Ada, pero el hecho de que ya había visitado antes despertó sospechas. Ella abrió el sobre y reveló la tarjeta de Navidad. En el exterior, había una hermosa casa en la nieve. Se veía extrañamente similar a la casa en la que su familia y ella vivían en ese mismo momento.

Ella abrió el interior y su corazón se hundió ante lo que había allí.

Para John, Amelia, Katie, Alex, Harvey, Emily, Ciara, Delilah-May y Juliette-Rose, felices fiestas. Espero que el año salga bien.

Con amor, Luca Changretta.

La parte más desgarradora de todo fue la mano negra situada en el lado izquierdo de la tarjeta.

—John, ¿qué demonios es esto?—exclamó en pánico. Inmediatamente corrió hacia ella y leyó la tarjeta, con el estómago revuelto—. ¿Qué significa eso?

Un silencio ensombreció la casa.

—John ¿Qué demonios está pasando?

—No es nada, dámela un segundo.

La persiguió hasta la sala mientras intentaba arrebatarle la tarjeta de la mano.

—John, ¿qué demonios es?

—Es de Luca Changretta, matamos a su papá—gritó de vuelta, mientras le quitaba la tarjeta.

—Oh sí, lo recuerdo.

Ella asintió lentamente, llena de ira.

—¡Fue Tommy quién lo mató! ¡Fue el jodido Arthur el que apretó el gatillo! Muy bien, fue una misericordia, pero fue Arthur. ¡De todos modos, no importa nada! Para ellos, es la familia—John protestó por su inocencia—. La mano negra vino aquí. Todos tendrán una.

—John, él sabe los nombres de nuestros hijos. ¡Los nombres de nuestros bebés de cuatro meses!

—¡No sé cómo! ¡Sabe cómo se ve nuestra casa de mierda, Amy!

—Estoy asustada—admitió—. Pero ahora somos familia. Hicimos un acuerdo, una promesa solemne, John. Lo sabes.

—Amy, esto es una amenaza para mi vida. Para nuestras vidas. Esto es más que solo nosotros ahora, esto se extiende a cualquiera que tenga una tarjeta.

John instruyó. Amelia hizo una pausa para hacer la pregunta que no podía hacer.

—¿Dan tendrá uno?

John la miró, sin abrir la boca por si la lastimaba.

—¿Qué piensas?—su esposo se encogió de hombros—. ¡Es mi hermano! ¡No puedo dejarlo morir! ¡Tiene hijos y una esposa, como tú la tienes también John!

Cerró los ojos y suspiró para proseguir.

—Gemelos, Freddie y Alfie. John, no puedo perderlo ni a ti. Dios, me moriría también.

—No lo harás, lo prometo. Solo mantente en guardia. Mantén todas las puertas cerradas, no abras la puerta a nadie y si tienes que salir de la casa, toma la escopeta.

—¿Y tú? Él te quiere muerto.

—Tengo que esperar y rezar para que no pase nada. Necesito llamar a Arthur, necesito ver si recibió una carta también.

—John, ¿y si alguien muere?

—¿Quién?—suspiró—. Si alguien sacará a Tommy del mapa. Se desharía del patriarca y nos jodería a todos, al resto del equipo.

—No has hablado con Tommy desde que te arrestaron. ¿Recuerdas? Te cagaste cuando tenías una soga alrededor del cuello. No quiero que vuelvas a estar en contacto con ese desperdicio de espacio y energía.

—Él es mi hermano Amy. Al final del día, probablemente tenga una tarjeta y eso significa que terminará muerto.

—¡No te quiero muerto, por eso estoy actuando así!

Parecía lista para llorar. John se dio cuenta de que su esposa estaba al borde del sollozo y la abrazó con cuidado, casi como si fuera un objeto de porcelana que no quería romper.

Su pequeño cuerpo se sentía tan frágil en sus brazos que estaba demasiado asustado para apretarla aún más en caso de que se rompiera.

—Amy, juro por mi vida que estaremos bien. Changretta solo quiere asustarnos. Solo está tratando de parecer relevante y recordarnos que todavía está allí. Nada va a suceder, amor.

Él le mintió para que se sintiera mejor.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

𝐌𝐀𝐑𝐑𝐈𝐀𝐆𝐄 ━ JOHN SHELBYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora