Con dificultad, Carla cruzó las puertas de la agencia de publicidad que le abrió las puertas a salir de su pasado y entrar a su presente: Bellar. Marcó su llegada, subió al quinto piso, dobló a la derecha y junto a su oficina encontró un paquete de flores, de esos antiguos. "Perdón" decía la tarjeta.
La pelirroja suspiró pesadamente y tiró la tarjeta al cesto de la basura con discreción, esperando que sus compañeros de oficina no se enteraran del gesto. Colocó el ramo de lavandas y rosas en el suelo, abrió su laptop y comenzó a trabajar, con el heavy metal de fondo más fuerte que sus oídos pudieran soportar. Aquello le trajo recuerdos y eso le hizo reír. Las horas se le pasaron volando y fue un mensaje de Josefina, su colega del área de diseño web la invitó a almorzar fuera para que le contara todo sobre la cita del día anterior. Uy, se había olvidado de llamarla como había prometido. Aceptó la propuesta, tomó la billetera y se dirigió al comedor que estaba al final de la cuadra.
Allí estaba Josefina, con su cabello de colores, sus lentes de culo de botella y siempre con su acostumbrado guardarropa impecable. "Pepi", como le decía en honor a la conciencia del famoso títere de Disney, era una de las amigas que la pelirroja conservaba desde los años del colegio, que la había visto fallar en cada una de sus historias de amor, pero que siempre le tenía esperanza. Abrazó a Carla con alegría, entraron al local y eligieron una mesa donde daba el sol y podía verse a la calle.
Cuando les sirvieron la entrada, Jose disparó:
- ¿Y? ¿Qué pasó ayer?
- Un desastre, Pepi -contestó Carla, con una sonrisa lastimosa que intentaba quitarle hierro al asunto. Le narró lo sucedido y el semblante de la muchacha fue cambiando hasta que su cara estaba roja como un tomate.
- ¡Pero qué hijo de puta che! Por favor, ¿qué le costaba decirle "che, tengo novia, ¿podemos ser amigos igual?"? Cada día los chabones están más tarados que nunca... -Josefina hizo una pausa para tomar un sorbo de agua saborizada- ¿no te mandó un mensaje, nada?
- Me mandó un mensaje a la madrugada y hoy me encontré un ramo de flores en la oficina.
- Uh, este sabe dar golpes bajos, ¿lo obligaste a ver de las películas que te gustan? -bromeó Josefina. Al ver que su amiga no emitía comentario, se puso un poco más seria- igual es una cagada, no me gusta verte así y menos por un pibe que no lo vale, Car.
- Ahí está el asunto, no es que me pongo mal, es como un "me acostumbré" -sentenció ella. Justo en ese momento, llegó el plato principal y las dos amigas comieron en silencio y tomaron el café. Se dieron un abrazo y caminaron juntas nuevamente al trabajo.
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Enamorarse: a veces sale mal
DiversosUna noche, Carla se sienta frente a su computadora y narra las historias de amor que pasó durante su adolescencia, con más errores que aciertos. Junto a sus anécdotas, se suman las historias de sus amigos y familiares.