El reencuentro entre los dos amigos fue emotivo y gracioso. No se veían en persona desde hacía muchos años, aunque mantuvieron el contacto con ocasionales llamadas, mensajes de texto y mails, cuando ambos deseaban explayarse mucho más en lo que deseaban compartir con el otro.
Andy abrazó a Carla en la estación de Retiro y parecía como si no hubiera pasado un día sin que se vieran las caras. Como si ayer mismo se hubieran visto en la escuela o por las calles de la ciudad, cuando aún ella seguía viviendo allí.
Tomaron un taxi hasta Congreso, donde Carla lo invitó a una cafetería típica de la ciudad de Buenos Aires.
-Como cuando éramos chicos, ¿te acordás cuando me prometiste que me ibas a traer a uno de estos lugares? -recordó el chico morocho, de ojos negros y con una barba de dos días, mientras dejaba el bolso en una silla a su lado.
-Cómo olvidarlo, en sexto año no dejé de hablar de Buenos Aires y parecía imposible entonces.
-Pudiste, es lo que importa -dijo Andy, mirándola a los ojos.
Carla se conmovió por las palabras, ella siempre supo que él confiaba en ella, casi ciegamente, aún cuando ella no tenía la fuerza para creer que sus sueños fueran a hacerse realidad. Pidieron ambos para beber y comer, mientras se ponían al día con las novedades de sus vidas. Cuando les sirvieron café y una gigante torta Chajá, Andy tomó aire para hablar.
-Te dije que tenía noticias -comenzó- y esta vez no son lo que vos te imaginás... porque hace un mes le pedí a Milagros que se case conmigo... y dijo que sí.
La pelirroja, al escuchar estas palabras, casi escupió su café y se atragantó con el chajá. Sin poder disimularlo, las lágrimas saltaron automáticamente y se abalanzó por encima de la mesa del café para abrazar a su amigo.
-¡Casado! Ay por Dios, ¡qué raro que es decirlo en voz alta! ¡Estoy muy contenta por vos, felicitaciones! -exclamó Carla, secándose las lágrimas con una servilleta, después de recobrar un poco la compostura- pero no entiendo, ¿por qué venir hasta acá para contármelo? ¿por qué no me llamaste? O sea, sí, es una noticia hermosa y me alegro como no te das una idea, pero ¿qué te trae hasta acá?
-Milagros no pudo venir hasta acá porque está trabajando en el máster y no puede faltar, pero quise venir para pedirte personalmente que seas la madrina. Nos casamos en enero, así que si pudieras pedir unos días de vacaciones, para que puedas estar con nosotros, sería genial -Andy extendió su mano y tomó la de su amiga, con gran emoción- si no me hubieras dicho que fuera a buscarla aquella noche que nos peleamos, seguro que no estaríamos acá hablando de esto, por esto y mucho más queremos que seas la madrina, ¿qué decís?
-No me lo vas a tener que pedir dos veces, Andy, muchas gracias por el honor de esto, en serio.
Los dos siguieron charlando del tema: cómo se lo pidió, cómo era el anillo, los detalles de la fiesta que comenzaron a esbozar hacía poco y otros temas más. Andy se quedó en el sillón-cama del departamento de Carla y, antes de irse a dormir, él comentó:
-Quién lo diría, un día vos me llamás para decirte que el Giménez te propuso matrimonio en el secundario y ahora estamos acá.
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Enamorarse: a veces sale mal
RandomUna noche, Carla se sienta frente a su computadora y narra las historias de amor que pasó durante su adolescencia, con más errores que aciertos. Junto a sus anécdotas, se suman las historias de sus amigos y familiares.